En el capítulo anterior, exploramos la lucha por los recursos naturales en África, una región cuya riqueza mineral ha sido a la vez una bendición y una maldición. Vimos cómo la competencia por el control de sus minas, esenciales para la industria tecnológica, ha provocado conflictos armados y golpes de Estado, desarrollando lo que se conoce como la “Maldición de los Recursos Naturales”. Ahora, nos trasladamos a Asia, un continente que ha forjado un papel central en la geopolítica contemporánea, no solo por su vasta riqueza energética, sino también por su dominio en el ámbito tecnológico.
A diferencia de África, Asia ha sabido capitalizar su posición estratégica para convertirse en un eje crucial de la economía global. Desde los interminables yacimientos de petróleo y gas del Golfo Pérsico hasta la supremacía asiática en la producción de semiconductores, este continente es un campo de batalla tanto económico como político.
Los recursos energéticos del Golfo Pérsico
El Golfo Pérsico, hogar de gigantes energéticos como Arabia Saudita, Irán e Irak, es el corazón palpitante de las reservas globales de petróleo y gas. Con vastos depósitos que impulsan tanto sus economías como su influencia global, esta región es el epicentro de la energía mundial.
Desde hace décadas, las potencias del Golfo han ejercido su poder no solo a través del comercio, sino también mediante decisiones que sacuden al planeta. Un ejemplo icónico fue la crisis energética de 1973, cuando la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OPEP) implementó un embargo en represalia al apoyo occidental a Israel durante la Guerra del Yom Kippur en contra de las naciones árabes. Este movimiento no solo paralizó economías, sino que también mostró cómo el petróleo puede ser una herramienta de diplomacia agresiva.
Actualmente, el panorama en el Golfo es aún más complejo. Las tensiones entre la República Islámica de Irán y la monarquía saudí, siendo que ocupan el tercer lugar y el segundo en reservas petroleras respectivamente, podría desencadenar una guerra que dejaría en escasez al mundo. También, Irán enfrenta sanciones internacionales por su programa nuclear, por lo que su petróleo no puede ser libremente vendido. No obstante, países como China e India continúan comprando energía iraní, brindando apoyo político y financiero que desafía las restricciones occidentales y apoya al continente.
La competencia en Asia Oriental
El poder energético del Golfo encuentra eco en Asia Oriental, donde dos gigantes económicos, China e India, compiten ferozmente por el liderazgo regional. Ambos países son voraces consumidores de petróleo y gas, y sus estrategias para asegurar estos recursos han moldeado sus políticas exteriores.
China, con su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), ha tejido una red de proyectos de infraestructura que conectan sus necesidades energéticas con Asia Central, Rusia y Oriente Medio. Este enfoque agresivo le ha permitido garantizar un suministro constante de energía, al tiempo que amplía su influencia geopolítica.
Por otro lado, India también busca consolidar su posición, aunque con menos alcance que su vecino, ha priorizado mantener el control regional. La rivalidad entre ambas naciones ha escalado incluso en sus fronteras, como ocurrió en 2020 en el Himalaya, donde las tensiones por los recursos naturales y el territorio desencadenaron enfrentamientos directos entre tropas.
El dominio de los semiconductores
Más allá de los recursos energéticos, Asia Oriental lidera otro sector vital a partir del uso de sus recursos energéticos: la tecnología de semiconductores. Taiwán, Corea del Sur y Japón son los principales actores en la fabricación de estos microchips, esenciales para todo, desde teléfonos inteligentes hasta sistemas de defensa avanzada.
Como comentamos en el capítulo 7 de la serie El Rol del Poder Judicial en la Política, Taiwán, en particular, ha alcanzado un papel protagonista gracias a su empresa Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), que controla más del 50% del mercado mundial. Sin embargo, este dominio tecnológico también ha puesto a la isla en el ojo del huracán. La creciente tensión entre China y Estados Unidos, dos superpotencias que ven los semiconductores como una cuestión de seguridad nacional, ha convertido a Taiwán en un punto crítico de las disputas geopolíticas. China considera a Taiwán como parte de su territorio, mientras que Estados Unidos ha dejado claro que defenderá la independencia de la isla.
Mientras tanto, Corea del Sur, sede de gigantes tecnológicos como Samsung, también se encuentra en una posición delicada. La guerra comercial entre China y Estados Unidos la ha colocado en un incómodo equilibrio. Por un lado, China es un cliente clave para sus semiconductores, mientras que, por otro lado, Estados Unidos, su aliado estratégico, presiona para que restrinja las exportaciones tecnológicas a Pekín.
En el siguiente capítulo, veremos cómo el continente europeo ha buscado eliminar su dependencia ante el suministro gas de otros países, lo que ha mantenido a los países de este continente en una disputa por la independencia energética. Además, no olvides de seguir nuestra serie Batalla por los Recursos Naturales para abordar más sobre esta temática.
Un comentario
Si buenas tardes, muy buena información. Esta problemática evidencia el talento en capacidad humana, llevando así al análisis de la creación de nuevas estrategias que se pueden desarrollar; en el bien común de todos los ciudadanos de este mundo, pero por otro lado demuestra la incompetencia o la lucha de obtener el poder absoluto de una élite manipuladora.