Imagina que de un día para otro los productos que compras para subsistir suben de precio, que la empresa donde trabajas comienza a despedir empleados o que un país entero entra en crisis sin que haya ocurrido un desastre natural o un conflicto armado. Esto no es casualidad, sino es el resultado de una de las estrategias de guerra silenciosa y despiadada: la guerra comercial.
En el siglo XXI, las tácticas de guerra alternativas a los enfrentamientos convencionales han moldeado la política exterior de los países, incluso introduciendo a nuevos actores al frente de batalla como lo son las personas con gran capital. La economía en sí misma es un campo de batalla donde se imponen sanciones, se manipulan divisas y se sabotean industrias enteras para someter a naciones rivales. Este modelo de guerra ha cambiado el rumbo de la historia debido a su capacidad de quebrar economías enteras.
¿Qué es una guerra comercial?
La definición acertada sería que la guerra comercial es una situación donde dos o más países comienzan a imponerse barreras económicas con la intención de dañar la economía del otro. Sin embargo, no se trata solo de disputas entre gobiernos, ya que grandes corporaciones, inversionistas y especuladores también pueden jugar un papel clave en estos conflictos. Estrategias como la manipulación de mercados, la especulación con divisas y los movimientos financieros coordinados, son los escogidos por los actores privados para que -igual que los países- puedan provocar crisis económicas en naciones que consideran enemigos para -comúnmente- el beneficio individual, afectando su estabilidad y forzándolos a tomar decisiones en condiciones de desventaja.
Este tipo de enfrentamientos forman parte de la «guerra irrestricta», una estrategia donde cualquier herramienta—económica, financiera, legal, tecnológica o mediática—puede convertirse en un arma para someter a un adversario sin recurrir a la fuerza militar. Esta tesis fue propuesta por los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui en su libro con el mismo nombre: Unrestricted Warfare (1999). En un mundo globalizado, las guerras comerciales pueden ser tan destructivas como los conflictos armados, con consecuencias que van mucho más allá de las cifras económicas y que impactan directamente en la vida de millones de personas.
Historia de la Guerra Comercial
Las guerras comerciales no son un invento del siglo XXI. Desde que existen los intercambios comerciales, también han existido los intentos por controlarlos o restringirlos con fines estratégicos. Un ejemplo temprano de esto ocurrió en la Antigua Grecia, cuando Atenas impuso un bloqueo comercial a la ciudad-estado de Megara en el siglo V a.C. Lo que parecía una simple medida económica terminó debilitando gravemente la economía megárica y fue uno de los detonantes de la Guerra del Peloponeso, demostrando que el comercio puede ser tanto un motor de prosperidad como un arma de guerra.
Durante el mercantilismo, los imperios europeos ya imponían restricciones y fomentaban el espionaje industrial para asegurar su dominio. En el siglo XX, estas tácticas evolucionaron con la globalización, donde el término se consolidó en la guerra irrestricta -cosa que mencionamos- dando paso a las sanciones como herramientas de presión. Ya en los años 80, el giro hacia el libre mercado y el abandono del proteccionismo no fueron casuales. Según Ha Joon Chang en Breve historia de la economía, el «neoliberalismo» surge tras el golpe de Estado en Chile de 1973, y su experiencia es llevado a los demás países a través de operaciones psicológicas (PSYOPS) para evitar la industrialización de las naciones.
Hoy, la guerra comercial ha alcanzado niveles de sofisticación sin precedentes. Además de las crisis inducidas para que los países adopten el llamado modelo «neoliberal», la guerra comercial no se trata solo de bloquear productos o cortar el comercio con ciertos países, sino que los enfrentamientos se han ampliado en sectores estratégicos como la tecnología, los mercados financieros y el control de materias primas. La disputa entre Estados Unidos y China por el dominio de la tecnología -cosa que profundizaremos más adelante-, donde la capacidad de innovar en este ámbito se traducirá en poder vender estos productos a los otros países, es un ejemplo ilustrativo de cómo las potencias modernas utilizan la economía como un arma de guerra.
Los frentes de batalla en la Guerra Comercial
Como vimos, hoy los mercados financieros, la tecnología y el comercio global se han convertido en los nuevos campos de batalla donde las potencias compiten por el dominio económico. Recordemos que una guerra comercial no se trata solo de aranceles o sanciones; es una estrategia sofisticada en la que los países, corporaciones e incluso inversionistas privados utilizan herramientas económicas para someter a sus adversarios. A continuación, recopilaremos las estrategias más utilizadas para luego profundizar en casos en específico.
- Mercados financieros y especulación: Los grandes inversores pueden manipular monedas y acciones para desestabilizar economías enteras.
- Manipulación de divisas: Es una táctica de ventaja donde algunos países devalúan su moneda intencionalmente para hacer sus productos más competitivos en el mercado global.
- Bloqueos y sanciones: Se restringe el acceso a mercados clave o tecnologías avanzadas para frenar el desarrollo de un país rival.
- Bolsas de valores y crisis económicas: Movimientos estratégicos en Wall Street, la Bolsa de Londres o de Shanghái pueden impactar el valor de empresas, industrias y hasta de países enteros.
Casos de Guerra Comercial
Como ya hemos repetido en múltiples ocasiones anteriormente, las guerras comerciales no siempre se dan de forma directa entre gobiernos; otros actores como lo pueden ser inversionistas, bancos y organismos internacionales juegan un papel clave en la manipulación de economías enteras. Los ataques especulativos y el endeudamiento de países como estrategia de control, estas tácticas han redefinido la geopolítica global y han mostrado cómo el poder económico puede utilizarse como un arma silenciosa pero devastadora.
Especulación financiera
Uno de los episodios más impactantes ocurrió el 16 de septiembre de 1992, conocido como el «Miércoles Negro», cuando el inversionista George Soros llevó al colapso a la libra esterlina. Mediante maniobras financieras calculadas, apostó contra la moneda británica y provocó su desplome, obligando al Banco de Inglaterra a retirarla del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio. El resultado fue devastador: el banco central perdió miles de millones intentando sostener su moneda, mientras que Soros ganó más de 1,000 millones de dólares en un solo día. Este caso demostró cómo la especulación financiera puede ser utilizada como una herramienta de guerra económica, afectando la estabilidad de países sin necesidad de un conflicto armado.
Sicario económico
Otro método de guerra comercial silenciosa es el uso de «sicarios económicos», término popularizado por John Perkins quien fue uno de ellos. Perkins en su libro Confesiones de un sicario económico nos narra que su trabajo consiste en que debe lograr que los países en desarrollo sean inducidos a aceptar préstamos gigantescos de instituciones financieras internacionales bajo la promesa de prosperidad. Sin embargo, estas deudas se vuelven impagables, lo que permite a potencias extranjeras ejercer control sobre los recursos naturales, la infraestructura y la política económica de estas naciones.
Gobiernos enteros han sido sometidos a este modelo de dependencia financiera, lo que equivale a una forma de colonización económica moderna que no necesita ejércitos ni invasiones, solo contratos y acuerdos de deuda que amarran a los países durante generaciones. Cosa que también va en relación con el caso de los países africanos que tienen la moneda del Franco CFA, una moneda emitida por Francia que mantiene bajo control financiero y limitando la soberanía económica. Aunque se presenta como un sistema estable, se ha sostenido que en la práctica solo favorece a Francia y restringe las decisiones monetarias de estas naciones.
Banca privada y su poder de crear dinero a través de un botón
A esto se suma el papel de la banca privada en la creación de dinero a partir del solo hecho de presionar un botón, amparado en la deuda. Contrario a lo que muchos creen, los bancos no necesitan respaldo en oro o activos físicos para generar dinero; simplemente crean nuevas sumas a través de préstamos, aumentando cifras en una pantalla. Esto ha llevado a una deuda global impagable, donde los países deben recurrir constantemente a nuevos préstamos para cubrir los intereses de sus compromisos previos, cosa que también mencionó Perkins.
Según el documento Modern Money Mechanics de la Reserva Federal de Chicago, los bancos no toman el dinero de los ahorradores para prestárselo a otras personas. En realidad, cada vez que conceden un préstamo, crean dinero nuevo de la nada, simplemente ingresando cifras en una cuenta bancaria o a través de otorgar una tarjeta de crédito. La economista Hellen Hodgson explica que, contrario a la creencia popular, los préstamos crean depósitos y no al revés. Es decir, los bancos no necesitan tener dinero real en sus reservas para prestar; basta con que registren un nuevo saldo y aseguren que haya suficiente liquidez para cubrir los retiros.
Tengamos en cuenta que este método no es nuevo; ya en la Europa medieval, los orfebres descubrieron que podían emitir más recibos de oro de los que realmente tenían en sus bóvedas, sentando las bases del sistema bancario moderno. Este mecanismo ha llevado a un crecimiento descontrolado de la deuda global, donde gobiernos, empresas y personas dependen de préstamos para sostener sus economías. Pero como el dinero se genera a partir de deuda y no de riqueza real, cada cierto tiempo el sistema colapsa, generando crisis económicas. Mientras tanto, la banca privada sigue expandiendo su poder, acumulando riqueza y control con solo presionar un botón, lo que forma parte de la guerra comercial.
Enfrentamiento entre países
En el escenario de conflictos comerciales entre potencias, el caso más evidente en la actualidad es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ha escalado más allá de los aranceles y ha entrado en una lucha por el control tecnológico y económico global. La rivalidad entre ambos países ha transformado sectores clave, llevando a sanciones, restricciones y una competencia feroz por la supremacía en innovación. Estados Unidos ha impuesto restricciones a la exportación de chips avanzados a China, buscando frenar su desarrollo tecnológico, mientras que China invierte masivamente en desarrollar su propia industria de semiconductores para reducir su dependencia de Occidente.
Además, el control de las plataformas digitales se ha convertido en otro frente de batalla. Aplicaciones como TikTok han sido objeto de restricciones y presiones para ser vendidas a empresas estadounidenses, al ser acusadas de servir como herramientas de espionaje chino. Recientemente, la IA DeepSeek, desarrollada en China, ha generado un nuevo punto de tensión en la guerra comercial. Su capacidad para procesar información y competir con modelos occidentales como OpenAI ha generado preocupación en EE.UU., especialmente después de que su lanzamiento provocara una caída significativa en las acciones de las Big Techs estadounidenses, reflejando cómo la innovación en IA se ha convertido en un campo de batalla clave dentro de la disputa económica entre ambas potencias.
Conclusión
La guerra comercial es una forma de confrontación silenciosa, pero con efectos devastadores. Sin necesidad de invasiones, los países y los grandes inversionistas pueden someter economías enteras a través de sanciones y manipulación financiera. Lo que comenzó con bloqueos comerciales en la antigüedad, hoy se ha transformado en una guerra altamente sofisticada que da en la banca privada, en la especulación y en el dominio de la tecnología. Casos como el colapso de la libra esterlina en 1992, el endeudamiento de los países en desarrollo a través de préstamos impagables y la caída de las Big Techs estadounidenses tras la irrupción de la IA DeepSeek demuestran cómo el poder económico puede moldear el destino de naciones enteras.
Aunque parezca un conflicto reservado para las élites financieras y los gobiernos, sus efectos se sienten en el día a día de las personas. Desde el aumento en los precios hasta la pérdida de empleos o el acceso restringido a nuevas tecnologías, la guerra comercial impacta la calidad de vida de millones. En un mundo donde las economías están interconectadas, estas disputas seguirán definiendo el equilibrio de poder global, muchas veces sin que la mayoría de la población sepa que están siendo parte de un conflicto del que nunca fueron consultados.
2 respuestas
Lo de la banca privada es una estafa completa para subordinar a los países a los intereses de los grandes capitales. Quisiera más información sobre donde puedo aprender estas técnicas
Hola, este tipo de estrategias pueden ser aprendidas en nuestro curso sobre inteligencia y contrainteligencia: https://grupogoberna.com/diploma-de-especializacion-en-inteligencia-y-contrainteligencia/