Francáfrica -Françafrique en francés- es el nombre que se le da a un sistema de relaciones informales, pero persistentes, que Francia mantuvo con sus antiguas colonias africanas tras el proceso de descolonización. Aunque muchas de estas naciones obtuvieron su independencia tras ese proceso, en la práctica siguieron bajo la fuerte influencia política, económica y militar del gobierno francés. Esta influencia se sostuvo a través de redes de cooperación, acuerdos bilaterales y alianzas estratégicas con élites locales, especialmente en África Occidental y Central.
Lo que hace tan relevante estudiar la Francáfrica hoy es que muchas de sus estructuras aún se sienten en pleno siglo XXI. Desde los vínculos diplomáticos pasando por los acuerdos comerciales, hasta llegar la presencia de tropas extranjeras, este modelo ha moldeado la historia contemporánea de África francófona. Y ahora, en un mundo cada vez más competitivo y multipolar, los cuestionamientos hacia esta relación se han intensificado. Pues han circulado múltiples videos de jóvenes africanos en las calles que ondean banderas de países como Rusia, gobiernos que expulsan tropas francesas, y nuevas potencias como China que empiezan a ocupar ese espacio.
Historia de la Francáfrica
El término Francáfrica (Francia + África) fue acuñado en los años 60 por el presidente de Costa de Marfil, Félix Houphouët-Boigny, con una intención positiva, pues describe la cercanía entre Francia y sus excolonias africanas tras la independencia. Sin embargo, con el tiempo, el concepto adquirió una connotación crítica, dado al trabajo del activista y escritor François-Xavier Verschave titulado La Françafrique. Le plus long scandale de la République, quien lo denunció como una forma de neocolonialismo encubierto. Desde entonces, la Francáfrica ha quedado asociada a redes de poder opacas que condicionaron el desarrollo político de muchos países del África francófona.
Durante la presidencia de Charles de Gaulle, Francia diseñó una política exterior pragmática en relación a África, pues tenía el objetivo de garantizar la estabilidad de sus intereses estratégicos en la región, más allá del fin formal del colonialismo. El encargado de ejecutar esa estrategia fue Jacques Foccart -su principal asesor para asuntos africanos- quien tejió una red de relaciones directas con líderes africanos aliados. Esta estructura se basó en acuerdos bilaterales, cooperación técnica y militar, y concesiones económicas que beneficiaban tanto a gobiernos africanos como a grandes corporaciones francesas.
A lo largo de las décadas siguientes, la Francáfrica se consolidó como un modelo de influencia informal pero profunda. Aunque se presentaba bajo el lenguaje de la cooperación, en la práctica reproducía mecanismos de dependencia estructural como revisamos en el análisis a su servicio de inteligencia. Francia apoyaba a gobiernos aliados, intervenía militarmente cuando lo consideraba necesario y aseguraba contratos clave para sus empresas en sectores como energía, infraestructura o telecomunicaciones. Esta continuidad poscolonial reforzó la presencia francesa en países que, a pesar de ser independientes, seguían atados a París en decisiones clave de política interna y económica.
Países pertenecientes a la Francáfrica
La Francáfrica tuvo su mayor expresión en los países del África Occidental y Central que fueron colonias francesas hasta mediados del siglo XX. Entre los más representativos están Senegal, Costa de Marfil, Malí, Níger, Burkina Faso, Togo, Benín, Camerún, Gabón, Chad, la República Centroafricana y Congo-Brazzaville. Aunque no todos mantienen el mismo nivel de vínculo con París, han compartido una historia marcada por la injerencia política y la dependencia económica. También hay conexiones históricas importantes con Comoras, Yibuti y Madagascar, aunque con dinámicas más particulares.
Muchos de estos países arrastran desafíos estructurales comunes como la concentración del poder político, economías poco diversificadas, y una fuerte dependencia externa en sectores estratégicos como la energía, infraestructura y defensa. Uno de los elementos más simbólicos de esta dependencia es el franco CFA, una moneda compartida por varias excolonias que sigue anclada al Tesoro francés, lo cual limita la autonomía monetaria y genera intensos debates sobre soberanía económica.
Hoy en día, la Francáfrica está siendo cada vez más cuestionada desde dentro debido a su forma de operar como profundizaremos en un momento. Sectores sociales, movimientos juveniles, analistas y actores políticos están exigiendo una transformación de las relaciones heredadas. Estas relaciones son mayor control sobre sus recursos, renegociación de acuerdos bilaterales, y sobre todo, una política exterior menos condicionada por los intereses franceses. Esta presión creciente refleja el deseo de una África francófona más autónoma y soberana.
País | Importancia para la Francáfrica |
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Senegal | Centro diplomático y militar clave; base militar francesa en Dakar |
Costa de Marfil | Aliado estratégico; economía fuerte en África Occidental; vínculos con el grupo Bolloré |
Malí | Rico en uranio; intervención militar francesa (Operación Serval) |
Níger | Principal fuente de uranio para Francia (Areva/Orano); base de operaciones militares |
Burkina Faso | Aliado militar; parte del eje Sahel en la lucha antiterrorista |
Togo | Control de puertos estratégicos; vinculado al caso de corrupción de Bolloré |
Benín | Relación diplomática estable; uso del franco CFA |
Camerún | Importante mercado energético y de telecomunicaciones; conflicto interno con apoyo francés |
Gabón | Rico en petróleo; base militar francesa en Libreville |
Chad | Clave en operaciones antiterroristas; recursos naturales; zona de influencia histórica |
República Centroafricana | Inestabilidad política; intervención francesa (Operación Sangaris) |
Congo-Brazzaville | Acceso a recursos naturales; relación histórica con Francia |
Comoras | Influencia marítima estratégica en el océano Índico |
Yibuti | Base militar francesa clave; punto estratégico del mar Rojo |
Madagascar | Vínculo histórico y cultural; posición estratégica en el Índico |
¿Cómo funciona la Francáfrica?
La Francáfrica ha operado durante décadas como un sistema de influencia informal basado en alianzas estratégicas -incluyendo operaciones de inteligencia y contrainteligencia– entre gobiernos africanos y autoridades francesas. A través de respaldo político, asistencia técnica y apoyo militar, Francia garantizó relaciones preferenciales con líderes africanos, quienes a su vez facilitaban el acceso a contratos públicos y recursos naturales para empresas francesas, mientras se sospecha de la participación para derrocar a líderes panafricanistas y socialistas como es el caso de Thomas Sankara. Esta dinámica ha sido criticada como una forma de neocolonialismo, en la que ambas élites -francesa y africana- se beneficiaban, mientras se perpetuaba la dependencia estructural de las excolonias.
Corporaciones como TotalEnergies, Bolloré, Bouygues y Areva (Orano) han dominado sectores clave como la energía, transporte, infraestructura y telecomunicaciones. No obstante, en varios países, estas empresas han sido señaladas por obtener contratos mediante favores políticos expandiéndose más allá de la forma de lobby. Uno de los casos más notorios es el de Bolloré, cuyo grupo fue acusado de pagar campañas electorales en Togo y Guinea a cambio de concesiones portuarias estratégicas. De hecho, en Francia, Vincent Bolloré llegó a un acuerdo judicial en 2021 tras admitir corrupción en África.
La presencia militar francesa ha sido otro pilar del sistema. Con bases en Costa de Marfil, Yibuti y Gabón, y operaciones como Serval en Malí o Sangaris en República Centroafricana, Francia ha intervenido en momentos críticos con el argumento de preservar la estabilidad. Sin embargo, muchas de estas acciones han sido interpretadas como defensa de intereses estratégicos. A esto se suma el uso del franco CFA que ya comentamos, una moneda ligada al Tesoro francés, que limita la soberanía económica de varios países africanos, condición que ha sido denunciado por funcionarios italianos.
Crisis de la Francáfrica
En los últimos años, la Francáfrica ha entrado en una crisis profunda. Países como Malí, Burkina Faso y Níger han vivido golpes de Estado recientes impulsados por sectores militares que cuestionan el modelo de dependencia heredado, y buscan una alternativa de gobierno a través de los ideales panafricanistas. Estos cambios de régimen han estado acompañados de una fuerte movilización social, especialmente de jóvenes, con protestas masivas contra la presencia militar y política de Francia. La retirada de tropas francesas y el cierre de bases han marcado un punto de quiebre en el Sahel.
La reacción de estos países no solo ha sido interna. En septiembre de 2023, Malí, Burkina Faso y Níger anunciaron la creación de la Alianza de Estados del Sahel (AES), una estructura de cooperación defensiva, económica y política que simboliza el desprendimiento de la órbita francesa y una alternativa al bloque del ECOWAS. Este giro coincide con la llegada de nuevos actores globales pertenecientes al bloque oriental de Eurasia como ya vimos: Rusia, mediante presencia militar y ejércitos privados -Wagner-; China, con inversiones masivas en infraestructura; y Turquía, a través de acuerdos comerciales y religiosos. El tablero geopolítico africano está cambiando, y Francia ya no es el único jugador influyente.
Desde París, se ha intentado responder con un cambio de tono al pronunciarse discursos más humildes, visitas presidenciales y llamados a una «nueva relación» con África. Pero para muchos sectores africanos -académicos, líderes sociales y ciudadanos comunes- esto no basta. La crisis de la Francáfrica no es solo diplomática, sino que también representa el colapso de un modelo poscolonial que funcionó durante décadas. Hoy, África busca redefinir su lugar en el mundo sin tutelas, y la Francáfrica parece cada vez más un sistema del pasado.
Conclusiones
La Francáfrica representó durante décadas una forma sofisticada de influencia informal que permitió a Francia conservar poder político, económico y militar en sus antiguas colonias africanas. Aunque se presentó como cooperación, funcionó como un sistema de dependencia estructural, sostenido mediante redes de favores, acuerdos bilaterales y presencia militar. La permanencia del franco CFA, los contratos entregados a empresas francesas sin competencia real, y las intervenciones militares en momentos clave, mantuvieron vivo un modelo poscolonial disfrazado de alianza.
Hoy, ese modelo enfrenta su momento más crítico. Golpes de Estado recientes en el Sahel, la formación de la Alianza de Estados del Sahel (AES), la expulsión de tropas francesas y el avance de potencias como Rusia, China y Turquía están redefiniendo el tablero africano. En este contexto, la crisis de la Francáfrica no es solo una ruptura diplomática, sino una señal de que África busca emanciparse plenamente de los lastres coloniales. Comprender este proceso es clave para interpretar el nuevo orden multipolar que emerge, en el que el continente africano ya no es un terreno de influencia pasiva, sino un actor que exige voz propia.