Bernardo Arévalo ha emergido como una sorpresa en las elecciones presidenciales de Guatemala, destacando por su enfoque progresista en contraposición a la tendencia conservadora prevaleciente en gobiernos anteriores. Arévalo, quien se ha presentado como un «candidato anticorrupción» que busca superar las estructuras políticas tradicionales, ha obtenido una victoria sólida con el 58% de los votos en la votación final.
La victoria de Arévalo ha sido celebrada “ampliamente” por sus votantes. Tras la victoria, el discurso de Arévalo enfatizó la importancia de restaurar la confianza en las instituciones y combatir la corrupción. Se refirió a su mandato como «el gobierno de la nueva primavera» y expresó su compromiso con el pueblo guatemalteco.
Arévalo ha enfrentado obstáculos en su camino hacia la presidencia. Surgieron dudas sobre su participación y asunción del cargo debido a investigaciones sobre su partido, Movimiento Semilla, que fue objeto de acusaciones de irregularidades en su creación por parte de la Fiscalía guatemalteca.
A pesar de las incertidumbres legales, Arévalo se mostró confiado y denunció lo que considera una “persecución política”. Su victoria contundente, según él, refleja el rechazo de los intentos de socavar su candidatura.
Arévalo, de 64 años y con experiencia diplomática, es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente democráticamente electo de Guatemala después de la Revolución de 1944. Su carrera política incluye cargos como cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores y embajador en España.
Uno de los pilares de la campaña de Arévalo ha sido su enfoque en la lucha contra la corrupción. Ha propuesto la creación de un gabinete anticorrupción y una comisión de vigilancia independiente del gobierno para abordar este problema persistente en Guatemala.
Arévalo ha elogiado el trabajo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en su lucha contra la corrupción. También ha manifestado su intención de pedir la renuncia de la fiscal general del país, Consuelo Porras, criticada por Estados Unidos y vinculada a la investigación de figuras anticorrupción.
El próximo presidente guatemalteco enfrentará desafíos significativos, incluida la mejora de las condiciones de vida de una población empobrecida y la lucha contra la desigualdad. A pesar de las expectativas generadas por su promesa de cambio, Arévalo deberá lidiar con sectores influyentes en la sociedad guatemalteca que resisten su agenda progresista.
En un Congreso mayoritariamente conservador y con limitados aliados, Arévalo deberá utilizar sus habilidades de mediación y negociación para impulsar sus políticas. Además, la continuidad de las investigaciones a su partido agrega un elemento de incertidumbre a su futuro gobierno.