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¿Quiénes son los Talibanes? Historia, Ideología y Situación en Afganistán

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En el complejo tablero geopolítico de Eurasia que contempla Medio Oriente y Asia Central, pocos nombres resuenan con tanta fuerza y controversia como el de los Talibanes. Desde su aparición en la década de los noventa, este grupo insurgente pasó de ser una milicia religiosa a convertirse en el poder dominante de Afganistán, desafiando no solo a gobiernos locales, sino también a las mayores potencias globales. La reciente decisión de la Corte Suprema de Rusia de retirar a los Talibanes de su lista de organizaciones terroristas marca un antes y un después en la diplomacia internacional, subrayando un proceso de legitimación que contrasta con el aislamiento impuesto por Estados Unidos y la Unión Europea.

Para entender la evolución de los Talibanes es necesario remontarse a los años ochenta, cuando Afganistán se convirtió en el epicentro de la guerra fría. La intervención soviética en 1979 desencadenó un conflicto que transformó a los muyahidines en combatientes islámicos financiados y armados por la CIA a través de la Operación Ciclón (Cyclone). Este apoyo, con miles de millones de dólares en recursos y armamento, no solo facilitó la expulsión de los soviéticos, sino que cimentó las bases para el surgimiento de los Talibanes como fuerza dominante en la región. Desde entonces, su ascenso al poder ha estado marcado por interpretaciones rígidas de la sharía, enfrentamientos geopolíticos y un control absoluto sobre las vidas de millones de afganos.

Talibanes y Estados Unidos
Combatientes del batallón Badri 313 de los talibanes recrean la icónica imagen del alzamiento de la bandera en Iwo Jima de 1945. Esta fotografía -difundida en agosto de 2021- simboliza una burla hacia Estados Unidos tras la retirada de sus tropas de Afganistán. En la imagen, los talibanes posan con equipo militar de origen estadounidense, destacando la ironía de usar los recursos del enemigo para emular uno de los símbolos más representativos de su victoria en la Segunda Guerra Mundial. (Fuente: Military Times)

Historia de los Talibanes

La historia moderna de Afganistán está marcada por el conflicto y la intervención extranjera. De hecho, Afganistán ha atravesado distintas invasiones a lo largo de su existencia por parte de imperios como el de Alejandro Magno o Gengis Khan. Empero, sería en 1979 cuando la Unión Soviética invadió el país con el propósito de sostener al gobierno comunista de Kabul frente a la creciente resistencia islámica. Este conflicto, que se extendió por una década, generó el surgimiento de los muyahidines, un grupo de combatientes islámicos respaldados por Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudita. Bajo el marco de la Guerra Fría, la CIA puso en marcha la Operación Cyclone, un programa multimillonario de financiamiento y armamento.

Tras la retirada soviética -en 1989-, Afganistán quedó sumido en una guerra civil entre las distintas facciones muyahidines que se disputaban el control del país. En medio del caos, surgió un movimiento liderado por estudiantes de escuelas religiosas islámicas (madrassas) en Pakistán, conocido como los Talibanes (plural de talib, que significa estudiante en árabe). Su objetivo era restablecer el orden y aplicar una interpretación estricta de la sharía. De hecho, en 1996, los Talibanes lograron tomar el control de Kabul, estableciendo el Emirato Islámico de Afganistán, donde impusieron un régimen teocrático basado en una visión ultraconservadora del Islam -a pesar de tener diferencias con las otras ramas sunitas como ya veremos-.

La mencionado operación es considerada una de las intervenciones encubiertas más largas y costosas de la CIA, fue una operación de inteligencia y contrainteligencia contra los soviéticos que destinó más de 3.000 millones de dólares en armas para los muyahidines. Durante este periodo, se gestó una alianza con líderes radicales, incluyendo a Osama bin Laden, quien llegó a Afganistán en 1984 y estableció la base de lo que sería Al-Qaeda. Bin Laden -quien era saudí- compartía la visión de un califato islámico global y brindó apoyo logístico a los Talibanes. La relación entre Estados Unidos y los muyahidines se tornó hostil tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, lo que desencadenó la invasión norteamericana a Afganistán.

Combatientes muyahidines durante la guerra de Afganistán en los años 80. La diferencia entre muyahidines y talibanes radica en su origen y objetivos: mientras los muyahidines eran una coalición de grupos armados con distintos liderazgos y enfoques ideológicos, cuyo fin era expulsar a las fuerzas soviéticas, los talibanes serían una de las facciones dentro de los muyahidines nacida oficialmente en 1994 sustentado en un movimiento de estudiantes religiosos (talib) con una agenda teocrática y un liderazgo centralizado, buscando imponer una interpretación estricta de la ley islámica (Sharía) en todo Afganistán. (Fuente: Enciclopedia Humanidades)

Ideología de los Talibanes

La ideología de los Talibanes está profundamente enraizada en el Deobandismo, un movimiento islámico ultraconservador originado en la ciudad de Deoband, India, en el siglo XIX. Esta corriente promueve un retorno a los principios fundamentales del Islam, rechazando la modernidad occidental y defendiendo una interpretación literal de la sharía. Para los Talibanes, la ley islámica no opera solo como un sistema judicial, sino que es un marco completo para organizar la vida social, económica y política. Durante su primer gobierno que profundizaremos más adelante, aplicaron castigos como amputaciones, lapidaciones y ejecuciones públicas, justificando estas prácticas como expresiones legítimas de la justicia islámica.

Los Talibanes buscan la creación de un Emirato Islámico en Afganistán, donde la sharía sea la ley suprema. Este objetivo no se limita solo a la política interna, sino que también incluye la idea de unificar a la Umma (comunidad musulmana global) bajo una interpretación estricta del Islam. A diferencia de otras corrientes islamistas como las yihadistas, los Talibanes han centrado su lucha en Afganistán interpretando el islam en un contexto propio para su realidad, sin mostrar un interés real por la expansión internacional, más allá de apoyar movimientos afines en Pakistán, como el Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP).

Los Talibanes representan una interpretación particular del Sunismo que los ha llevado a enfrentamientos directos con otras corrientes islámicas. Por un lado, han mantenido tensas relaciones con los salafistas wahabistas, que dominan ideológicamente en Arabia Saudita y grupos como ISIS o el mismo Al Qaeda; comparten un rechazo a las innovaciones en la religión, pero con diferencias en la estructura de poder y gobernanza. Por otro lado, los Talibanes han sido duramente criticados por su trato hacia los hazara, una minoría chiita en Afganistán que ha sido víctima de persecución y masacres. Las tensiones religiosas con Irán también han sido un punto constante de conflicto, aunque en los últimos años se han producido acercamientos diplomáticos impulsados por intereses estratégicos.

Los gobiernos talibanes

A lo largo de su historia, los Talibanes han gobernado Afganistán en dos periodos marcados por la controversia y el control. El primero entre 1996 y 2001, y el segundo iniciado en 2021 tras la retirada de las tropas estadounidenses. Estos dos momentos en el poder reflejan no solo la visión teocrática del grupo, sino también su capacidad para reorganizarse y recuperar el control territorial en un contexto de conflicto continuo. A continuación, se analiza cada uno de estos periodos, destacando sus políticas internas, sus relaciones internacionales y su impacto en la población afgana.

Primer Gobierno Talibán (1996-2001)

En 1996, los Talibanes tomaron el control de Kabul y establecieron el Emirato Islámico de Afganistán como ya hemos ido adelantando, imponiendo una interpretación rigurosa de la sharía. Durante este periodo, las mujeres fueron excluidas del ámbito educativo y laboral, y se les prohibió salir de sus casas sin un acompañante masculino. Las ejecuciones públicas y los castigos físicos, como amputaciones y lapidaciones, se convirtieron en un método de disuasión y control social debido a que son castigos contemplados en el Corán. Además, se cerraron cines, teatros y cualquier forma de entretenimiento considerado inmoral por el régimen.

El gobierno talibán no fue reconocido internacionalmente, salvo por Pakistán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Las políticas económicas se centraron en el narcotráfico y la producción de opio, que se convirtió en una de las principales fuentes de financiamiento del régimen. Asimismo, el vínculo era mayor con organizaciones yihadistas -cosa que cambiaría posteriormente- como el de Osama bin Laden y Al-Qaeda consolidó a Afganistán como un refugio para el terrorismo global, un hecho que culminaría en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Tras aquel evento traumático por el país norteamericano, la invasión liderada por Estados Unidos a finales de ese año, llamado Operación Libertad Duradera, marcó el final del primer gobierno talibán. La coalición internacional logró desmantelar el régimen en semanas, forzando a los líderes talibanes a refugiarse en Pakistán, desde donde continuarían su lucha insurgente durante las siguientes dos décadas.

Miembros de las fuerzas armadas afganas patrullan en vehículos militares Humvee, enarbolando la bandera tricolor de Afganistán, símbolo del Estado establecido tras la intervención internacional de 2001. Esta bandera, compuesta por franjas verticales en negro, rojo y verde, representa la soberanía afgana y su independencia del control británico en 1919. En contraste, la bandera de los talibanes, reinstaurada en 2021 tras la retirada de Estados Unidos, es un estandarte blanco con la Shahada en árabe («No hay más Dios que Alá y Mahoma es su mensajero»), reflejando el establecimiento del Emirato Islámico de Afganistán y su visión de un gobierno basado en la ley islámica (Sharía). (Fuente: Wikimedia Commons)

Segundo Gobierno Talibán (2021-Actualidad)

El regreso de los Talibanes al poder en 2021, tras la retirada de las fuerzas estadounidenses, fue un evento que sorprendió a la comunidad internacional por la rapidez y eficacia con la que retomaron el control de Kabul. Este nuevo mandato inició con promesas de un gobierno más inclusivo y moderado en comparación con su primera etapa, sin embargo, estas promesas se desvanecieron rápidamente. Las mujeres volvieron a ser excluidas de la educación superior y del mercado laboral, y las libertades individuales se vieron nuevamente restringidas.

La economía del país entró en una profunda crisis, agravada por la retirada de ayudas internacionales y el congelamiento de activos afganos en el extranjero. Sin embargo, los Talibanes encontraron apoyo en potencias regionales como China, Rusia e Irán, que vieron en el nuevo gobierno una oportunidad para influir en Asia Central. En 2025, la Corte Suprema de Rusia decidió retirar a los Talibanes de su lista de organizaciones terroristas, marcando un hito diplomático y abriendo la puerta a inversiones y cooperación económica.

A diferencia de su primer mandato, los Talibanes han mostrado un mayor interés por obtener legitimidad en el plano internacional, impulsando acercamientos diplomáticos con países clave de la región. Empero, Estados Unidos y la Unión Europea mantienen sanciones y restricciones, considerando que el régimen sigue violando derechos humanos y protegiendo a grupos extremistas.

Combatientes talibanes disfrutan de juegos mecánicos en un parque de diversiones en Kabul, tras la toma de la ciudad en agosto de 2021. Estas imágenes, que rápidamente se viralizaron en redes sociales, representan un claro ejemplo de propaganda visual alineada con tácticas de Operaciones Psicológicas (PSYOPS). Al mostrarse en situaciones lúdicas, los talibanes buscan proyectar una imagen de cercanía, humanidad y control sobre la capital afgana, intentando normalizar su presencia y restar impacto al temor internacional.

Situación actual de Afganistán

La situación actual de Afganistán bajo el control de los Talibanes está marcada por un complejo entramado de desafíos económicos, sociales y diplomáticos. Los Talibanes han enfrentado el reto de consolidar un régimen aislado por gran parte de la comunidad internacional, pero con alianzas estratégicas clave que han redefinido su posición geopolítica en Asia Central.

Reconocimiento por parte de Rusia y sus implicaciones

Uno de los eventos más significativos en la reciente historia del Emirato Islámico de Afganistán -como adelantamos- fue la decisión de Rusia de retirar a los Talibanes de su lista de organizaciones terroristas en 2025. Este movimiento, impulsado por una ley que permite la exclusión de grupos armados que cesen sus actividades delictivas y colaboren en la lucha contra el Estado Islámico del Jorasán (ISIS-K) -dado que la interpretación del islam por parte de los talibanes difiere con el de los wahabistas-, marcó un hito diplomático en el posicionamiento internacional de los Talibanes.

El reconocimiento por parte de Moscú no solo facilita el acceso a inversiones rusas, sino que también legitima al régimen en foros internacionales donde antes no tenía presencia. Además, Rusia ha impulsado negociaciones para incluir a Afganistán en proyectos estratégicos de infraestructura, como el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés), que pretende conectar Asia Central con Oriente Medio y Europa.

Sin embargo, este respaldo no ha sido replicado por Estados Unidos ni la Unión Europea, que mantienen a los Talibanes en sus listas de organizaciones terroristas y han impuesto sanciones que limitan el acceso del país a fondos internacionales. Esta división diplomática plantea un dilema sobre el futuro económico de Afganistán, que se encuentra en un limbo financiero y político.

Relaciones con Pakistán, Irán, China y la posición de Estados Unidos y la UE

La política exterior de los Talibanes se ha centrado en fortalecer sus lazos con potencias regionales que comparten intereses estratégicos en Asia Central. Pakistán ha sido históricamente un aliado clave, proporcionando refugio y apoyo logístico al movimiento desde sus inicios. La relación entre ambos es simbiótica; mientras Islamabad busca influencia en la política afgana, los Talibanes reciben respaldo militar y económico.

Con Irán, las relaciones han pasado de la confrontación sectaria en los años noventa a una cooperación pragmática en la actualidad. Ambos comparten la necesidad de estabilidad fronteriza y el interés por contrarrestar la influencia del Estado Islámico. China, por su parte, ha expresado interés en integrar a Afganistán dentro de su Iniciativa de la Franja y la Ruta, viendo en el país una vía estratégica para conectar sus inversiones en Asia Central.

En contraste, Estados Unidos y la Unión Europea han adoptado una postura de aislamiento, condicionando cualquier tipo de relación diplomática al respeto por los derechos humanos y la apertura política. Las sanciones impuestas sobre el sector financiero afgano y el congelamiento de activos en el extranjero han agravado la crisis económica del país, dificultando la reconstrucción y el acceso a servicios básicos para la población.

Representantes diplomáticos de Irán y el Emirato Islámico de Afganistán se reúnen en Kabul, en un gesto que refleja el reconocimiento informal y las relaciones bilaterales en evolución tras la toma de poder de los talibanes en agosto de 2021. Al fondo, se observa la bandera blanca del Emirato Islámico con la Shahada en árabe, símbolo del régimen talibán y de su visión teocrática basada en la ley islámica (Sharía). Este tipo de encuentros resalta el interés de Irán por mantener la estabilidad en su frontera oriental, a pesar de las diferencias correspondientes a sus ramas, siendo Irán una república islámica chií y los talibanes un movimiento predominantemente suní. (Fuente: Euronews)

Estado de los derechos humanos, situación de las mujeres, condiciones económicas y conflictos internos

Bajo el régimen talibán, la situación de los derechos humanos en Afganistán se ha deteriorado considerablemente a ojos de la comunidad internacional. Las mujeres han sido excluidas de la educación superior y de la mayoría de los espacios laborales, y se les ha impuesto el uso obligatorio del burka en público. Las restricciones a la libertad de expresión también se han intensificado, con la clausura de medios de comunicación independientes y la persecución de activistas opositores.

En el ámbito económico, Afganistán enfrenta una crisis sin precedentes. La retirada de ayudas internacionales, el bloqueo de fondos en el extranjero y las sanciones económicas han dejado al país en una situación crítica, con altos índices de pobreza y desempleo. A pesar de los esfuerzos por diversificar su economía, el narcotráfico sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos para el régimen, a través de la exportación de opio y heroína.

A nivel de seguridad, el principal desafío para los Talibanes es la presencia del Estado Islámico del Jorasán (ISIS-K), un grupo terrorista que ha intensificado sus ataques en las provincias del este del país. Este enfrentamiento representa un conflicto interno entre dos visiones radicales del islamismo, y ha provocado una escalada de violencia que amenaza la estabilidad del régimen.

Conclusiones

El regreso de los Talibanes al poder en Afganistán representa un cambio profundo en el equilibrio geopolítico de Asia Central. La retirada de Estados Unidos y la consolidación del Emirato Islámico de Afganistán no solo han reconfigurado el mapa del poder en la región, sino que también han expuesto las tensiones entre Oriente y Occidente en cuanto al reconocimiento y legitimación del régimen. Mientras Rusia, China e Irán estrechan lazos diplomáticos y económicos, Estados Unidos y la Unión Europea mantienen un cerco económico y político que condiciona el desarrollo del país.

Sin embargo, más allá de los movimientos estratégicos en el plano internacional, el impacto directo del régimen talibán se evidencia en la vida de los afganos. Las restricciones sobre los derechos de las mujeres, la represión de libertades individuales y la dependencia económica del narcotráfico subrayan los desafíos que enfrenta el país para integrarse plenamente en la comunidad internacional. El futuro de Afganistán sigue siendo incierto, y el desenlace dependerá de la capacidad de los Talibanes para equilibrar su interpretación de la sharía con las demandas de un mundo cada vez más globalizado y exigente en materia de derechos humanos.

Redacción Goberna

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