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Software y Redes Sociales: Censura y Desinformación en la Geopolítica | LA INFORMÁTICA COMO ARMA GEOPOLÍTICA | Cómo las Plataformas Digitales se Utilizan para Manipular la Opinión Pública

Tabla de contenidos

En el capítulo anterior, analizamos cómo las Big Techs, esas gigantescas industrias tecnológicas, han tomado partido en conflictos globales y en las políticas internas de sus países. Ya sea porque sus líderes buscan salvaguardar los intereses de su nacionalidad a través de las corporaciones que dirigen, o por los contratos directos que firman para fortalecer la seguridad digital de sus gobiernos, el impacto de estas empresas es innegable. Pero dejando de lado esa esfera corporativa, ahora es el turno de profundizar en las redes sociales, esos espacios virtuales donde la interacción, el debate y la información se entremezclan con la censura y la manipulación.

Las redes sociales, diseñadas en principio como herramientas para conectar a las personas y fomentar el intercambio de ideas, han evolucionado en algo mucho más complejo. Hoy, estas plataformas son poderosos mecanismos de censura y manipulación, utilizadas tanto por gobiernos como por corporaciones y usuarios para moldear narrativas y controlar el flujo de información. Desde el silencioso «baneo en la sombra» hasta algoritmos que favorecen ciertos discursos sobre otros, el poder de las redes sociales ha redefinido el campo de batalla de la geopolítica moderna.

El Software como Herramienta de Control de la Información

La censura digital ya no se limita a prohibir publicaciones de manera directa. En su lugar, se ha perfeccionado a través del uso de algoritmos y programas que restringen sutilmente el alcance de ciertas ideas. Una técnica particularmente notable es el shadow banning, que reduce la visibilidad de ciertos contenidos sin eliminarlos por completo, confinándolos a un público muy reducido.

Un caso destacado ocurrió durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020, cuando seguidores de Donald Trump, y el mismo Trump, acusaron en sus tuits a plataformas como Twitter (ahora X) de aplicar estas prácticas contra él y su partido en 2018. Según sus declaraciones, tanto los tuits de Trump como los de sus aliados fueron deliberadamente suprimidos, limitando su alcance y repercusión. Este episodio puso de relieve cómo las redes sociales pueden convertirse en árbitros invisibles del debate público, levantando sospechas sobre la imparcialidad de estas plataformas.

La Censura Cultural

La censura en redes sociales también se manifiesta cuando ciertas ideas o narrativas predominantes se convierten en la norma aceptada, relegando a los disidentes a un segundo plano o etiquetándolos como anticuados o peligrosos. En nuestra serie Campañas Electorales en el Mundo, en el capítulo 7, citamos a Roger Scruton, quien argumenta que los movimientos progresistas actuales buscan, en su visión, una evolución social, pero desacreditan con términos despectivos a quienes no comparten su visión. Esto no solo ocurre en el ámbito político, sino también en temas culturales y éticos que se discuten en las redes sociales. El problema surge cuando los administradores de la red comienzan a ocultar, o incluso, a censurar puntos de vista distintos a las predominantes.

Por ejemplo, figuras como Jordan Peterson han enfrentado la suspensión de sus cuentas por comentarios considerados polémicos, como los realizados sobre la cirugía de amputación de pechos según reporta el portal Religión en Libertad en su artículo Twitter es woke: congela la cuenta a Jordan Peterson por un tuit que critica la amputación de pechos. Por otro lado, líderes como el ayatolá Alí Jamenei vieron cómo sus publicaciones sobre la desconfianza hacia las vacunas occidentales durante la pandemia de COVID-19 fueron retiradas de varias plataformas. Estas acciones plantean una pregunta inquietante: ¿están las redes sociales actuando como guardianes de la verdad, o simplemente reforzando las narrativas más convenientes para sus intereses?

El Uso de la Desinformación como Estrategia Geopolítica

Las redes sociales no solo censuran; también son un campo fértil para la desinformación. Gobiernos y actores privados emplean bots, trolls y programas automatizados para inundar el espacio digital con información distorsionada, moldeando percepciones públicas e incluso desestabilizando naciones. En Myanmar, por ejemplo, Facebook fue utilizada por el ejército para diseminar mensajes de odio contra la minoría Rohingya, exacerbando una crisis humanitaria que culminó en limpieza étnica, según el artículo de Amnistía Internacional titulado Myanmar: Los sistemas de Facebook promovieron la violencia contra la población rohinyá. Meta debe una reparación. Este caso muestra cómo las redes sociales pueden ser armas en conflictos internos con repercusiones internacionales.

China e Israel también han sido señalados por utilizar estrategias de desinformación para promover sus agendas geopolíticas. Una investigación de CNN detalla cómo China lleva a cabo la mayor operación de desinformación en línea conocida en el mundo para acosar a los estadounidenses, a través de redes sociales. Por su parte, el New York Times reveló que El Ministerio de la Diáspora financió cuentas falsas en redes sociales para difundir contenido a favor de Israel, incluyendo presión contra los legisladores estadounidenses para financiar al ejército israelí. Estos ejemplos subrayan cómo la manipulación digital no solo afecta a la política interna de los países objetivo, sino que también busca alterar las percepciones globales sobre derechos humanos, seguridad y conflictos territoriales.

Luego de todo lo visto, en el siguiente capítulo responderemos a una pregunta inquietante: ¿Las Big Techs nos vigilan?

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