En el capítulo anterior, hablamos sobre la ideología de Corea del Norte, el Juche, una visión que combina el socialismo con el nacionalismo para construir una autarquía y tejer alianzas estratégicas con países como Rusia. Ahora nos adentramos en un terreno igualmente fascinante: el Nacional-Bolchevismo. Esta ideología, con mayor presencia en Rusia, demuestra que en política los opuestos pueden encontrarse, mezclarse y crear algo nuevo.
Cuando pensamos en conceptos como nacionalismo e internacionalismo, o socialismo y capitalismo, tendemos a ubicarlos en extremos irreconciliables, casi como el bien y el mal. Sin embargo, la historia nos enseña que las ideologías son elementos flexibles que, en manos de un estratega político, pueden moldearse para servir a un propósito mayor. Esto es lo que hace el Nacional-Bolchevismo: desafía el eje tradicional de izquierda-derecha que analizamos en el primer capítulo, para proponer un modelo híbrido que, dependiendo del prisma desde el cual se observe, puede parecer tan revolucionario como confuso.
¿Fascismo en el Comunismo?
El término «Nacional-Bolchevique» apareció en la década de 1930, acuñado por el filósofo alemán Karl Otto Paetel, quien buscaba fusionar el nacionalismo alemán con el marxismo-leninismo. Su propuesta, llamada Nacionalismo Revolucionario, no era un simple capricho ideológico, sino un intento por encontrar un camino propio entre los polos del fascismo y el comunismo. Paetel, de hecho, se opuso al régimen de la Alemania Nacionalsocialista, al que consideraba una herramienta de intereses extranjeros, y trabajó desde la resistencia para combatirlo.
El Nacional-Bolchevismo también encontró ecos en el movimiento conocido como «Strasserismo», liderado por los hermanos Otto y Gregor Strasser, figuras que estuvieron inicialmente ligadas al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Estos hermanos promovían una forma de socialismo nacionalista que terminó siendo incompatible con los intereses del partido hitleriano. Gregor Strasser, incluso, fue asesinado durante la Noche de los Cuchillos Largos, un evento que dejó claro que no había lugar para disidencias ideológicas en Alemania.
En el otro extremo, la Unión Soviética también mostró poca tolerancia hacia el nacionalismo, reprimiendo movimientos independentistas y fomentando una homogeneidad. Ejemplo de ello incluye la anexión de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania. En aquel entonces, cualquier expresión de identidad nacional era vista como una amenaza al proyecto comunista. Por lo tanto, el Nacional-Bolchevismo no encajaría como un tipo de fascismo ni un tipo de comunismo, sino que se inspira y nace como idea nueva.
¿Qué busca esta idea?
Esta ideología se presenta como una alternativa al liberalismo, el comunismo y el fascismo, aspirando a crear un modelo político propio. Busca mezclar elementos de la derecha, como la fortaleza del Estado y los valores tradicionales, con principios de la izquierda, como la justicia social y la propiedad colectiva de los medios de producción.
La economía bajo este modelo sería planificada, enfocándose en redistribuir la riqueza, fortalecer el bienestar social mediante servicios gratuitos como la educación y la salud, y priorizar el trabajo humano sobre el capital. Además, propone preservar las tradiciones culturales de las distintas etnias dentro de un territorio común, creando un «Gran Espacio» de desarrollo. En el contexto ruso, este espacio se traduce en el Eurasianismo, una integración simbólica y práctica de Europa y Asia bajo una sola idea.
Nacionales-Bolcheviques en la política rusa
En 1993, Eduard Limónov y Aleksandr Dugin fundaron el Partido Nacional-Bolchevique (PNB) en Rusia. Limónov, conocido por su poesía y su activismo político, desarrolló su visión antioccidental durante su tiempo en Estados Unidos y regresó a Rusia tras el colapso de la Unión Soviética. Fue arrestado en 2001 acusado de planear un levantamiento armado en Kazajistán, un evento que consolidó su fama de figura polémica y radical. Posteriormente, el partido sería disuelto para formar otro partido, esta vez llamado como La otra Rusia de EV Limonov.
Por otro lado, Aleksandr Dugin pasó a una etapa más académica, siendo considerado uno de los pensadores geopolíticos más influyentes de Rusia. Educado por un padre militar soviético, Dugin se dedicó a construir una nueva visión para la geopolítica rusa que quedó plasmada en sus numerosos libros, algunos de los cuales son lecturas obligatorias en las academias militares rusas. La BBC News lo consideró el «Rasputin de Putin», ya que se le atribuye una influencia directa en eventos históricos recientes, como la anexión de Crimea en 2014 y el apoyo ruso a las regiones separatistas del este de Ucrania.
El Nacional-Bolchevismo no es un experimento teórico sin consecuencias; es una ideología que ha influido en la política y la estrategia rusa contemporánea. En el siguiente capítulo, nos trasladamos a Venezuela para analizar la influencia ideológica de uno de los controvertidos asesores del expresidente Hugo Chávez y la revolución bolivariana.