En el capítulo anterior, exploramos cómo los discursos religiosos pueden convertirse en una herramienta política capaz de emocionar y movilizar a los votantes. Analizamos cómo estas estrategias funcionan en contextos tan diversos como sociedades cristianas, musulmanas e hindúes, consolidando la fe como un poderoso vehículo electoral. También, en el primer capítulo de esta serie, hablamos sobre el misticismo del militar como figura política, capaz de ganar elecciones.
Hoy damos un giro: ¿qué sucede cuando los militares, tras alcanzar el poder por la fuerza, optan por un camino democrático? Este fenómeno no es una contradicción, sino parte de estrategias calculadas para preservar poder y legitimidad. ¿Qué impulsa a un exdictador a someterse a las urnas? ¿Cómo logran persuadir a un electorado que antes no tenía opción?
La legitimación democrática
Manuel Odría, general peruano, llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1948. Pero al finalizar su mandato conocido como el «Ochenio de Odría» debido a la presión nacional e internacional, decidió probar suerte en el terreno electoral. Así nació el movimiento de los Odriístas, con el cual buscó consolidar su legado de orden y progreso. A pesar de quedar en tercer lugar en las elecciones de 1962, Odría ejemplifica la táctica de «legitimación democrática»: una maniobra en la que un líder que haya centralizado el poder busque transformar su control autoritario en aceptación popular mediante las urnas.
Chile ofrece otro caso fascinante. Augusto Pinochet, quien gobernó durante 16 años, convocó un plebiscito en 1988 para decidir si continuaría en el poder. Aunque perdió, su participación en un proceso democrático, le permitió garantizar su seguridad personal y preservar su influencia política. Al aceptar las reglas del juego democrático, Pinochet mantuvo su legado vivo entre sus seguidores, asegurando su posición como senador vitalicio y jefe del ejército.
La transición controlada: entre la reforma y el exilio
En Filipinas, Ferdinand Marcos protagonizó una de las transiciones más icónicas del siglo XX. Tras 21 años en el poder, enfrentó crecientes presiones internas y externas que lo llevaron a negociar su salida. Este tipo de transición implica un delicado equilibrio: si el régimen busca mantener elecciones controladas o realiza reformas para ceder gradualmente el poder, en lugar de ser derrocado violentamente, puede conservar legitimidad. Si pierde, se asegura un «plan B», como negociar con las naciones aliadas para evitar represalias legales, entre ellas, una ruta de escape.
Para Marcos, el desenlace fue el exilio en Hawái dado que los Estados Unidos apoyaron su régimen. Aunque su salida marcó el fin de su régimen, continuó ejerciendo influencia a través de contactos políticos en Filipinas. Este patrón de transición controlada, donde los líderes aseguran su supervivencia política desde las sombras, se repite en casos como el de Fidel Castro. Según Jose Tarano en su artículo para Patria de Martí titulado La Falsa Transición Democrática en Cuba: Un Análisis del Régimen Castrista, Castro promovió reformas democráticas simbólicas que, en realidad, mantuvieron el poder en manos de la élite militar.
El pasado como una carta a jugar en elecciones
Lejos de ser una carga, el pasado militar puede convertirse en una ventaja electoral. Los exmilitares cuentan con una red de lealtades en las fuerzas armadas que les permite construir poderosas máquinas electorales cuando deciden participar en la guerra electoral. Su experiencia en la organización, disciplina y movilización les da una ventaja significativa frente a los políticos tradicionales.
El caso de Jerry Rawlings en Ghana ilustra esta dinámica. Tras liderar dos golpes de Estado, Rawlings colgó el uniforme y se presentó como candidato en elecciones democráticas, ganándolas. Su éxito radicó en su habilidad para capitalizar la confianza de las fuerzas de seguridad y promover un discurso basado en reformas económicas y sociales.
En el siguiente capítulo, analizaremos la existencia de los Partidos Comunistas en cada país y de su persistencia en la sociedad contemporánea luego del colapso soviético.