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TikTok bajo control estadounidense: el acuerdo preliminar EE.UU.–China y lo que viene

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Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo preliminar (“framework”) para que TikTok pase a control estadounidense, con la bendición de Donald Trump y Xi Jinping tras una llamada el 19 de septiembre de 2025. La idea central: separar las operaciones de TikTok en EE.UU. en una entidad de propiedad mayoritaria norteamericana —con inversionistas como Oracle y fondos afines— para evitar el veto nacional ordenado por la ley “sale-or-ban”. Aún faltan detalles críticos (quién controla el algoritmo, cómo se licencia tecnología de ByteDance y qué porcentaje mantiene la matriz), pero el entendimiento político existe y se negocia contra el reloj.

Pekín, por su parte, reiteró su postura: respeto a sus normas de exportación tecnológica y a las “decisiones corporativas”, mientras admite que el acuerdo puede ser un “ganar-ganar” si se concreta sin discriminación a firmas chinas. En la práctica, esto deja abiertas tres incógnitas para las próximas semanas: la estructura final de propiedad, el régimen de datos y auditorías en EE.UU., y el alcance del licenciamiento del algoritmo bajo leyes chinas y estadounidenses. Todo ello ocurre con 170 millones de usuarios de TikTok en EE.UU. y en el marco de tensiones comerciales en otros sectores.

Historia del conflicto por TikTok

TikTok nace del ecosistema de ByteDance: primero como Douyin en China (2016) y luego como versión internacional en 2017. El salto global llega cuando ByteDance compra Musical.ly a fines de 2017 (entre US$800 millones y US$1.000 millones) y, en 2018, migra y fusiona cuentas con TikTok, catapultando la base de usuarios en EE.UU. y Europa. Esa maniobra convierte a TikTok en un actor dominante del video corto en Occidente en apenas un par de años.

El choque político arranca en 2020: Washington alega riesgos de seguridad nacional (acceso a datos y posible influencia de contenidos) y emite órdenes ejecutivas y procesos de CFIUS para forzar cambios estructurales. En paralelo, China actualiza su catálogo de control de exportaciones tecnológicas, incluyendo algoritmos de recomendación: cualquier traspaso sustantivo del algoritmo de TikTok requiere visto bueno de Pekín, lo que complica ventas totales y empuja a explorar fórmulas de licencia.

Para mitigar riesgos, TikTok lanza Project Texas: aislar datos de usuarios estadounidenses en Oracle Cloud, crear la filial U.S. Data Security (USDS) con personal en EE.UU. y reforzar auditorías de código y moderación. Aun así, el Congreso aprueba en 2024 la ley de “divest or ban” (PAFACA), y en 2025 la Corte Suprema respalda su constitucionalidad: ByteDance debe desinvertir o enfrentar la degradación/bloqueo de la app en tiendas de Apple y Google. Ese marco legal —junto a las negociaciones comerciales— nos trae al acuerdo preliminar de septiembre de 2025.

Claves del acuerdo: control, datos y gobernanza

El control es el corazón del “framework”: la operación estadounidense de TikTok quedaría en una entidad con mayoría de capital y control efectivo en EE.UU. (con asientos de directorio, voto de control y cláusulas de “golden share” para decisiones sensibles). La matriz mantendría participación económica limitada y derechos estrictamente acotados sobre tecnología licenciada. Para blindar la autonomía, se prevé un muro corporativo (ring-fencing) que separe finanzas, personal clave y roadmap del producto en EE.UU. respecto de cualquier injerencia externa.

En datos, el objetivo es pasar de “promesas” a arquitectura verificable: localización de datos de usuarios estadounidenses en infraestructura doméstica; acceso operativo restringido a personal verificado en EE.UU.; y auditorías continuas de código, flujos de datos y modelos de recomendación por terceros independientes. El estándar esperable es “zero-trust”: registros forenses inmutables, telemetría en tiempo real para detectar movimientos anómalos y programas de bug bounty ampliados. Además, se delimita el uso de datos para I+D: sin datasets mixtos con otras jurisdicciones ni exportación de señales que permitan reidentificación.

La gobernanza alinea compliance y supervisión pública: un Consejo de Seguridad y Confianza con expertos externos y capacidad de veto en riesgos sistémicos; reportes trimestrales a reguladores sobre acceso a datos, solicitudes gubernamentales y cambios en el algoritmo; y mecanismo de sanciones escalables (multas automáticas, limitaciones de producto o, en último recurso, suspensión de funciones) ante incumplimientos. Para reforzar la credibilidad, el acuerdo puede incorporar un consent decree multianual con métricas verificables (SLOs de seguridad, tiempos de respuesta ante incidentes y cobertura de auditoría) y una línea clara de “kill-switch” si se detecta interferencia externa.

El trasfondo legal: del “sale-or-ban” a la ventana actual

La presión sobre TikTok no es improvisada: en 2024, el Congreso estadounidense aprobó la Protecting Americans from Foreign Adversary Controlled Applications Act (PAFACA), conocida como la ley del “divest or ban”. Esta norma obliga a ByteDance a desinvertir en TikTok en EE.UU. o, de lo contrario, la aplicación quedaría prohibida en las tiendas de Apple y Google y su funcionamiento degradado en territorio norteamericano. En 2025, la Corte Suprema ratificó la constitucionalidad de la ley, cerrando el camino a demandas por libertad de expresión y confirmando que la seguridad nacional prima sobre las alegaciones de censura corporativa.

Esa validación judicial convirtió la amenaza en una realidad inmediata: ByteDance debía vender o perder el mercado estadounidense. Para ganar tiempo, la administración Trump otorgó extensiones limitadas a los plazos de ejecución, con la condición de mostrar avances tangibles hacia un acuerdo. Esa ventana —de semanas, no de años— es la que forzó el entendimiento político anunciado en septiembre de 2025. Hoy, el “framework” aparece como el único puente viable entre la letra dura de la ley y la necesidad práctica de evitar un vacío digital para 170 millones de usuarios en EE.UU.

Geopolítica de TikTok

En el tablero global, TikTok es mucho más que una app: es un activo de poder blando con 170 millones de usuarios en EE.UU., capaz de moldear conversación pública, comercio y cultura juvenil. El “framework” anunciado esta semana apunta a trasladar el control operativo a EE.UU. para desactivar el ban y reducir el riesgo de injerencia extranjera, pero deja interrogantes sobre propiedad, plazos y tecnología. La lectura estratégica en Washington es nítida: si una plataforma moldea opinión a escala, debe caer dentro de un perímetro regulatorio y de seguridad nacional estadounidense.

Para Pekín, ceder TikTok sin condiciones sentaría un precedente peligroso: haría más fácil que terceros países exijan “nacionalizar” o forzar ventas de compañías chinas por razones de seguridad. Por eso, China insiste en trato no discriminatorio y en respetar sus controles de exportación —especialmente sobre algoritmos de recomendación—, empujando fórmulas de licenciamiento en vez de transferencia plena del “cerebro” de la app. Ese punto —quién controla y audita el algoritmo— es el núcleo geopolítico: Washington quiere supervisión efectiva; Pekín, retener la IP estratégica.

El acuerdo, además, se inserta en una negociación mayor (tarifas, aviación, agricultura) y en un calendario político sensible antes de reuniones bilaterales de alto nivel. Señales desde la Casa Blanca y la prensa apuntan a una junta “american-dominated” para la filial de EE.UU. (6 de 7 asientos) y a un cierre en semanas si se plasman los términos; críticos advierten que, si China “se queda con el algoritmo” y solo lo licencia, podrían persistir dudas de seguridad. En cualquier caso, el “framework” evita —por ahora— el choque frontal de un apagón de TikTok en EE.UU. y reduce tensiones en el corto plazo.

Conclusiones

Si el “framework” se traduce en control efectivo, gobernanza local y auditorías duras, EE.UU. obtiene un modelo exportable para gestionar riesgos de apps extranjeras críticas sin matar la innovación ni castigar a creadores y marcas. El éxito dependerá de detalles verificables: composición del directorio, acceso al código, métricas de auditoría, régimen de datos y cláusulas de “kill-switch” ante incumplimientos.

Si, en cambio, el acuerdo se queda en gestos simbólicos —una nueva sociedad con bandera estadounidense pero dependiente del algoritmo licenciado—, el tema volverá al ciclo de demandas, presiones regulatorias y amenazas de ban. La pregunta clave para las próximas semanas no es “¿habrá acuerdo?”, sino “¿qué nivel de soberanía tecnológica concreta entrega ese acuerdo?”. Ahí se juega la geopolítica real de TikTok.

Un comentario

  1. Una reacción americana muy loable para sus intereses nacionales. PERO, PORQUÉ SOLAMENTE ELLOS, a los demás países NO LES INTERESA SU SEGURIDAD NACIONAL?.
    Particularmente, es una demostración que CHINA es un GIGANTE TECNOLÓGICO de primer nivel y que ya no existe MONOPOLIO absoluto. Como la Investigación y Tecnología avanzan, habrán “nuevas plataformas” pero NO SOLO DE ESTOS DOS ESTADOS sino de otros. NO SIEMPRE serán dos, tres o cuatro. HAY MUCHA GENTE INTELIGENTE en el mundo que está a la espera de una oportunidad. Y LA VA A TENER.

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