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Doctrina de las Tres Guerras: Las Operaciones Psicológicas Chinas

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En una noche tranquila sobre el Mar Meridional de China, un buque de la armada china proyecta por altavoces un mensaje retumbante en varios idiomas. Las olas llevan las palabras a las costas disputadas: “Estas aguas nos pertenecen desde la antigüedad; resistirse es inútil.” A miles de kilómetros, en Twitter y Facebook, cuentas vinculadas a Beijing inundan las redes con mapas de la “línea de nueve trazos”. Sin disparar un solo tiro, China libra ya una batalla silenciosa. Detrás de escenas como esta subyace la doctrina china de las “Tres Guerras” –la guerra psicológica, la guerra de opinión pública (mediática) y la guerra legal– una estrategia integral para “vencer sin combatir”, al más puro estilo de Sun Tzu.

A continuación, exploramos la evolución de estas tácticas desde Mao hasta Xi, su comparación con los enfoques de EE.UU. y Rusia, casos concretos en que Beijing ha desplegado estas armas sutiles, y las voces clave que han descifrado sus secretos.

La línea de los nueve trazos, pintado de verde, delimitando la reivindicación China en el mar meridional.

Evolución histórica de la doctrina de operaciones psicológicas en China

Cuando pensamos en guerra, imaginamos ejércitos, armas y batallas. Pero en China, la guerra no siempre ha necesitado pólvora. Desde tiempos imperiales hasta la era digital, su estrategia ha evolucionado con un principio inquebrantable: vencer sin combatir. En el siglo XX, esta idea tomó forma con Mao Zedong, quien entendió que el control de las mentes podía ser más poderoso que el control del territorio. Para él, la revolución no solo se libraba en los campos de batalla, sino en la conciencia de las masas. Aprovechamos en adjuntar nuestro resumen subido en YouTube.

Mao y su política antes que balas

Desde sus inicios, el Partido Comunista Chino entendió que la guerra se gana tanto en la mente como en el campo de batalla. Mao Zedong enfatizaba que el Ejército Popular de Liberación (EPL) no era solo una fuerza militar, sino “un cuerpo armado para llevar a cabo las tareas políticas de la revolución”, luchando no simplemente por combatir sino para afianzar el poder político revolucionario.

Durante la Guerra Civil China y la Guerra de Corea en los años 50, el EPL empleó intensamente la propaganda para minar la moral enemiga con altavoces exhortando a las tropas nacionalistas o de la ONU a rendirse, panfletos prometiendo buen trato, y mensajes que glorificaban la causa comunista. Mao se apoyó en el “trabajo político” como arma decisiva: consolidar el apoyo de las masas, dividir al enemigo desde adentro y “desintegrar” su voluntad de resistir.

Estas ideas quedaron inscritas en las normas internas del EPL. Ya en 1963, los reglamentos militares urgían “organizar la guerra de opinión pública, la guerra psicológica y la guerra legal; hacer un buen trabajo para desintegrar al enemigo y prevenir sus esfuerzos por sembrar discordia”. En otras palabras, mucho antes de codificar formalmente las “Tres Guerras”, el EPL de Mao practicaba una guerra política total: la combinación de propaganda, subversión y manipulación legal para alcanzar sus objetivos.

Propaganda aniversario 60 años del ejercito voluntario chino en la Guerra de Corea (Fuente: Observatorio de la Política China)

Formalización de las “Tres Guerras”.

Tras la Guerra Fría, con China emergiendo como potencia, sus líderes adaptaron estas tácticas milenarias a la era informativa. En 2003, la Comisión Militar Central (CMC) y el Comité Central del Partido Comunista aprobaron enmiendas a las Regulaciones de Trabajo Político del EPL que introdujeron explícitamente el marco de las “Tres Guerras” (三种).

Este hito marcó la institucionalización oficial de: (1) la guerra psicológica, enfocada a influir en la mente de los adversarios; (2) la guerra de opinión pública (o mediática), dirigida a dominar la narrativa en los medios y la percepción global; y (3) la guerra legal, también llamada lawfare, que busca emplear la ley (nacional e internacional) como herramienta para legitimar las acciones propias y desacreditar las del enemigo.

La doctrina, inspirada en el principio de Sun Tzu de “subyugar al enemigo sin luchar”, pretende socavar instituciones internacionales, reconfigurar fronteras y manipular los medios globales sin necesidad de enfrentamiento convencional. En 2005, la CMC profundizó esta estrategia al ratificar directrices específicas (纲要) para implementar las Tres Guerras, incorporándolas en la educación y entrenamiento del EPL. Desde entonces, todos los soldados y oficiales chinos aprenden que el campo de batalla no solo está en tierra, mar o aire, sino también en las noticias de la televisión, en las redes sociales y en los tribunales internacionales.

Foto que muestra un pelotón de como parte de la estructura básica del Ejército Popular de Liberación (Fuente: CGTN)

Reformas bajo Xi Jinping

El ascenso de Xi y la modernización militar trajeron reorganizaciones que reforzaron estas capacidades. En 2015, la CMC emprendió una gran reforma estructural del EPL, creando la Fuerza de Apoyo Estratégico (Strategic Support Force, SSF) para integrar la guerra electrónica, cibernética, espacial y de información bajo un mismo mando. Al mismo tiempo, el antiguo Departamento General Político – encargado tradicionalmente de las operaciones psicológicas y propaganda – se transformó en el Departamento de Trabajo Político dependiente directamente de la CMC.

Esta reorganización buscaba que las Tres Guerras fueran conducidas de forma aún más coordinada con las operaciones militares conjuntas. Beijing entiende que en los conflictos modernos, las fronteras entre paz y guerra se difuminan; por ello, sus doctrinas enfatizan preparar el “campo de batalla perceptual” incluso en tiempos de paz. La información se convierte en un dominio de combate en sí mismo. De hecho, en 2010 el propio EPL destacaba que sus capacidades convencionales seguían siendo insuficientes para “ganar guerras informatizadas locales”, por lo que era crucial potenciar las operaciones psicológicas y de influencia para compensar brechas militares.

Así, bajo la guía de Xi, China ha invertido en unidades especializadas de propaganda en redes, ejércitos de comentaristas en línea (conocidos como la “brigada de los 50 céntimos”), medios estatales globales como CGTN o Xinhua para proyectar su narrativa, y marcos legales nacionales que apoyen sus posiciones (por ejemplo, la Ley de Seguridad Nacional de 2015 con un concepto expansivo de amenazas a la “unidad y soberanía”).

Mapa de china donde se muestran las instalaciones del SSF conocidas en China

La Academia de Ciencias Militares y la teoría de las Tres Guerras

Los estrategas chinos no han dejado estas ideas en mera práctica, sino que las han desarrollado en su literatura militar. En la prestigiosa obra Science of Military Strategy (Ciencia de la Estrategia Militar) de la Academia de Ciencias Militares (edición 2013), se resaltó que las Tres Guerras actúan como un “multiplicador de fuerza” tanto en conflictos armados como en escenarios políticos o diplomáticos. Este texto introdujo el concepto de “huayuquan” (话语权) – literalmente “derecho al habla”, pero interpretado como poder discursivo o autoridad para controlar la narrativa. Según los estrategas chinos, ganar la batalla dialéctica y de percepciones es tan importante como la victoria en el terreno.

Para lograr ese huayuquan, debe usarse de forma integrada la guerra de opinión, psicológica y legal, combinándolas de manera que se refuercen mutuamente. En 2014, la Universidad Nacional de Defensa publicó un manual docente titulado “Introducción a la Guerra de Opinión Pública, Guerra Psicológica y Guerra Legal”, calificando las Tres Guerras como “una gran innovación” en el trabajo político del EPL e incluso desarrollando una verdadera “ciencia de las Tres Guerras”. Este manual explora las misiones, desarrollo histórico, fundamentos teóricos, principios y tácticas de estas formas de guerra, indicando cómo el EPL estudió precedentes tradicionales (los engaños estratégicos de la China antigua) e incluso observó las prácticas análogas en las fuerzas estadounidenses para refinar su doctrina.

Se enfatiza que el objetivo primordial de las Tres Guerras es “influir y dirigirse a la psicología del adversario usando la información y los medios como armas”, incrementando el “poder blando” de China y preparando el terreno para el éxito en futuros conflictos. A medida que la guerra evoluciona hacia la “informatización”, estas técnicas han traspasado sus modelos tradicionales, volviéndose un componente orgánico de la estrategia nacional y militar china, presente tanto en la paz como en la guerra.

Fotografía de los soldados pertenecientes al Ejército Popular de Liberación mientras estudian un documento (Fuente: Noticias de ayer)

Funciones y principios operativos

Las doctrinas oficiales chinas detallan cómo aplicar las Tres Guerras. Entre las funciones clave que el EPL atribuye a estas operaciones están: controlar la opinión pública, debilitar la determinación del adversario, transformar sus emociones, guiar psicológicamente su pensamiento, desorganizar sus filas, y fortalecer la defensa psicológica propia. En tiempos de crisis, se busca “tomar la iniciativa” en el frente informativo (ganar la ventaja inicial o 先机) bombardeando al mundo con la versión china de los hechos antes que el adversario pueda reaccionar.

Los principios básicos incluyen coordinar estrechamente estas guerras con la estrategia política y diplomática nacional, integrar acciones en tiempos de paz y de guerra, y mantener una postura ofensiva en el dominio informativo – es decir, pegar primero con propaganda y argumentos legales para moldear el campo de batalla moral.

Llegado el caso de un conflicto abierto, esta preparación pretende que el EPL pueda golpear con las narrativas ya a favor, tal como un ejército que ocupa las alturas antes de la batalla. No es casual que el EPL defina las Tres Guerras como operaciones en el “dominio cognitivo” (认), donde la información es la munición principal. Si se ejecutan correctamente, estas acciones pretenden “establecer condiciones favorables para la victoria final” incluso antes del primer combate.

Psyops en conflictos pasados

China ha aplicado elementos de guerra psicológica -precisamente operaciones psicológicas (PSYOPS)– y propaganda en numerosos enfrentamientos a lo largo de su historia moderna. En la Crisis del Estrecho de Taiwán de 1958, por ejemplo, tras semanas de bombardeo artillero a la isla de Quemoy, el EPL instauró una táctica inusual: en días alternos en vez de explosivos disparaba proyectiles cargados con folletos de propaganda hacia las posiciones nacionalistas, instándoles a “ver la luz” de la patria comunista.

Durante la guerra sino-india de 1962, los soldados chinos usaron altavoces en las montañas del Himalaya para dirigirse a las tropas indias, buscando desalentar su resistencia con mensajes en hindi – una táctica que, según veteranos, logró desconcertar a más de un centinela en aquellas noches gélidas-. Décadas después, en los choques fronterizos con India, Beijing desempolvó este truco: en 2020, en medio de la tensión en Ladakh, el EPL colocó altavoces en la orilla del lago Pangong Tso y sorprendió a los soldados indios haciendo sonar canciones en idioma punjabí y discursos en hindi sobre la inutilidad de su misión:

“¿Por qué pasar hambre y frío por los caprichos de sus líderes en Delhi?”, rezaba la voz transmitida, buscando minar la moral de las tropas rivales.

Los comandantes indios reconocieron con humor que sus hombres quedaron perplejos ante esas melodías enemigas en Punjabi, aunque resistieron el intento de manipulación. La ironía es que los chinos ya habían empleado estos altavoces en 1962 y en choques de 1967 (Nathu La) para debilitar la voluntad india; confirmando que las lecciones de la guerra psicológica trascienden generaciones en el EPL.

Soldados indios desmoralizados portando sus rifles la frontera, 1962.

Asimismo, en la guerra relámpago contra Vietnam en 1979, tras arrasar pueblos fronterizos, las tropas chinas ofrecían sacos de arroz “humanitario” a los aldeanos vietnamitas supervivientes como parte de su táctica psicológica. El mensaje implícito era: “China castiga a los gobernantes de Hanói, pero es amiga del pueblo”. Aunque dichos gestos difícilmente consolaron a la población, muestran cómo Beijing combinaba dureza militar con gestos propagandísticos para moldear las percepciones durante el conflicto.

Del ideario revolucionario de Mao, pasando por la formalización en 2003, hasta las reformas de la era de Xi, China ha construido un formidable aparato de guerra psicológica y de información. Este opera en sinergia con sus fuerzas militares convencionales, con el objetivo declarado de “ayudar a ganar la guerra antes de la guerra”. Pero China no es la única potencia con doctrinas de este tipo. ¿Cómo se comparan sus Tres Guerras con las estrategias de operaciones psicológicas de información de Rusia?

Rusia: la guerra de información y el arte de la maskirovka

Si China ha desarrollado una guerra política integral y EE.UU. mantiene la persuasión estratégica con guantes de seda, Rusia empuña la batuta del engaño con maestría centenaria. La doctrina rusa de guerra informativa hunde sus raíces en la tradición soviética de las “medidas activas” (aktivnye meropriyatiya) de la KGB y en el concepto militar de maskirovka (маскировка), que significa literalmente “enmascaramiento” o engaño. Durante la Guerra Fría, Moscú desplegó agresivas campañas encubiertas para influir en la opinión pública global –desde financiar movimientos “por la paz” en Occidente hasta difundir teorías conspirativas (como la infame desinformación de que el VIH fue creado por la CIA)-.

Estas operaciones, llamadas medidas activas, abarcaron un amplio espectro de subversión: propaganda negra, creación de organizaciones fachada, apoyo a insurgencias y diseminación de noticias falsas; reflejando una mentalidad de “guerra permanente” en la que no existe una clara distinción entre tiempos de paz y guerra. Como señala el analista Mark Galeotti, para la cultura estratégica rusa el mundo está lleno de amenazas ocultas y “la mejor defensa es un buen ataque”, lo que convierte a la injerencia encubierta y la desinformación en elementos centrales de la lucha geopolítica moderna de Moscú.

En lo militar, maskirovka ha sido parte integral del arte operacional ruso desde la Segunda Guerra Mundial. Consiste en despistar y sorprender al adversario mediante engaños en todos los ámbitos: camuflaje físico, operaciones de distracción, desinformación estratégica y tácticas de confusión. La Unión Soviética logró épicas sorpresas militares –como la ofensiva de Stalingrado en 1942 o la invasión de Checoslovaquia en 1968– gracias a elaboradas cortinas de humo informativas. En la era actual, los planificadores rusos han ampliado maskirovka hacia la esfera cibernética y mediática: su doctrina habla de “война в информационной сфере” (guerra en el ámbito informativo), dividida en componentes técnicos (ciberataques, guerra electrónica) y psicológicos (propaganda, manipulación de medios).

Tanques soviéticos en la Plaza de la Ciudad Vieja durante el periodo de la Primavera de Praga (Licencia Wikimedia Commons)

Los generales rusos, incluido el jefe del Estado Mayor Valeri Gerasimov, han teorizado que en los conflictos contemporáneos “los métodos no militares (políticos, informativos, económicos) pueden ser más efectivos que las armas tradicionales”, en proporción incluso de 4 a 1 en ciertas fases. La aplicación práctica quedó a la vista en 2014 con la anexión de Crimea y la intervención encubierta en el este de Ucrania.

Rusia combinó operaciones psicológicas de alto calibre – inundando a la población rusoparlante de Crimea con propaganda sobre “defenderse de fascistas ucranianos”, utilizando medios estatales globales como RT y Sputnik para posicionar la narrativa rusa, y negando descaradamente la presencia de sus tropas (“hombrecitos verdes”) hasta lograr un hecho consumado – con acciones militares quirúrgicas sin insignias. Este enfoque, calificado de “guerra híbrida”, mostró cómo Moscú usa la duda y la ambigüedad como armas: al confundir al adversario y a la comunidad internacional sobre lo que realmente ocurre, paraliza la respuesta.

Diferencias clave en objetivos, herramientas y enfoques

Aunque China, EE.UU. y Rusia utilizan operaciones psicológicas/informativas, sus objetivos estratégicos difieren. China las emplea para construir poder nacional y disuadir sin combatir, afianzando las posiciones del Partido Comunista a nivel doméstico e internacional. Sus Tres Guerras apuntan a “ganar la batalla de la narrativa” en disputas territoriales y geopolíticas, legitimando sus acciones (guerra legal) y desalentando a sus rivales de oponerse (guerra psicológica), todo mientras moldea la opinión pública global a su favor (guerra mediática).

Rusia, por su parte, usa la guerra informativa de manera más ofensiva para debilitar a sus adversarios desde dentro: su meta suele ser erosionar la unidad de la OTAN y la Unión Europea, desacreditar la democracia occidental y proyectar poder en su vecindario sin desencadenar una respuesta militar directa. Busca crear confusión y sembrar discordia – un juego de suma cero donde toda división en el campo enemigo es ganancia para Moscú

Estados Unidos, a su vez, cuenta con enormes recursos mediáticos (Hollywood, CNN, redes sociales dominantes) que aunque no son controlados por el gobierno, a menudo favorecen la difusión global de narrativas afines a Occidente. Sin embargo, sabemos por operaciones como Mckingbird o el rol de la USAID como estos canales pueden ser utilizados de forma indirecta.

En conclusión, China ha doctrinado la influencia como un arte operacional permanente, “tan crucial como las operaciones militares”, integrada en su planificación desde el más alto nivel. Rusia la concibe como un arma asimétrica para compensar debilidades convencionales y alcanzar objetivos políticos agresivos bajo el umbral de la guerra abierta, una prolongación de la lucha de la KGB por otros medios. 

Casos específicos de aplicación de la doctrina china

Las Tres Guerras de China no son solo teoría: han sido empleadas en múltiples teatros recientes. A continuación, examinamos casos concretos donde Beijing ha desplegado la guerra psicológica, mediática y legal en busca de ventajas estratégicas, desde los mares de Asia-Pacífico hasta las redes sociales globales y las iniciativas internacionales como la Nueva Ruta de la Seda.

Mar Meridional de China: Islas artificiales y batalla legal-mediática

En las aguas disputadas del mar de la China Meridional, las olas no solo llevan buques de guerra, sino también una intensa guerra de narrativas. Un ejemplo dramático ocurrió en 2016, cuando la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya desestimó las reclamaciones chinas sobre el 90% de este mar. Antes, durante y después de ese fallo, Beijing desató una ofensiva psicológica y mediática sin precedentes. A medida que imágenes satelitales y aéreas revelaban cómo China había construido islas artificiales militarizadas.

Por ejemplo, en el arrecife Mischief en las Spratly, donde en 2015 dragas chinas convirtieron un atolón sumergido en una base con pista aérea, sus voceros inundaban los medios estatales y foros internacionales con el mensaje de que esas obras eran en “territorio chino soberano” y puramente civiles. Cuando llegó el momento del arbitraje internacional promovido por Filipinas, China libró principalmente una guerra legal y de opinión: declaró que el tribunal no tenía jurisdicción y que el proceso era un “teatro político”.

Tras el veredicto adverso, la maquinaria propagandística se puso en marcha: el Ministerio de Relaciones Exteriores chino y la prensa oficial tacharon el fallo de “farsa” y afirmaron que en realidad China defendía “la verdadera justicia y el espíritu del derecho internacional” al rechazarlo. Es decir, voltearon la tortilla legal acusando al tribunal de socavar la ley, intentando así neutralizar el efecto del golpe jurídico en la percepción global. Paralelamente, la guerra mediática incluyó la difusión de mapas históricos (algunos discutibles) para convencer a la opinión pública de la legitimidad histórica china, campañas en redes sociales y la publicación de un libro blanco gubernamental exponiendo punto por punto la posición legal de Beijing.

Una de las islas artificiales del archipiélago Paracelso, ubicada en el arrecife de Mabini, donde China ha desarrollado infraestructuras militares. (Fuente: ABC)

La guerra psicológica también estuvo presente en el terreno: buques guarda costas chinos realizaron patrullas agresivas cerca de las islas disputadas, hostigando a pesqueros de países rivales para imponer un hecho consumado de control marítimo. Cada vez que Vietnam o Filipinas protestaban, China respondía con comunicados nacionales llenos de indignación patriótica, movilizando a su población en apoyo (elemento de guerra de opinión interna) y enviando un mensaje de disuasión a sus vecinos:

“No se atrevan a desafiar a China con la ayuda de potencias externas, porque la voluntad china es inquebrantable.”

Beijing incluso empleó la diplomacia económica (prometiendo o retirando inversiones) para presionar a países del sudeste asiático a que no respaldaran públicamente el fallo de La Haya –una forma sutil de lawfare económica-. El resultado: aunque jurídicamente China perdió ese caso, en la realidad consiguió que varios actores internacionales adoptaran posturas más cautelosas o neutrales.

La “guerra legal” le permitió justificar su rechazo al fallo, la “guerra de opinión” amplificó su narrativa de soberanía indiscutible en medios globales (incluso en revistas científicas donde ha logrado infiltrar menciones a la “línea de nueve trazos” para darle pátina académica), y la “guerra psicológica” sobre el terreno hizo que países más pequeños se lo piensen dos veces antes de arriesgarse a un enfrentamiento naval. China ganó tiempo y consolidó sus posiciones, demostrando la efectividad combinada de las Tres Guerras en un escenario de alta tensión internacional sin escalar a guerra abierta.

Cartel propagandistico a favor de Xi Jinping donde se ve el mar. (Fuente: Chineseposters.net)

Taiwán: Intimidación psicológica y manipulación mediática en la “guerra cognitiva”

Pocas cuestiones son tan sensibles para Beijing como Taiwán, y en ningún otro lugar despliega China con tanta intensidad su arsenal completo de operaciones psicológicas y mediáticas. Desde la década de 1950, la República Popular ha bombardeado -literalmente- a Taiwán con propaganda (como los proyectiles de folletos mencionados con anterioridad al inicio de este artículo) y figurativamente con mensajes de hermandad y amenaza. En la actualidad, la estrategia se ha refinado en lo que el gobierno taiwanés denomina “guerra cognitiva” por parte de China.

Esta campaña combina amenazas militares directas -por ejemplo, ejercicios de la fuerza aérea china que irrumpen en la zona de identificación aérea de Taiwán a un ritmo casi diario para desgastar la moral y la paciencia de la isla– con operaciones encubiertas de desinformación en redes sociales destinadas a socavar la confianza de la población taiwanesa en su gobierno y en EE.UU., su principal aliado.

Un episodio ilustrativo ocurrió en 2018-2019: circuló ampliamente en redes taiwanesas un rumor de que Estados Unidos planeaba traer 20.000 marines a Taiwán, acompañado de imágenes falsas de desembarcos, lo que provocó debates acalorados y miedo a una guerra. Investigaciones posteriores revelaron que fue una operación de desinformación probablemente orquestada por fuentes vinculadas a China para generar pánico y presentar al gobierno de Taipei como imprudente por “provocar” a China con tropas americanas.

Otro caso se dio durante la campaña presidencial taiwanesa de 2020, donde noticias falsas y memes difamatorios inundaron internet atacando a la presidenta Tsai Ing-wen (hostil a Beijing) y favoreciendo al candidato más pro-chino. Se reportó que miles de cuentas inauténticas, originadas en la China continental, impulsaban estas narrativas. Aunque Taiwán, una sociedad altamente digitalizada, está bastante alerta a estas tácticas, la cantidad y sofisticación de la propaganda china ha supuesto un desafío serio a su democracia.

Desde el 4 de agosto hasta el 7 de agosto de 2022, el Ejército Popular de Liberación de China llevará a cabo importantes ejercicios militares y actividades de entrenamiento, incluidos ejercicios con fuego real, en estas áreas marítimas y su espacio aéreo delimitado por líneas de unión. Esto sería una PSYOPS para demostrar que Taiwan es militarmente más debiles, por lo que deberán ceder ante las pretensiones de China. (Fuente: OpenStreetMap contributors and Wikimedia maps contributors, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=121398320)

Beijing también recurre a la guerra legal y diplomática para aislar a Taiwán: presiona a los pocos países que aún reconocen a la República de China (Taiwán) para que rompan lazos, invocando el principio de “una sola China” – una forma de lawfare diplomático para negar legitimidad internacional a la isla. Cada vez que un líder extranjero interactúa con Taiwán, China emite protestas oficiales y a veces sanciones simbólicas (por ejemplo, prohibiendo importaciones selectivas del país infractor) para sentar precedente legaldiplomático de que Taiwán no tiene atributos de soberanía.

De hecho, en los medios chinos, Taiwán es descrita sistemáticamente como una “provincia rebelde” destinada a reunificarse – un mensaje tanto para audiencias externas como internas, que prepara el terreno psicológico para una eventual acción. Pero quizás la manifestación más dramática de la guerra psicológica china hacia Taiwán son las constantes demostraciones de fuerza militar mediáticas. En 1995-96, durante la tercera crisis del Estrecho, China lanzó misiles al mar cerca de Taiwán y llevó a cabo ejercicios anfibios, acompañándolos de retórica belicista en los medios estatales, para asustar a los votantes taiwaneses en vísperas de sus primeras elecciones libres.

En años recientes, las llamadas incursiones de “enjambre” de aviones PLA en torno a la isla – seguidas cada vez por videos oficiales mostrando los misiles armados bajo las alas y pilotos declarando lealtad al Partido – buscan transmitir a la población taiwanesa la futilidad de resistirse. Es un mensaje de doble filo: por un lado, intimidar (guerra psicológica de coerción: “mira nuestro poder, tu defensa es débil”); por otro, influir en la opinión pública internacional presentando los ejercicios como respuestas necesarias a “provocaciones separatistas”.

Tras la visita de Nancy Pelosi a Taipéi en 2022, Beijing combinó fuego real alrededor de la isla – creando un bloqueo simbólico – con una tormenta informativa: relatos de “castigo merecido a los secesionistas”, publicación de mapas de zonas de exclusión, y diplomáticos chinos argumentando en TV global que EE.UU. había violado la soberanía china. En paralelo, ciberataques atribuidos a China derribaron temporalmente sitios web gubernamentales taiwaneses y se infiltraron en pantallas de estaciones de tren con mensajes contra Pelosi, mostrando la integración de la guerra cibernética con la psicológica.

Fotografía de las delegaciones estadounidenses y taiwanesas. Se dio durante la visita de Nancy Pelosi, en ese entonces presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. (Fuente: 總統府 – 08.03 總統接見美國聯邦眾議院議長裴洛西訪團一行, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=121363950)

En síntesis, el caso de Taiwán exhibe un combate multidimensional continuo. Cada taiwanés es blanco de esta guerra invisible: desde el soldado que recibe mensajes de texto anónimos urgiéndole a “desertar cuando llegue la unificación”, hasta el ciudadano común expuesto a noticias aparentemente inocuas en Facebook pero empujando narrativas pro-Pekín. La meta de Beijing es que, llegado el momento decisivo, la isla esté psicológicamente debilitada, con su gente dividida o resignada, y la comunidad internacional confundida o neutralizada – ganando así, o facilitando, una victoria sans bataille.

Frontera sino-india: Tensiones en el Himalaya y altavoces en la noche

En las heladas alturas del Himalaya, donde China e India mantienen disputas fronterizas de décadas, Beijing ha trasladado también su doctrina de guerra psicológica y mediática. El enfrentamiento más reciente en el valle de Galwan (Ladakh, 2020) –donde soldados de ambos bandos se enzarzaron en combates cuerpo a cuerpo –no solo fue una prueba de fuerza física, sino de voluntad. Tras el mortal choque de junio de 2020, China se embarcó en una calculada campaña para controlar la narrativa y presionar a la India en múltiples frentes.

A nivel mediático, los portavoces y medios estatales chinos evitaron divulgar detalles de sus propias bajas durante meses (posiblemente para no admitir debilidad), mientras difundían imágenes y vídeos mostrando a tropas indias capturadas o heridas, con el fin de proyectar superioridad. La televisión central china (CCTV) emitió con gran fanfarria condecoraciones a los “mártires” chinos de Galwan solo después de que la versión de los hechos se hubiera asentado a su favor, presentando a China como víctima de una incursión india y enfatizando la respuesta patriótica ejemplar de sus oficiales.

Al mismo tiempo, en redes sociales chinas se desencadenó una ola de nacionalismo – en buena parte orquestada – exigiendo mano dura contra India, algo que el Partido podía modular a conveniencia como carta de presión.

Mapa de la disputada región de Cachemira, creado por la CIA en 2004 y alojado en la Colección de Mapas de la Biblioteca Perry-Castañeda de la Universidad de Texas en Austin.

La guerra psicológica tuvo manifestaciones insólitas: como ya narramos, en septiembre de 2020 soldados chinos colocaron altavoces en puntos de la frontera y pusieron música popular india (canciones punjabíes) y mensajes en hindi dirigidos a las tropas indias, recordándoles el frío inclemente que se avecinaba y cuestionando la sabiduría de sus líderes políticos. La intención aparente era “ablandar” la moral del adversario con un toque culturalmente familiar para ganar su atención, seguido de propaganda desmoralizadora.

Aunque los indios lo tomaron con humor, este episodio muestra la creatividad táctica del EPL en PSYOPS, reciclando métodos usados en conflictos del siglo XX con giros modernos. Al mismo tiempo, Beijing libró una guerra de opinión global culpando a India de la crisis: sus embajadas emitieron declaraciones, documentos y mapas defendiendo que Galwan siempre fue chino, y acusando a India de expansionismo. Esto iba acompañado de lawfare: China se escudó en interpretaciones selectivas de acuerdos fronterizos previos para argumentar que la India violó la frontera – una postura legalista para reforzar su posición diplomática.

Además, la propaganda interna china sobre la relación con India pintó a este país como un socio díscolo al que había que “enseñar una lección” -recordando la narrativa de la guerra de 1962-. Los medios chinos resaltaron supuestas debilidades económicas de la India, diciendo que Nueva Delhi provocaba el choque para desviar la atención de problemas domésticos. Incluso en plena pandemia de COVID-19, artículos chinos destacaban las cifras de contagios en India y la “debilidad” del gobierno Modi –un mensaje sutil para el público global de que China, en comparación, era fuerte y estable-.

La respuesta india incluyó vetar decenas de aplicaciones móviles chinas -como TikTok- invocando seguridad nacional –un contraataque en la guerra legal/económica digital– y acercarse más a Estados Unidos. diplomáticamente. Pero notablemente, ambos países intercambiaron también golpes propagandísticos en redes: mientras medios chinos y cuentas afines ridiculizaban la infraestructura india o su ejército, en India surgieron campañas ciudadanas para boicotear productos chinos y hashtags nacionalistas.

En este conflicto prolongado, la batalla psicológica continúa: China sigue reforzando su posición fronteriza no solo con carreteras y tropas, sino con antenas, señal de celular e incluso torres de altavoces, para dominar el ambiente informativo en la línea de control actual. Cada negociación de desescalada va acompañada por artículos en Global Times (diario estatal beligerante) advirtiendo que China “no cederá ni una pulgada de tierra sagrada” y que India sufriría “consecuencias graves” si presiona demasiado – un lenguaje calculado para influir en el cálculo político de Nueva Delhi. Una vez más, la fuerza sin forma de la influencia complementa a las divisiones blindadas apostadas en las cumbres.

Redes sociales y desinformación global: La nueva Gran Muralla digital ofensiva

En el siglo XXI, las redes sociales se han convertido en un campo de batalla prioritario para la guerra de opinión pública china. Aunque internamente China blinda su internet con la Gran Muralla Cortafuegos, externamente ha desplegado un vasto ejército digital para moldear la narrativa global en favor del Partido Comunista. Un caso paradigmático fue la pandemia de COVID-19. En los primeros meses de 2020, cuando el virus se originó en Wuhan, la propaganda china inicialmente trató de censurar información. Pero rápidamente giró a una ofensiva global: bots y diplomáticos chinos difundieron teorías conspirativas insinuando que el virus podría haber sido introducido por militares estadounidenses durante unos juegos deportivos en Wuhan.

Esta acusación, lanzada en Twitter por un portavoz de Exteriores chino, fue un ejemplo claro de desinformación ofensiva –sin evidencia, pero buscando sembrar duda y desviar la culpa. No obstante, esto no ha evitado que algunos medios documenten que, acusaciones similares de Estados Unidos contra China, sean refutadas por ellos mismos– Al mismo tiempo, China llevó a cabo la llamada “diplomacia de las mascarillas”: envió ayuda médica a decenas de países afectados y se aseguró de que cada entrega tuviera amplia cobertura mediática, con etiquetas #ChinaAid trending, presentándose como salvador internacional.

Cualquier crítica sobre la gestión inicial china o la opacidad de sus datos fue contrarrestada ferozmente por el aparato mediático de Beijing, acusando a los críticos de racismo o politización. Esta combinación de generosidad publicitada y contraataque narrativo refleja la ejecución de la guerra de opinión pública: ganar corazones con actos visibles y ganarse las mentes neutralizando narrativas negativas.

Topología simplificada de la gran firewall de China (Fuente: De torproject.org – https://media.torproject.org/image/community-images/, CC BY 3.0 us, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19151217)

Autores y documentos clave que revelan la estrategia china

La naturaleza encubierta y compleja de la guerra psicológica china ha atraído la atención de numerosos expertos, think tanks y agencias de inteligencia. Diversos analistas occidentales han desmenuzado la doctrina de las Tres Guerras y sus implicaciones, aportando luces sobre esta “guerra en la sombra”. Entre ellos, destacan figuras como Timothy L. Thomas, Dean Cheng, Michael Pillsbury y Peter Mattis, cuyos estudios – junto con publicaciones oficiales y documentos filtrados – conforman la base de conocimiento sobre el tema.

  • Timothy L. Thomas: Ex analista de la inteligencia militar del Ejército de EE.UU., Thomas ha investigado por décadas la “guerra informatizada” china. Ya en 2010 advertía cómo China aplicaba las Tres Guerras en el ciberespacio en casos como el choque con Google (cuando hackers chinos atacaron a la empresa): Thomas describió ese incidente como Beijing combinando operaciones técnicas con presión psicológica y legal para imponer su censura. En numerosos artículos (publicados en revistas militares como Parameters), diseccionó textos doctrinales chinos, revelando la obsesión del EPL por dominar las percepciones tanto como las batallas físicas. Fue de los primeros en traducir y difundir en Occidente términos como “zhixin quankong” (control sobre la totalidad de la mente del enemigo) presentes en escritos chinos. Su trabajo subraya la continuidad entre conceptos clásicos (Sun Tzu) y la estrategia actual de influencia de Beijing, ayudando a los planificadores occidentales a entender que enfrentan una forma sofisticada de “guerra política” permanente.
  • Dean Cheng: Especialista en asuntos de seguridad china del think tank Heritage Foundation, ha acuñado la frase “ganar sin luchar” para caracterizar la aproximación china. Cheng ha profundizado particularmente en la guerra legal (lawfare) china, describiendo cómo Beijing utiliza todo resquicio jurídico para su ventaja – desde interpretar selectivamente convenciones marítimas hasta redactar leyes domésticas (como la ley de Seguridad Nacional de Hong Kong) que luego impone de facto en la arena internacional. En informes como Winning Without Fighting: Chinese Legal Warfare, Cheng advierte que Occidente subestima esta dimensión. También ha explicado la guerra de opinión como la pugna por dominar la información que llega a audiencias clave: “es la lucha por lograr la superioridad en el escenario donde se implementa la guerra psicológica”– o sea, controlar los medios por donde se librará la batalla de la mente. Sus análisis en Heritage y testimonios ante el Congreso de EE.UU. han impulsado una mayor consciencia sobre la necesidad de contrarrestar la propaganda y lawfare chinas en organismos como la ONU.
  • Michael Pillsbury: Veterano académico de defensa y asesor gubernamental, Pillsbury es conocido por su libro The Hundred-Year Marathon (El maratón de cien años), donde argumenta que China sigue una estrategia centenaria para desplazar a EE.UU. como potencia global. En sus investigaciones, Pillsbury destaca cómo las enseñanzas de antiguos estrategas chinos (de la era de los Reinos Combatientes) influyen hoy en la dirigencia del PCCh. Resume nueve principios estratégicos extraídos de esos textos clásicos que Beijing aplicaría constantemente, varios de los cuales se relacionan con la guerra psicológica: “engañar al emperador para cruzar el mar” (engaño estratégico), “hacer ruido en el Este para atacar por el Oeste” (distracción, análogo a maskirovka), etc. Pillsbury sostiene que China ve la guerra informativa como un medio para “mantener al enemigo confundido, dividido y debilitado mientras China asciende”. Citando fuentes chinas, señala que ellos consideran herramientas como las Tres Guerras “armas de concepto nuevo” en su arsenal estratégico. En suma, Pillsbury alerta que Occidente ha sido ingenuo creyendo en la narrativa pacífica de China, cuando en realidad – según él – hay un plan deliberado en marcha donde la manipulación psicológica y la desinformación juegan un rol central para alcanzar la supremacía sin un enfrentamiento abierto.
  • Peter Mattis: Ex analista de la CIA y experto del Jamestown Foundation, Mattis ha enfatizado la primacía del Partido Comunista en la conducción de la guerra política china. En su influyente artículo “China’s Three Warfares in Perspective” (War on the Rocks, 2018), argumenta que para entender las operaciones de influencia chinas se debe partir del papel del Partido, no solo del EPL. Recuerda que el EPL es ante todo el brazo armado del Partido, cuya misión es crear y proteger el poder político del PCCh. Mattis contextualiza las Tres Guerras como parte de esa tradición de “guerra del partido”. Cita el histórico Discurso de Gutian de Mao en 1929 donde se fustigaba a quienes veían al ejército solo como fuerza militar y no como herramienta política, para demostrar que la mentalidad de combinar propaganda con operaciones viene desde los cimientos ideológicos del EPL. Sus escritos también examinan los cambios doctrinales – por ejemplo, cómo en 2003 se actualizó el Reglamento de Trabajo Político incorporando las Tres Guerras, y qué implicó esto en entrenamiento y planificación. Mattis y co-autores como Matthew Brazil también han investigado el papel del Departamento de Liaison del antiguo Departamento General Político (hoy absorbido) que conducía operaciones de influencia en el extranjero – desde apoyar movimientos maoístas en el Tercer Mundo durante la Guerra Fría, hasta los esfuerzos actuales de la United Front Work Department (Departamento del Frente Unido) en infiltrar comunidades chinas en el exterior. Todo apunta a un largo continuo histórico de “guerra política” china, cuyo último avatar son las Tres Guerras.
  • Publicaciones oficiales del EPL y documentos filtrados: Además de analistas occidentales, fuentes primarias chinas – ya sea oficiales o obtenidas por inteligencia – han sido cruciales para mapear esta doctrina. Destacan: la ya mencionada obra Science of Military Strategy (especialmente la edición AMS 2013 y la versión de la Universidad de Defensa Nacional de 2015), que dedicaron capítulos a las Tres Guerras; manuales como An Introduction to Public Opinion Warfare, Psychological Warfare and Legal Warfare (NDU, 2014), que proporciona una visión interna de cómo el EPL enseña estas materias a sus oficiales; y los Reglamentos de Trabajo Político de 2003 y 2010, cuyas secciones relevantes han sido traducidas y analizadas por expertos. En 2013, el Departamento de Defensa de EE.UU. preparó un informe llamado “China: The Three Warfares” traduciendo muchas de estas doctrinas, lo que reveló con claridad las definiciones chinas: guerra de opinión pública – dominar los medios y la propaganda para influir en percepciones; guerra psicológica – socavar la voluntad del enemigo, fracturar coaliciones y sembrar disenso; guerra legal – utilizar la ley nacional e internacional para obtener “superioridad legal” y arrebatar la legitimidad al adversario. Otro documento importante es el Libro Blanco de Estrategia Militar de China 2015, donde se menciona la intensificación de la “lucha en el dominio informativo”. Asimismo, análisis de inteligencia han señalado que organismos como el Departamento de Enlace (Liaison) del EPL, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Departamento del Frente Unido son los brazos ejecutores de estas operaciones a nivel internacional. Esto concuerda con observaciones de casos recientes – por ejemplo, se filtraron directrices internas chinas sobre cómo diplomáticos y medios deben contrarrestar críticas occidentales, evidenciando la coordinación centralizada.
  • Qiao Liang y Wang Xiangsui – “Guerra Irrestricta” (1999): Aunque no estaba en la lista de autores solicitados, merece mención este libro escrito por dos coroneles del EPL, que si bien es anterior a la formalización de las Tres Guerras, anticipó muchas ideas de guerra no convencional. “Unrestricted Warfare” proponía que China podía y debía usar todos los medios a su alcance – financieros, legales, de información, terroristas incluso – para compensar la brecha militar con EE.UU., ya que la guerra futura sería “sin límites ni fronteras definidas”. Esa mentalidad de “todo es campo de batalla” se refleja claramente en las Tres Guerras. El texto de 1999 inspiró a una generación de estrategas chinos a pensar fuera de los límites tradicionales, y el propio Michael Pillsbury lo popularizó en Occidente señalándolo como manual del plan de Beijing para socavar a EE.UU. Muchos expertos ven la Unrestricted Warfare como un precursor intelectual del concepto de “guerra híbrida” que hoy asociamos tanto a China como a Rusia.

Conclusión

La doctrina china de operaciones psicológicas y sus “Tres Guerras” es un testimonio de la adaptación de principios antiguos a la era moderna: El engaño estratégico de Sun Tzu a la manipulación en redes sociales, de las proclamas de Mao a las maniobras legales en La Haya. A lo largo de esta investigación hemos visto su evolución histórica, comparado su singularidad frente a las prácticas de Washington y Moscú, y analizado ejemplos vivos de su aplicación –desde altavoces en montañas remotas hasta campañas globales en Twitter-.

Lejos de ser meros conceptos, estas técnicas están redibujando las fronteras de la confrontación internacional: hoy el “campo de batalla” puede ser una sala de tribunal internacional, un canal de noticias de cable o la pantalla de tu teléfono móvil. China ha demostrado que se puede expansionar la influencia geopolítica “ganando sin luchar”, librando guerras invisibles donde lo que está en juego son las creencias, los relatos y la legitimidad. Sin embargo, este juego de sombras no está libre de riesgos: otras potencias responden con sus propias estrategias informativas, y la fina línea entre persuasión y manipulación puede alimentar recelos y conflictos no convencionales.

Entender la doctrina china de operaciones psicológicas – su historia, métodos y objetivos – resulta vital para discernir las dinámicas del poder en el siglo XXI. Como un general chino escribió: La suprema excelencia no consiste en ganar 100 batallas, sino en doblegar al enemigo sin luchar.” Beijing parece haber tomado esta máxima al corazón, librando tres guerras paralelas cada día, en cada rincón del mundo, para doblegar a sus adversarios antes de que estos sepan siquiera que están en guerra.

8 respuestas

  1. Estimado Roberto,

    Quiero agradecerte profundamente por el esfuerzo y la dedicación que pusiste en este análisis. Tu trabajo no solo nos muestra con claridad cómo China está gestionando sus estrategias de poder en la era digital, sino que también nos permite comprender la complejidad y modernización de su doctrina de las “Tres Guerras”. Es realmente inspirador ver cómo has logrado sintetizar la evolución histórica y las aplicaciones actuales en un análisis tan completo.

    ¡Gracias por compartir tu conocimiento y por ayudarnos a entender mejor la dinámica global en la que se mueve China hoy en día!

    Un cordial saludo, Rafael Moya

  2. Excelente análisis…

    Ciertamente, China ha perfeccionado su estrategia de dominio global sin recurrir a la guerra convencional, combinando influencia económica, manipulación narrativa y guerra legal. A diferencia de EE.UU., que emplea el poder blando y las sanciones, y Rusia, que apuesta por la desinformación y el conflicto híbrido, China opta por una guerra silenciosa de largo aliento. Esta estrategia le ha permitido consolidar su poder sin disparar un solo tiro, pero también es cierto que su éxito dependerá de la reacción global en las próximas décadas.

    Felicidades y que sigan los éxitos.

    1. ¡ Bienvenido siempre vamos! La voz de la opinión es medir para mejorar un excelente análisis . Cómo lengua materna » Popoluca soteapan Veracruz la evolución cultural la percepción de buen gobierno , la confianza siempre llevar indicaciones. México tiene tiene abrir puertas » Martin Cervantes dicen así una nueva de ver mundo . Donde proveedores y banca , fuerte de financiamiento , los bancos han generado condiciones más favorable para las empresas » los elementos se llevan excelente información . Quiero agradecer profundamente por el esfuerzo directamente como el crecimiento y esfuerzo al servicio y calidad económico siempre la dedicación q pusiste en este análisis . Tu trabajo no solo muestra con claridad como CHINA en todos país nos da una fotografía para identificar los recursos q tiene conjunto los datos completos ser consultados . Esta gestionando sus estrategias de poder en la era digital , sino q también nos permite comprender la complejidad y modernalizacion de su doctrina de las » TresGuerra » vives sin preocupaciones la finanzas de la revolución digital. Es realmente inspirador ver cómo has logrado sintetizar la evolución historia y las aplicaciones actuales en un análisis tan completo . Sobre la calidad y la eficiencia del aprendizaje online , especialmente de aquello q nunca han estudiado o enseñando online .Por lo tanto ,mucho del trabajo inicial va al díseño del aprendizaje online con lo mismo objetivo y estructuras q la enseñanza presencial para demostrar q la enseñanza online es » TAN BUENA» como la presencial ( q es lo q sugieren las investigaciones) Los Veracruz o México se necesita de la revolución digital la redes 5G es piedra angular .En un mundo cada vez más digitalizado, los cursos en línea se han convertido en una herramienta esencial para la educación y el desarrollo profesional » hacén falta más capacitación exclusiva y ayudarmas a destacar en este mercado en constante crecimiento . Objetivos del 5G es responder a la demanda de internet móvil y al incremento del consumo de video en celulares b, ya q este consumo mucho ancho de banda . Veracruz , México necesitas más invertir , es el nivel porcentual a la evolución del segmento cuenta con 5000.2 millones de líneas celular para sean operadores móviles virtuales para sean la mayor tecnología

  3. «Felicitaciones Roberto Bazán por su destacada labor como consultor político en Goberna. Su análisis profundo y estratégico sobre la doctrina china de las ‘Tres Guerras’ demuestra un enfoque riguroso y bien fundamentado, combinando historia, geopolítica y comunicación de manera excepcional. Es un gran aporte para comprender las dinámicas del poder global en el siglo XXI. ¡Éxitos en sus futuros proyectos!»

  4. La doctrina que expones claramente refleja la evolución de China hacia un poder que prioriza la dominación por influencia más que la «territorial» que podríamos graficar como «poniendo la bandera» en el territorio, básicamente explotan las brechas (aunque en Chile estamos investigando en la forma que ellos provocan esas brechas, sobre todo en los círculos de poder) y que van más allá de dominar la narrativa, constituyéndose en el gobierno invisible tras el poder local aparente.

    Artículos como este ayudan a masificar estas visiones para que el ciudadano común pueda entender este entramado truculento y asqueroso que no nos llevará a nada bueno para cada una de las naciones donde están actuando, sobre todo considerando la vocación totalitaria y esclavista de China.

  5. Gracias Roberto por el detallado análisis que es muy fácil de entender y comparar con las estrategias que siguen los gobiernos actuales usando esta Doctrina de las 3 Guerras para dividir, someter y legitimar los cambios que hacen en los sistemas políticos de Latinoamérica. Sin ahondar en detalles los tres ejes de la Doctrina que son la guerra psicológica, la mediática y la legal, se aplican perfectamente a cualquier sistema populista actual. Saludos

  6. EXCELENTE ANÁLISIS, DOCTOR BAZAN , ARTICULO MUY EXPLICITO EL QUE NOS HA PRESENTADO . EL CUAL NUTRE NUESTRO ACERVO,

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