El Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP) representa una de las corrientes más singulares y controvertidas del pensamiento político en Medio Oriente. En el corazón del Levante en Eurasia, Siria ha sido durante siglos un nudo geopolítico estratégico. Desde sus desiertos orientales llegando a sus llanuras mediterráneas, este territorio ha sido codiciado por imperios, invadido por cruzados, reorganizado por diplomáticos coloniales y resquebrajado por guerras. Hoy, sigue siendo uno de los espacios más sensibles del tablero de Medio Oriente. Empero, más allá de las rivalidades externas, el conflicto sirio también ha sido alimentado por sus propias tensiones internas ideológicas, étnicas y confesionales.
En este escenario convulso, donde el islamismo político, el nacionalismo panárabe y los intereses tribales chocan en forma permanente, el papel del Partido Social Nacionalista Sirio -SSNP por sus siglas en inglés- ha sido tan silenciado como influyente. Fundado en el siglo XX con una visión radicalmente distinta al panarabismo tradicional y a la interpretación del islam, el SSNP apostó por una “Gran Siria” unificada, secular y modernista, enfrentándose tanto al islamismo como a otras formas de nacionalismo llegando a ser parte en la actualidad del Eje de la Resistencia. Para comprender su rol, hay que entender primero la historia de Siria, marcada por las ruinas de sus imperios y la violencia de sus renacimientos ideológicos.
Historia de Siria
Desde la Edad del Bronce, Siria ha sido cuna y cruce de civilizaciones. Los amorreos, arameos, hititas, fenicios y asirios dejaron su huella en una región cuya complejidad cultural fue moldeada por imperios sucesivos que incluyen a los persas, griegos, romanos, bizantinos y árabes. Damasco, una de las ciudades más antiguas del mundo -y actual capital de Siria-, fue centro del califato omeya en el siglo VII, lo que consolidó a Siria como epicentro del islam clásico. El dominio otomano, a partir del siglo XVI, impuso una estructura imperial que permitió cierta autonomía local, pero que no eliminó las fracturas sectarias y étnicas entre alauitas, suníes, chiíes, cristianos, drusos y kurdos.
Tras la caída del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, la partición colonial franco-británica convirtió a Siria en un laboratorio de fronteras artificiales e identidades impuestas. La lucha por la independencia se entrelazó con el surgimiento de nuevas élites ideológicas. Durante la segunda mitad del siglo XX, el país osciló entre breves experimentos democráticos, golpes militares, intentos unionistas con Egipto (como la efímera República Árabe Unida) y el ascenso de corrientes nacionalistas como el baazismo, que busca construir una Siria laica, socialista y panarabista. En 1963, el Partido Baaz da un golpe de Estado, y en 1970, Hafez al-Assad consolida el control. Dicho control perduró con su hijo Bashar al-Assad hasta que fue derrocado.
Aunque el Baaz impuso un modelo autoritario basado en el nacionalismo árabe, el socialismo y el centralismo estatal, no logró eliminar la pluralidad política y religiosa del país que fue un foco de tensiones. Aunque los grupos nacionalistas alternativos -como el SSNP-, así como sectores comunistas e islamistas chiitas, mantenían visiones distintas del Estado y la nación, muchos de ellos terminaron alineándose táctica o ideológicamente con el régimen baazista frente a una oposición dominada por facciones yihadistas como Hayat Tahrir al-Sham (HTS) –quién su líder es el actual presidente interino de Siria- y el Estado Islámico que ganaron mayor protagonismo tras la Operación Psicológica (PSYOPS) llamada Primavera Árabe en 2011.
Con el inicio de la Guerra Civil Siria- además del conflicto armado- surgió un campo de batalla narrativo. Pues lo que comenzó como una revuelta popular legítima, fue rápidamente cooptado por actores insurgentes con vínculos directos al terrorismo internacional. El mismo HTS tenía vínculos con Al-Qaeda, pero a través de una campaña de rebranding y una estrategia de comunicación por parte de occidente, su categoría de «organización terrorista» sería eliminada. Mientras tanto, la figura de Bashar al-Assad fue sistemáticamente demonizada en medios globales, descontextualizando su alianza con fuerzas como el SSNP, Hezbolá o sectores comunistas que ya mencionamos.
El SSNP: De movimiento ideológico a milicia activa
El Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP) fue fundado en 1932 en Beirut por Antoun Saadeh, un intelectual cristiano ortodoxo nacido en el Líbano otomano. Su objetivo no era el panarabismo, sino la creación de una “Gran Siria”, que incluiría Siria, Líbano, Palestina, Jordania, Irak, Chipre y partes de Turquía e Irán -como veremos más adelante-. Saadeh concebía a esta Siria histórica como una unidad cultural y geográfica, superior al concepto abstracto de “nación árabe”. Esta visión rompía con el discurso dominante del nacionalismo árabe de la época y proponía una síntesis entre secularismo, modernidad y autoritarismo centralizado.
Desde sus inicios, el SSNP fue objeto de persecución tanto por las autoridades coloniales francesas como por los gobiernos árabes. La organización se extendió clandestinamente por Siria y Líbano, cultivando redes militantes e intelectuales. En 1949, Antoun Saadeh fue ejecutado por el gobierno libanés tras un intento fallido de levantamiento armado, lo que convirtió al líder en mártir e intensificó el culto ideológico del partido. Durante las décadas siguientes, el SSNP osciló entre la clandestinidad y la colaboración táctica con regímenes como el sirio en operaciones de inteligencia y contrainteligencia, especialmente bajo Hafez al-Assad, aunque mantuvo siempre una identidad ideológica propia.
Durante la guerra civil siria, el SSNP activó sus alas militares y se integró de lleno a la defensa del régimen de Bashar al-Assad, operando como una fuerza paramilitar aliada. Desde 2012, sus combatientes participaron en frentes críticos como la Batalla de Homs, donde apoyaron el cerco a los bastiones rebeldes, y en Alepo, reforzando la ofensiva del ejército sirio contra grupos islamistas. En Damasco, su presencia fue clave para resguardar áreas residenciales de mayoría cristiana, particularmente en barrios como Bab Touma, donde el SSNP se presentó como garante del orden frente al avance de milicias como Jabhat al-Nusra o el Ejército Libre Sirio.
Además de combatir, el SSNP también se consolidó como una estructura militar formal dentro del mosaico lealista en la geopolítica, con jerarquías, campos de entrenamiento y mártires reconocidos públicamente. En varias ocasiones, sus milicianos fueron acusados de participar en represalias extrajudiciales, especialmente durante las limpiezas urbanas tras la recuperación de territorios en manos de insurgentes. Su discurso -basado en el deber, la patria y la palingenesia original- sirvió como sustento ideológico para justificar su accionar. En paralelo, su rama libanesa mantuvo presencia activa en el conflicto, cruzando combatientes desde el valle de la Bekaa y reforzando alianzas con Hezbollah.
Pensamiento del SSNP
A diferencia del panarabismo promovido por el Partido Baaz, el SSNP plantea una visión territorial basada en una identidad siria preislámica y posárabe, inspirada en los orígenes fenicios, asirios y mediterráneos de la región. La ideología del partido propone la formación de una «Nación Siria Natural», que trasciende la etnicidad y la religión, y se funda en la unidad geográfica, lingüística, cultural y económica del territorio del Creciente Fértil. En este marco, el islam no es un factor constitutivo de la identidad nacional, sino una religión entre otras dentro de una nación secular.
El SSNP propone una estructura estatal fuerte, centralizada, con elementos de socialismo económico, secularismo radical y nacionalismo cultural. En este sentido, comparte ciertos elementos con el baazismo -como el rechazo al imperialismo y al sionismo-, pero se distancia claramente en su rechazo al panarabismo y en su énfasis en una «Siria natural» como nación única. Estas diferencias han generado rivalidades con el Partido Baaz, especialmente en el Líbano, donde ambos grupos compitieron por influencia y control político.
A nivel doctrinario, el SSNP ha sido interpretado por algunos analistas como una forma de fascismo árabe o nacionalismo autoritario, debido a su culto al líder, su simbología (inspirada en el círculo giratorio que recuerda a la esvástica), su estructura jerárquica y su retórica de regeneración nacional. Empero, otros lo ubican más bien en el marco de los movimientos nacionalistas seculares poscoloniales que no están ni con una izquierda ni una derecha como analizamos en nuestro artículo sobre los fascismos y nacionalismos en Perú. Lo cierto es que su presencia en el siglo XII, mientras la mayoría de los partidos seculares han colapsado frente al islamismo, el SSNP ha logrado sobrevivir, militarizarse y adaptarse al nuevo mapa regional.
Milicianos, mujeres y disciplina en el SSNP
La web 14milimetros publicó una entrevista realizada a Zainab Khierbeck, un integrante de dicho partido donde desglosa desde la estructura del partido, pasando por sus ideales políticos y llegando hasta su estilo de vida en las milicias. En este subtítulo desglosaremos lo más impactante de la entrevista relacionado a la vida en el SSNP que es una forma de vida total. Los miembros son entrenados no solo para el combate físico, sino también para resistir psicológica e ideológicamente en un entorno dominado por el sectarismo, la guerra y la desinformación. La guerra civil en Siria sirvió como catalizador para la movilización de jóvenes que, como Zainab, veían en el partido un bastión secular en medio del caos.
Zainab representa una generación de mujeres militantes que rompieron con el rol pasivo al que tradicionalmente eran relegadas en el mundo árabe. Su incorporación activa a las filas del SSNP no fue simbólica pues muchas mujeres también participaron en tareas logísticas, propaganda de guerra e incluso enfrentamientos directos. Algunas de ellas murieron en combate y hoy son consideradas mártires. El testimonio de Zainab refleja la profundidad emocional del proyecto, ya que no era solo una causa política, era una comunidad que ofrecía sentido, pertenencia y destino.
El estilo de vida del SSNP gira en torno a cuatro palabras grabadas en su doctrina: libertad, deber, disciplina y poder. Estos valores son aplicados en la vida diaria como normas de convivencia, herramientas de formación y claves para resistir en medio de la devastación. Los militantes viven con rigor pues se someten a levantamientos tempranos, entrenamientos físicos, círculos de lectura política, austeridad y vigilancia constante. Pero lejos de la rigidez militarista vacía, esta rutina se experimenta como una vía de liberación del individuo frente al sectarismo religioso y el nihilismo contemporáneo. Para muchos jóvenes sirios, el SSNP no fue solo un refugio ideológico: fue el hogar en medio del colapso nacional.
Más allá del uniforme y el entrenamiento, la vida en el SSNP está profundamente marcada por una carga simbólica casi religiosa. Los mártires del partido son honrados como faros de la nación, sus nombres son repetidos en rituales colectivos y sus rostros adornan las paredes de las sedes regionales. Cada militante conoce de memoria el discurso final de Antoun Saadeh antes de ser ejecutado, y su imagen es vista como guía moral frente a la decadencia moderna. Las ceremonias de iniciación, los actos públicos y las reuniones formativas no solo refuerzan la cohesión política, sino que construyen una identidad emocional que trasciende la coyuntura.
Conclusiones
El SSNP representa una alternativa ideológica olvidada pero persistente en la geopolítica del Medio Oriente. A contracorriente del islamismo político y del panarabismo tradicional, su visión de una “Gran Siria” unificada, secular y preislámica lo convierte en un actor único en un entorno marcado por el sectarismo y el colapso institucional. Aunque su poder electoral o institucional sea limitado, su capacidad de movilización simbólica, su resistencia doctrinaria y su participación militar lo mantienen como una fuerza ideológica viva, con mártires, rituales y una narrativa de redención nacional que sigue interpelando a una parte de la juventud levantina.
En una Siria desgarrada por la guerra, donde los escombros del baazismo conviven con las ruinas del islamismo armado, el SSNP podría representar -paradójicamente- una opción de estabilidad ideológica frente al vacío. Su existencia nos recuerda que la lucha por el alma de Siria no es solo territorial, sino también cultural e identitaria. Mientras muchos proyectos se desmoronan ante la fragmentación religiosa, el SSNP sigue de pie -junto al Eje de la Resistencia-, envuelto en su torbellino rojo y negro, esperando que la historia vuelva a girar a su favor.