Conoce como funciona el Estado Plurinacional de Bolivia
A lo largo de la última década, se ha comenzado a evidenciar la movilización de diversas culturas en busca de su reivindicación, lo que refleja una representación de la diversidad de naciones. Este fenómeno obliga a considerar, de manera especial, el caso boliviano. En este contexto, se consolidaron dos proyectos fundamentales: por un lado, el del Estado nacional basado en ideas vinculadas al nacionalismo revolucionario, y por otro, el del Estado plurinacional.
Los elementos relacionados con el nacionalismo revolucionario continúan presentes en muchos de los argumentos de intelectuales y diversos grupos sindicales indígenas. El término «multiétnico y pluricultural» ha ido ganando fuerza, convirtiéndose en un concepto clave en la reconfiguración del panorama boliviano.
El 22 de enero es una fecha significativa para Bolivia, ya que conmemora la creación del Estado Plurinacional, un concepto que marcó un antes y un después en la historia del país. Sin embargo, es crucial analizar la realidad que yace detrás de este modelo político, que, si bien se presenta como un avance para la inclusión, también ha generado diversas tensiones en el panorama nacional.
La representación del Estado Plurinacional
El Estado Plurinacional fue concebido como un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional, Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Esta definición pretendía ser un reflejo de la diversidad del país, con el fin de reconocer los derechos de las naciones indígenas y las comunidades históricamente marginadas. Para muchos, representó una oportunidad de reivindicación para aquellos sectores que, a lo largo de la historia, habían sido excluidos. Sin embargo, es necesario cuestionar los verdaderos avances de este modelo, más de una década después de su implementación.
El inicio de una brecha histórica en torno a lo Plurinacional
El 22 de enero de 2010, Bolivia se constituyó como el primer Estado Plurinacional de América Latina, gracias a la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado, que fue ratificada en un referéndum el 7 de febrero de 2009. En esta fecha se prevé una celebración en la Plaza Murillo de La Paz, donde se congregarán organizaciones sociales y las 36 naciones indígenas que conforman Bolivia. Sin embargo, más allá de la celebración, surge la pregunta: ¿Qué avances reales ha generado el Estado Plurinacional para el país?
A pesar de la retórica sobre inclusión social y lucha contra la discriminación, que ha sido un pilar central del discurso oficial, diversos análisis, como el de *Los Tiempos*, han evidenciado un creciente descontento con respecto a la efectividad de este modelo. Por un lado, algunos critican que lo que se presenta como un Estado plurinacional en realidad refuerza un centralismo de poder, mientras que otros defienden la autonomía alcanzada por las naciones indígenas.
Avances y retrocesos actuales en la “construcción”
Cuando se habla del Estado Plurinacional, se aborda la conceptualización del indianismo, que, por ejemplo, propone el retorno al Tahuantinsuyo como un sistema comunitario basado en la unidad de la raza. Esta visión se refleja en la Constitución bajo el concepto de Democracia Comunitaria, que rige en el territorio.
De esta manera, la concepción multicultural de Bolivia promueve la coexistencia de diversas naciones, nacionalidades y pueblos. En este marco, no puede existir un Estado neutral, por lo que el Estado Plurinacional se presenta como la supuesta vía para acoger y valorar los distintos modelos de organización presentes en la sociedad boliviana.
El modelo de Estado Plurinacional ha promovido avances en términos de representación indígena, logrando una mayor inclusión de estos pueblos en el ámbito político y social. No obstante, este progreso ha tenido un costo: la polarización de la sociedad boliviana, que se ve dividida entre quienes se benefician de las políticas de inclusión y aquellos que perciben estas reformas como una amenaza a su estabilidad y la pacificación del país.
Conclusión
El Estado Plurinacional de Bolivia, a pesar de haber sido presentado como un hito de inclusión y justicia social, se enfrenta a una realidad compleja. Si bien ha logrado avances en el reconocimiento de las naciones indígenas anteriormente mencionado y en la ampliación de sus derechos, no ha logrado cerrar la brecha de divisiones internas. La prometida reconciliación nacional sigue siendo un desafío pendiente, y el modelo propuesto, en lugar de consolidar una unidad verdadera, ha orillado a nuevos conflictos. La transición hacia un verdadero Estado plural requiere no solo de reformas estructurales, sino también de un cambio cultural que promueva la convivencia armónica entre todos los sectores de la sociedad boliviana, más allá de la retórica oficial.
Por otra parte, aunque la Constitución establece que la economía social y comunitaria complementará el interés individual con el bienestar colectivo —un concepto clave para entender el funcionamiento del Estado Plurinacional—, este principio subraya la importancia de una integración armónica de las diversas realidades del país que hoy por hoy, se encuentran más divididas que nunca.
Un comentario
La denominación de Estado plurinacional no puede aplicarse a Bolivia porque no responde a la realidad nacional, en la que coexiste una simbiosis de costumbres – no culturas – que forman una sola cultura híbrida. Esta cultura híbrida presenta carencias estructurales que impiden identificarla como una nación. La cultura abarca aspectos como la religión, la moral, las artes, el protocolo, la ley, la historia y la economía de un determinado grupo.
En Bolivia, la religión predominante es la Católica-Cristiana, con la creencia en Jesucristo y en “Dios” como común denominador. En el ámbito moral, no hay diferenciación entre la población, que celebra más de 50 fiestas patronales anualmente, donde prima la cohesión social y el alto consumo de alcohol.
En cuanto a las artes, estas tienen un eje rector sin importar la ubicación geográfica, ya que la población es de característica “nómada”, emigrando de los llanos hacia el altiplano, sede de gobierno, en busca de empleo en la función pública, y viceversa, del altiplano hacia los llanos para ampliar su actividad comercial, mayormente informal. Este influjo migratorio lleva consigo costumbres y creencias, impregnándose de las existentes en su camino, perdiendo el sentido geográfico restrictivo.
El término «multiétnico y pluricultural» fue acuñado en España y tuvo un resultado desastroso en Bolivia, generando que gremios como sindicatos de transporte y comerciantes lo usen como escudo para reivindicar sus derechos, creando un cúmulo de oclocracias y deslegitimando la unidad de representación del presidente, quien debe acomodar sus políticas a la presión de diferentes bandos sectoriales, dejando de responder al interés nacional.
Por lo expuesto, se aprecia que todos coexisten sin que haya un kilómetro cuadrado de territorio nacional ocupado por una población que solo hable quechua, guaraní o aimara, sin hablantes de español, sin una iglesia católica o cristiana, y que prepare sus alimentos solo con insumos autóctonos de su región.
Respecto a la marginación de poblaciones, no es un acto de segregación o discriminación, sino que sus representantes gubernamentales, sus propios vecinos, solo se ocupan de la actividad política prebendal, dejando de lado las demandas de salud, educación, economía, producción e industria de sus regiones.
Respecto a su historia la misma al igual que en sud América es inexistente en el sentido que la nación inca ya no existía para el 1492 y solo existían poblaciones reducidas de las que se eliminó su esencia, vestimenta, religion, leyes, economía entre otros factores, que no permiten al 2025 poder relatar un solo día de lo acontecido en la américa precolombina.