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Militarización de los Partidos Políticos: Estrategia de poder en el siglo XXI | CAMPAÑAS ELECTORALES EN EL MUNDO | Simbolismo Paramilitar en la Política

Tabla de contenidos

En el capítulo anterior, exploramos cómo los partidos políticos progresistas han desarrollado estrategias emocionales para atraer a votantes en el hemisferio occidental, destacando el éxito de las campañas “atrapa-todo” que apelan a todos los sectores de la sociedad, incluso, logrando que los partidos comunistas de antaño se incorporen en sus filas. Sin embargo, existe una táctica totalmente contraria y radical que ha moldeado el destino de naciones enteras: la militarización de los partidos políticos.

Cuando las palabras y promesas se desvanecen, las armas y la disciplina militar emergen como herramientas de persuasión y poder. En regiones marcadas por la guerra y la inestabilidad, los partidos militarizados no solo buscan votos; buscan controlar el destino de sus países. Estos movimientos convierten la fuerza, el orden y la seguridad en su oferta electoral, prometiendo aquello que los Estados débiles no pueden garantizar.

La militarización no solo genera lealtad entre sus seguidores; también es un arma de negociación que obliga a los gobiernos a tomar en serio su presencia. A veces, la capacidad militar supera incluso a la del propio Estado, consolidando su influencia no solo en las urnas y en el campo de batalla, sino también en la arena política y diplomática.

De partido a milicia: el caso del SSNP

En el complejo mosaico político de Oriente Medio, el Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP) destaca como un ejemplo de transformación radical. Fundado en 1932 con un ideal pan-sirio, es decir, unificar a todas las etnias sirias en una Gran Siria, fue un movimiento que en sus inicios no tenía relevancia. Sin embargo, las décadas de conflictos en la región lo llevaron a adoptar un rol más activo y militarizado, especialmente durante la Guerra Civil Siria.

Este partido encontró en la guerra una oportunidad para legitimarse, presentándose como un defensor de la patria frente a amenazas internas y externas. La fuerza de su narrativa militarista lo convirtió en el segundo partido más importante de Siria hasta que perdió su fuerza tras la victoria de las fuerzas rebeldes en la guerra civil. No obstante, se ganó la confianza de una población que anhela seguridad y estabilidad, para el SSNP, la política es solo otro campo de batalla, y la supervivencia de su causa no depende de alianzas circunstanciales, ni siquiera de su relación con el anterior régimen de Bashar Al Assad, dado que, a pesar de ser aliados, se presentaban como una alternativa a su liderazgo.

De resistencia armada a poder político: El caso de Hezbollah

Hezbollah o el «Partido de Dios», nacido en los años 80 como una respuesta a la ocupación israelí del sur del Líbano, representa un ejemplo emblemático de cómo un movimiento armado puede evolucionar hacia un partido político. Tras finalizar la Primera Guerra del Líbano y firmarse el Acuerdo de Taif, que pedía desmilitarizar todas las milicias del Líbano, Hezbollah no acató esta cláusula argumentando que su lucha no era parte del conflicto interno, sino una «resistencia». Además, con el pasar de los años, sobre todo tras la Segunda Guerra del Líbano, Hezbollah logró un equilibrio entre su poderío militar y su papel legislativo, consolidándose como un actor político clave en el Líbano.

Lo que distingue a Hezbollah es su capacidad para combinar la fuerza militar, su participación en las elecciones parlamentarias, y un mensaje de resistencia y protección. Su influencia y su fuerza ha superado a la del propio ejército libanés, pero su objetivo nunca ha sido gobernar el país. Su misión, declarada y aceptada por muchos libaneses, es resistir frente a Israel y ser un bastión de seguridad para sus comunidades. Este delicado equilibrio ha permitido que Hezbollah se mantenga relevante durante décadas, navegando entre la legitimidad política y la fuerza paramilitar.

Del paramilitarismo las urnas: el caso de las FARC

En América Latina, el caso de las FARC en Colombia es un ejemplo paradigmático de cómo un grupo armado puede transitar hacia la política formal. Tras casi medio siglo de conflicto, el acuerdo de paz de 2016 marcó un hito al permitir su desmovilización y la creación de un partido político legal. Además, también permitió que otros grupos catalogados como guerrilleros con mismos fines gozaran de la misma legitimidad, dado que también ya se había firmado otro acuerdo de paz como el de 1990 con el M-19.

Aunque las cicatrices de la guerra aún están vigentes, las FARC y otros exguerrilleros han utilizado su narrativa de resistencia para atraer a sectores de la población que sienten que sus derechos han sido históricamente ignorados. Esta estrategia fue clave en la victoria de Gustavo Petro, exmiembro del M-19, en las elecciones presidenciales de 2022. El legado de lucha se convirtió en un símbolo que resonó con un electorado que buscaba un cambio.

De una relación con el paramilitarismo al liderazgo político: El caso de Sinn Féin

El conflicto en Irlanda del Norte también ofrece un ejemplo fascinante de esta transición. El Irish Republican Army (IRA) y sus distintas facciones como grupos paramilitares que lucharon por la reunificación irlandesa, mantuvieron una relación cercana con el partido Sinn Féin, incluso, considerado como el brazo político del IRA para ingresar en el ámbito legislativo como nos comenta explícitamente la BBC News en su artículo Qué es el Sinn Féin y qué supone su victoria electoral en Irlanda del Norte.

Uno de sus mayores logros fue la firma del Acuerdo de Viernes Santo en 1998, lo que marcó el inicio de un nuevo capítulo donde permitió formar un gobierno compartido en Irlanda del Norte con los unionistas (lado británico) y los nacionalistas, quienes quieren una Irlanda unida. Aunque el IRA se desmanteló, el Sinn Féin continuó su ascenso político, convirtiéndose en un actor central tanto en Irlanda del Norte como en la República de Irlanda. En 2020, su éxito electoral en el sur de la isla confirmó su relevancia y posicionó al partido como una fuerza clave en la búsqueda de una Irlanda unificada.

En el siguiente capítulo, cambiamos nuestro enfoque donde analizaremos el uso de los medios de comunicación en las campañas electorales.

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