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Geopolítica del hambre y las tierras cultivables

Geopolitica del hambre

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En el capítulo anterior, analizamos los recursos naturales encontrados en el Ártico. Abordamos el impacto del cambio climático en esta región polar, donde el deshielo ha desencadenado una carrera geopolítica por el control de recursos como el petróleo y el gas. Empero, existe un sector crucial cuya misión final es garantizar la supervivencia humana a partir de uno de los recursos naturales más estratégicos: las tierras cultivables. Estas no solo representan la base de nuestra alimentación, sino también la línea que separa la autosuficiencia de la dependencia, el bienestar de la crisis y, en muchos casos, la vida del hambre.

La seguridad alimentaria no es solo una preocupación doméstica. El acceso y control al recurso de las tierras cultivables y a su producción agrícola son cuestión de poder, y aquellos países capaces de garantizar la producción de alimentos tanto para su población como para el mercado global, se posicionan estratégicamente en el tablero geopolítico. A lo largo de la historia moderna, la capacidad de generar alimentos ha influido en alianzas, tensiones y guerras económicas, transformando el hambre y la alimentación en armas de influencia global. 

Camboyanos cultivando arroz (Fuente: Brad Collis, CC BY 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by/2.0, via Wikimedia Commons)

¿Cómo se genera la dependencia alimentaria?

La dependencia alimentaria de los países hacia otros surge de una combinación de factores históricos, económicos y sociales. Uno de los principales motivos es la desigual distribución de recursos naturales como la tierra cultivable y el agua necesaria para la producción alimentaria, e incluso podemos sumar las crisis climáticas, lo que hace que algunas naciones carezcan de la capacidad para producir suficientes alimentos para su población. Además, la industrialización y la especialización económica han llevado a muchos países a abandonar la producción agrícola local en favor de importaciones más baratas, creando una dependencia de mercados externos.

Hambre
Instalación para el almacenamiento de grano en Australia (Fuente: Macr, Mark McIntosh – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2564648)

Históricamente, el hambre ha sido generado por factores como guerras, colonización y desastres naturales. Sin embargo, fue con la capacidad de una nación de someter a otra para generar la dependencia alimentaria. Por citar un ejemplo, durante la colonización, los imperios europeos priorizaron cultivos comerciales en lugar de alimentos básicos en sus colonias, dejando a las poblaciones locales vulnerables al hambre. Una de las hambrunas más conocidas fue la de Bengala en 1943 por parte del Reino Unido contra el Raj Británico (India), fueron exacerbadas por políticas económicas que favorecieron la exportación de alimentos hacia potencias coloniales, a pesar de las necesidades locales.

Otro fenómeno, más actual, es la venta de las tierras cultivables a fondos de inversión internacionales, como a BlackRock, lo que representa una amenaza directa a la soberanía alimentaria. La nación que nos ilustra este caso es Ucrania, un país históricamente considerado el «granero de Europa». Según declaraciones de Robert F. Kennedy Jr., el conflicto en Ucrania ha facilitado que vastas extensiones de tierras fértiles caigan en manos de grandes corporaciones extranjeras, lo que supone un cambio en el modelo de producción agrícola del país.

En lugar de priorizar el abastecimiento interno y garantizar la seguridad alimentaria de su población, estas tierras podrían ser utilizadas para cultivos destinados a la exportación y la especulación en los mercados internacionales, dejando a Ucrania en una posición de dependencia alimentaria. La privatización de estos recursos naturales estratégicos no solo reduce el control estatal sobre la producción de alimentos, sino que también convierte la alimentación en un activo financiero más, sujeto a los intereses de grandes conglomerados, en lugar de responder a las necesidades de la población local y dificulta la soberanía alimentaria.

Campo de maíz ucraniano (Fuente: Nickispeaki – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=61517021)

Recursos óptimos para reducir la dependencia alimentaria

En un mundo donde el acceso a los alimentos se ha convertido en una herramienta de poder geopolítico, garantizar la soberanía alimentaria es un reto estratégico para muchas naciones. La historia ha demostrado que la dependencia de importaciones puede ser utilizada como un arma para ejercer presión política y económica sobre los países con menor capacidad de producción.

Desde cultivos básicos que sustentan a gran parte de la población mundial hasta el acceso a tierras cultivables y fuentes de agua. Aquellos que logran asegurar estos recursos no solo reducen su vulnerabilidad ante crisis globales, sino que también consolidan su posición en el tablero geopolítico, donde los alimentos se han convertido en una moneda de poder. Los recursos más efectivos, además de la tierra cultivable en si mismo, para garantizar la soberanía alimentaria son:

RecursoImportancia en la soberanía alimentaria
Trigo y arrozAlimentos básicos esenciales para la mayoría de las dietas globales, claves para reducir la inseguridad alimentaria
Maíz y sojaCultivos estratégicos para la alimentación humana y animal, además de ser bases de la industria agroindustrial
Agua dulceFundamental para el riego de cultivos y la expansión de tierras agrícolas
Tierra CultivableControl de tierras fértiles para garantizar la producción interna de alimentos

Ejemplos claros de esto se observan en la Unión Europea, Rusia, China y Estados Unidos, donde la agricultura no solo es un pilar económico, sino un instrumento estratégico en la diplomacia global. Desde la restricción de exportaciones en tiempos de crisis hasta el uso de acuerdos comerciales para fortalecer alianzas, el dominio de los recursos alimentarios define gran parte del equilibrio de poder en el escenario internacional.

Robots industriales encargados del empaquetado de pan y tostadas en una fábrica de Alemania (Licencia Wikimedia Commons)

La Soberanía Alimentaria y Geopolítica

Según nuestro análisis, la soberanía alimentaria implica que una nación tenga la capacidad de alimentar a su población, incluso de exportar el alimento, sin depender de importaciones extranjeras. Sin embargo, muchas naciones se encuentran en esta situación de vulnerabilidad frente a quienes controlan las tierras cultivables. Algunos países que intentan salir de esta situación serían Irán y Corea del Norte, por ejemplo, este último, desde la década de 1990 cuando una serie de hambrunas dejó al país en una grave crisis, ha buscado contrarrestar esta situación con la aplicación de políticas «Juche» que profundizamos en la serie Ideologías en la Lucha Geopolítica. Sin embargo, las potencias que han logrado liderar el camino a la soberanía alimentaría serían las siguientes:

Rusia: De importador a potencia exportadora

En las últimas décadas, Rusia ha pasado de ser un país dependiente de las importaciones de grano a convertirse en uno de los mayores exportadores de trigo del mundo gracias a sus tierras cultivables. Este cambio no solo ha sido económico, sino también político. Tras las sanciones impuestas por Occidente después de la anexión de Crimea en 2014 y la invasión de Ucrania en 2022, Rusia implementó políticas para sustituir a las empresas occidentales por actores nacionales, fortaleciendo su soberanía alimentaria.

Firma de la anexión de Crimea y Sebastopol a la Federación de Rusia (Fuente: Kremlin.ru, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31679370)

El trigo y otros cultivos estratégicos no solo garantizan el suministro interno, sino que también posicionan a Rusia como un proveedor clave para países en desarrollo. Esto le ha permitido consolidar alianzas políticas y económicas, convirtiendo los alimentos en una herramienta de influencia global.

Cosechadora en el Óblast de Rostov (Fuente: Вадим Анохин – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8190404)

China: Acaparamiento de tierras y control de cadenas de suministro

Con la mayor población del mundo, China ha entendido que garantizar la alimentación de su gente es vital para su estabilidad interna y su proyección global. A través de estrategias como el «land grabbing» (acaparamiento de tierras), el país ha adquirido y arrendado tierras agrícolas en África, América Latina y el sudeste asiático. Esto no solo asegura el suministro de alimentos, sino que también refuerza las relaciones económicas y diplomáticas con las naciones anfitrionas.

Además, China ha diversificado su enfoque al dominar las cadenas de suministro globales. La compra de la empresa Syngenta, líder en semillas y agroquímicos, permitió a China acceder a tecnologías avanzadas y fortalecer su producción agrícola. Este control de las cadenas de valor alimentario coloca al país como un actor central tanto en la producción como en el consumo global de alimentos.

Sede del Grupo Syngenta, Basilea, Suiza (Fuente: Syngenta Group, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=114747423)

Estados Unidos: Poder agrícola y dominación cultural

Estados Unidos, conocido como el «Grain Belt» por su vasta capacidad agrícola debido a sus tierras cultivables, ha utilizado su dominio en la producción de alimentos básicos para consolidar su influencia global desde la Segunda Guerra Mundial. Como uno de los mayores exportadores de maíz, trigo y soja, ha desempeñado un papel crucial en la seguridad alimentaria de numerosos países, particularmente en Asia y América Latina.

Sin embargo, el poder alimentario de Estados Unidos no se limita a los alimentos básicos. A través de multinacionales como McDonald’s, Coca-Cola y PepsiCo, el país ha exportado un modelo de consumo centrado en comida chatarra. Este softpower o poder blando, no solo moldea la cultura alimentaria global, sino que también impacta en la salud pública de otros países, generando desafíos en las políticas sanitarias y económicas de las naciones receptoras. Esto también ha generado movimientos de resistencia contra esta situación, como el caso de José Bové, quien destruyó una instalación de McDonald’s utilizando un tractor, cosa que analizamos en el capítulo 8 de nuestra serie El Rol del Poder Judicial en la Geopolítica.

Un restaurante McDonald’s en Shenzhen, China (Fuente: DUser:WiNG – Este archivo deriva de: ShenZjen Dongmen.jpg, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=30953778)

Conclusión

El acceso y control de los recursos naturales sigue siendo un factor clave en la geopolítica global, y la soberanía alimentaria no es la excepción. A lo largo de la historia, la producción y distribución de alimentos han sido utilizadas como herramientas de poder, ya sea para garantizar la estabilidad interna o para ejercer influencia sobre otras naciones. Hoy, el acaparamiento y la privatización de las tierras cultivables han desarrollado la dependencia de importaciones, que han convertido a la seguridad alimentaria en un tema central en las disputas globales, con potencias como Rusia, China y Estados Unidos liderando este tablero.

En un mundo donde los alimentos pueden ser utilizados como armas económicas y diplomáticas, la autosuficiencia agrícola se vuelve una prioridad para muchas naciones. Sin embargo, factores como el cambio climático, la especulación financiera y los conflictos geopolíticos continúan amenazando la estabilidad de la producción y distribución alimentaria. La lucha por la soberanía alimentaria no solo definirá el equilibrio de poder en las próximas décadas, sino que también determinará el bienestar y la supervivencia de millones de personas. Gracias por acompañanos en nuestra serie Batalla por los Recursos Naturales. Gracias por acompañarnos en este recorrido lleno de estrategias, rivalidades y decisiones que han cambiado el curso de la geopolítica.

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