En el capítulo anterior, exploramos cómo los organismos internacionales han utilizado los derechos humanos como herramienta para ejercer presión geopolítica. Analizamos casos en los que estas organizaciones justifican intervenciones militares y construyen narrativas para ganar el respaldo de la comunidad internacional. También vimos cómo, en algunos casos, estas instituciones conviven con los gobiernos a los que critican, creando un equilibrio inestable de tensiones. Sin embargo, en este último capítulo, nos adentramos en un sector clave cuya influencia en la geopolítica no deja de crecer: el desarrollo de la tecnología.
La industria tecnológica: motor y arma del siglo XXI
El avance de la tecnología ha transformado no solo la economía, sino también el equilibrio de poder a nivel global. Las grandes empresas tecnológicas, conocidas como Big Tech, han consolidado su influencia no solo en los mercados, sino también en la arena política. Google, Meta (anteriormente Facebook), Microsoft, etc. no solo controlan buena parte de la economía, sino que han logrado moldear legislaciones y regulaciones a su favor. Un caso que nos refleja esto es de la Proposición 22 en California.
En dicha región, se había aprobó la Asamblea Bill 5 (AB5), una ley diseñada para clasificar a los conductores de aplicaciones como empleados en lugar de contratistas independientes. Esto implicaba que las empresas como Uber y Lyft tendrían que proporcionar beneficios como seguro médico, tiempo libre pagado y salario mínimo. No obstante, Uber y sus aliados invirtieron más de $200 millones de dólares y manipularon la narrativa pública para promover la Proposición 22, una medida para mantener a los conductores como contratistas independientes, siendo un total éxito para las empresas ya que la medida sería aprobada.
Juan Domingo Perón, expresidente argentino, solía decir: «La economía nunca ha sido libre, o la controla el Estado en beneficio del pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste». Este pensamiento cobra especial relevancia en un mundo donde las Big Tech tienen el poder de dictar las reglas del juego, evadiendo restricciones e influenciando las políticas tecnológicas de países enteros.
Política y la economía global
Las Big Tech han utilizado su capacidad de influencia para evitar regulaciones estrictas que puedan afectar su modelo de negocio. En la Unión Europea, el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) marcó un hito al establecer controles estrictos sobre el manejo de datos personales. Sin embargo, gigantes como Google y Meta no tardaron en encontrar formas de cumplir con la normativa sin comprometer su capacidad para monetizar datos. Por ejemplo, Google afirma que no vende datos personales directamente, pero comparte información con anunciantes y otros socios para personalizar anuncios y mejorar sus servicios.
En Estados Unidos, el panorama es distinto. Según Alfred Ng, del medio Politico, los intentos de aprobar una Ley Federal de Privacidad de Datos han enfrentado múltiples bloqueos, principalmente debido a los lobbies tecnológicos. Estas empresas han argumentado que una regulación excesiva podría sofocar la innovación. Sin embargo, detrás de estos argumentos, podemos encontrar que el objetivo sería el de proteger sus intereses económicos.
El intento de regular la inteligencia artificial
Entre las áreas más sensibles en las que los lobbies tecnológicos han ejercido su influencia destaca la inteligencia artificial (IA). Esta tecnología, con un potencial transformador para las próximas décadas, plantea dilemas éticos y legales relacionados con la privacidad, el control de la información y la toma de decisiones automatizadas.
Empresas como Microsoft y Google, líderes en el desarrollo de IA, han utilizado su poder para retrasar o moldear las iniciativas regulatorias. En palabras de Azahara Palomeque, del medio La Marea, el objetivo de estas compañías es «regular el uso de la tecnología, pero no la tecnología en sí». Este enfoque les permite operar con mayor libertad y evitar restricciones que limiten su crecimiento. Es decir, en el plano internacional, las Big Tech han promovido un enfoque estandarizado para las regulaciones de IA, buscando un marco que se ajuste a sus intereses y les permita continuar liderando el sector sin enfrentar barreras significativas.
Este capítulo cierra nuestra exploración sobre los grupos de presión y su impacto en diversos sectores, desde la educación hasta la tecnología. A lo largo de esta serie, hemos analizado cómo estas fuerzas moldean políticas, influyen en decisiones globales y transforman el panorama geopolítico. Agradecemos profundamente a todos nuestros lectores por acompañarnos en este viaje. Su interés y compromiso han sido fundamentales para hacer de esta serie una herramienta para entender el mundo que nos rodea. ¡Gracias por seguirnos y hasta la próxima!