La economía de Colombia atraviesa por uno de sus peores episodios en los recientes años. Por un lado, con la llegada de la pandemia del coronavirus, la economía desaceleró el año pasado, y consecuentemente, el Producto Interno Bruto (PIB) tuvo una caída del 6,8%, que muchos economistas catalogan como histórica. Agravando más esta situación, y tomando las cifras que reportó el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en el 2020, más de 21 millones de personas vivieron en condiciones de pobreza y más de 7,47 millones, en pobreza extrema.
Es precisamente, este panorama económico, que desde finales del 2019 se viene gestando con un conjunto de peticiones sociales. Es más, se tenía una necesidad de un ajuste fiscal que antecedía la pandemia, porque ya, a ese momento, la relación de deuda sobre el PIB había crecido bastante porcentualmente. Así, la llegada de la crisis sanitaria, generó una serie de gastos adicionales que se debían cubrir, tanto en temas de la salud como en lo social.
No es en vano que desde 2014 hasta la fecha, se han realizado ya tres reformas tributarias en Colombia, y que los intentos de recortes en gastos, que por cierto es tan flexible en el país, no haya tenido éxito. La economía, al igual que otros sectores de Colombia, está pasando por su punto más complejo. Alto desempleo, endeudamiento, paro, protesta, devaluación de la moneda, pobreza y desempleo, son apenas, unos de los muchos temas que muestran que, en Colombia existe una gran desconexión entre la sociedad y la clase política gobernante.
Por otro lado, algunas de las estimaciones sobre las grandes perdidas luego de un mes de paro, son aterradoras. El presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) dejó ver que van más de 880 millones de pesos (unos 237.324 USD al día de hoy). Asimismo, el Banco de la República, afirma que el impacto inicial del paro es “equivalente al 0,2 del PIB con efectos en baja de consumo, incremento de la inflación por el proceso de devaluación del peso frente al dólar y la presión sobre el gasto público”.
Si el valor de la moneda cae y el gobierno sigue gastando igual, nace la necesidad de una financiación con deuda. Pero tapar un hueco, generando otro, no es la mejor salida. Colombia está siendo a la fecha, uno de los países más endeudado de la región. El hecho que las entidades calificadoras de riesgo anunciaran la pérdida del grado de inversión en Colombia, pone al país en jaque. No solo porque perder el grado de inversión le quita la confianza al posible inversionista extranjero, sino porque hace a su vez, que las tasas de interés suban, así como también, una disminución en la capacidad de financiamiento para las empresas colombianas en el exterior. Esto sin contar que, también podrían afectarse todo los fondos privados de ahorro.
En medio de esta situación, la desinformación está distorsionando todo. Como si Colombia no tuviera dificultades, ahora se enfrenta a una batalla aún más dura y peligrosa: la manipulación de la información. El hecho económico, que es bastante preocupante, y el social, que necesita de atención inmediata, está siendo cambiados por una opinión vaga y alterada, hasta convertirse en una prolongación del conflicto en las redes sociales.