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El modelo chino de buen gobierno: las 10 reglas de Wen Jiabao que impactan al mundo

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En la actual reconfiguración del orden mundial, el debate sobre los sistemas de gobierno vuelve al centro del tablero geopolítico. El modelo de la democracia liberal -promovida por occidente desde el fin de la Guerra Fría-, ha comenzado a mostrar grietas frente al ascenso de modelos alternativos como el chino. La llegada de la tesis del mundo multipolar nos habla de que los sistema de gobierno ya no giran exclusivamente en torno a Washington; sino ahora en Pekín -y en general varios países de Eurasia-, quien ha emergido como un actor con peso político, económico y cultural, ofreciendo un esquema de gobernanza que prioriza la estabilidad, la planificación a largo plazo y la eficacia en la gestión estatal.

En este contexto, ha cobrado relevancia un conjunto de “10 reglas” atribuidas al ex primer ministro chino Wen Jiabao, que sintetizan los pilares del modelo chino de buen gobierno. Estas recomendaciones no figuran en un documento oficial del Partido Comunista Chino ni en publicaciones académicas del gobierno, pero han circulado ampliamente como resumen de prácticas aplicadas durante su gestión. Más que una receta, son una radiografía pragmática de cómo China logró pasar de ser una economía rural a la segunda potencia mundial sin adoptar los mecanismos clásicos de las democracias liberales.

Diagrama del sistema político de la República Popular China, donde el Partido Comunista ejerce el control centralizado. El Politburó, núcleo de poder dentro del partido, supervisa a instituciones clave como el Consejo de Estado, la Comisión de Asuntos Militares y la Comisión de Disciplina. Aunque el Congreso Nacional del Pueblo es formalmente el órgano legislativo supremo, su papel está fuertemente influido por la estructura jerárquica del partido, lo que refleja un modelo de gobernanza vertical sin separación real de poderes. (Fuente: BBC Mundo)

¿Quién fue Wen Jiabao y por qué sus ideas son relevantes?

Wen Jiabao fue primer ministro de la República Popular China entre 2003 y 2013, una década clave en la consolidación del “socialismo de mercado” con características chinas. De formación técnica, fue un dirigente sobrio, con estilo más pragmático que ideológico, centrado en la modernización económica, el desarrollo científico-tecnológico y la contención de la corrupción. Durante su mandato, China consolidó su ingreso a la Organización Mundial del Comercio, fortaleció su infraestructura interna y expandió su influencia internacional.

Nacido en 1942 en Tianjin, seno de una familia humilde, Wen Jiabao se graduó como geólogo en el Instituto de Geología de Beijing y comenzó su carrera en la administración técnica del Estado. Su ascenso dentro del Partido Comunista fue gradual gracias a su perfil técnico y habilidad para influir en el partido. Durante los años 80 ocupó cargos en el Ministerio de Recursos y más tarde en el Comité Central. Fue testigo de momentos críticos como la crisis de Tiananmén, lo que puso en duda su futuro dentro del régimen. Sin embargo, su lealtad lo mantuvo en el sistema. En 1998 fue nombrado vice primer ministro y en 2003, asumió el liderazgo del Consejo de Estado.

Las llamadas “10 reglas del buen gobierno” que se le atribuyen no están recogidas en ningún plan nacional oficial ni en documentos del Partido Comunista -como ya señalamos-. Aparecieron por primera vez en blogs, columnas de opinión y distintos medios de América Latina, circulando como una interpretación libre del enfoque chino frente a los desafíos estructurales de gobernanza. Aunque su origen no es formal, muchas de estas ideas se corresponden con medidas efectivamente implementadas en China, lo que refuerza su valor como objeto de análisis.

Wen Jiabao, ex primer ministro de China (2003–2013), fue una figura clave en la expansión económica del país y la consolidación del modelo de socialismo de mercado. Reconocido por su estilo sobrio y pragmático, su legado quedó parcialmente opacado por las revelaciones de que su familia habría acumulado una fortuna multimillonaria durante su mandato, según una investigación del New York Times en 2012. (Fuente: El Mundo)

Las 10 Reglas del Buen Gobierno al estilo chino

  1. Pena de muerte para crímenes atroces probados.
    China ha aplicado con firmeza la pena capital en casos de corrupción extrema o delitos violentos -incluso en los llamados crímenes económicos contra el pueblo china-, como medida ejemplarizante y de disuasión frente al deterioro moral del funcionariado.
  2. Severo castigo para políticos corruptos.
    Casos como el de Bo Xilai y Zhou Yongkang -y las purgas que posteriormente aplicó Xi Jinping según los medios occidentales- demuestran una política interna implacable contra altos funcionarios, alineada con la visión de que la corrupción debilita la legitimidad del Estado.
  3. Quintuplicar la inversión en educación.
    El gasto público educativo en China ha crecido significativamente, especialmente en ciencia, tecnología e innovación, formando capital humano clave para su desarrollo tecnológico y productivo. Además, consolidándose como uno de los países con las personas con el mayor IQ del mundo.
  4. Reforma fiscal con reducción de impuestos.
    Se han implementado alivios tributarios para pequeñas y medianas empresas, incentivando la producción interna y equilibrando el poder adquisitivo de los hogares. De la misma forma, el respaldo del gobierno a través de la cooperación privado-estatal y el uso del espionaje industrial en las operaciones de inteligencia y contrainteligencia es clave para aumentar el peso de aquellas empresas.
  5. Reducción del 80% en sueldos y privilegios políticos.
    Aunque no se ha llegado a ese porcentaje exacto, China ha aplicado un estricto control del gasto público y sancionado el enriquecimiento ilícito, reduciendo los privilegios visibles de la clase política.
  6. Desburocratización del Estado.
    Desde 2013, el gobierno ha suprimido más de 800 trámites y permisos administrativos redundantes, apostando por una gestión más digital, ágil y enfocada en resultados.
  7. Reactivación de la inversión pública eficiente.
    El país ha mantenido altos niveles de inversión en infraestructura (trenes de alta velocidad, represas, zonas económicas especiales), generando empleo y dinamismo económico.
  8. Reforma cultural para cambiar la mentalidad del pueblo.
    A través de campañas educativas y medios estatales, se promueven valores como el esfuerzo colectivo, la disciplina social y la lealtad nacional, reforzando una identidad cívica común. Recordemos que también esa consolidación del pensamiento ya había tenido un avance significado con la Revolución Cultural de Mao, ahora solo se sigue el reforzamiento constante a nivel educativo.
  9. Inversión urgente en ciencia y tecnología.
    China ha destinado billones de yuanes a inteligencia artificial, computación cuántica y exploración espacial, buscando reducir su dependencia tecnológica del exterior.
  10. Reducción de edad laboral y penal a los 16 años.
    Aunque esta medida es controversial y no ha sido aplicada formalmente del todo, refleja una visión de participación temprana en la economía y mayor responsabilidad legal desde la juventud.

¿Es aplicable este modelo en América Latina?

La región latinoamericana, históricamente subordinada al influjo político y financiero del eje Estados Unidos-Europa, ha adoptado como dogma la democracia liberal y el libre mercado. Sin embargo, muchos países enfrentan crisis crónicas de gobernabilidad, altos niveles de corrupción y escasa eficacia estatal. En este contexto, propuestas como las de Wen Jiabao desafían el «fundamentalismo democrático» -concepto desarrollado por el filósofo español Gustavo Bueno- que impide debatir otros modelos de desarrollo, bajo la amenaza tácita de sanciones, bloqueos o aislamiento diplomático.

Además, los lazos estratégicos con China, aunque crecientes en términos comerciales, siguen limitados en términos políticos e ideológicos. Las élites locales, presionadas por organismos multilaterales y redes mediáticas pro-occidentales, rara vez consideran al modelo chino como una opción legítima de gobernanza. Sin embargo, frente al fracaso del status quo en múltiples países de la región y el desgaste institucional de las repúblicas formales, resulta urgente mirar con objetividad aquellas experiencias que han demostrado resultados concretos en desarrollo humano y control estatal.

Conclusión

El modelo chino de buen gobierno, resumido en estas 10 reglas atribuidas a Wen Jiabao, no es una receta mágica ni un camino sin cuestionamientos. Pero es, sin duda, una alternativa al paradigma único que Occidente ha querido imponer como verdad universal. Su valor radica en su pragmatismo: enfocado en resultados, en eficiencia, y en mantener el control del rumbo nacional sin depender del vaivén electoral ni de intereses foráneos.

En tiempos de crisis multidimensional, América Latina no puede seguir ignorando los modelos que sí han dado frutos. El desafío no está en copiar ciegamente, sino en adaptar, analizar y, sobre todo, atreverse a pensar más allá de las formas políticas importadas. Como dijera un estratega oriental: “quien sigue siempre al viento, termina barrido por él”.

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