En el capítulo anterior, exploramos la narrativa «antiyanqui» o antiestadounidense, un recurso clave tanto para la legitimación de regímenes como para movimientos políticos que buscan reivindicar sus culturas y apelan a emociones profundas con el fin de influenciar al electorado. Sin embargo, hay otro elemento fundamental que puede integrarse en el discurso de un candidato: la religión.
Desde los albores de la civilización, la humanidad ha necesitado creer en algo más grande que sí misma. Esta necesidad trasciende tiempos y culturas, y en el contexto político, se convierte en una herramienta poderosa. En sociedades donde la fe impregna cada aspecto de la vida cotidiana, la religión ofrece un puente directo hacia las emociones más profundas de los votantes. Los sermones del islam, la retórica cristiana y las festividades hindúes no solo inspiran a los fieles, sino que también son claves para movilizar el apoyo electoral.
El cruce entre política y religión moldea las posturas de los partidos, las prioridades de los gobiernos y hasta las decisiones geopolíticas, dependiendo de cómo las instituciones y las escrituras sagradas influyen en su desarrollo.
El evangelismo político: de los sermones a las urnas
En la década de 1980, Estados Unidos vio el surgimiento de las corrientes evangélicas del cristianismo como un actor crucial en sus elecciones presidenciales. Este país, tradicionalmente protestante, adoptó esta corriente cristiana que tiene la premisa de que cada individuo puede interpretar la Biblia sin intermediarios, lo que con el pasar del tiempo, fortaleció su influencia tanto en la política interna como en la externa, especialmente en su relación con Israel y los conflictos en Medio Oriente.
En ese contexto, figuras como Jerry Falwell, un influyente pastor bautista, irrumpieron en la escena política. Falwell utilizó su alcance a través de programas de televisión y sermones para movilizar a millones de votantes, consolidando un bloque electoral en torno al Partido Republicano. Ronald Reagan, presidente entre 1981 y 1989, aprovechó este fervor religioso para unir las ideas de libre mercado con los valores tradicionales de la sociedad estadounidense. Su campaña marcó un hito al integrar la religión en su mensaje político, utilizando los medios religiosos como canales clave de comunicación.
La Iglesia Católica en América Latina: fe y justicia social
Mientras tanto, al sur del continente, el catolicismo marcaba la pauta en la política iberoamericana. En los años 70, la Teología de la Liberación tomó fuerza dentro de la Iglesia Católica, promoviendo justicia social, lucha contra la opresión y el apoyo a las clases desfavorecidas. Este movimiento encontró eco en las filas de la izquierda, quienes vieron una oportunidad para desafiar el estigma de que los movimientos marxistas eran necesariamente ateos.
Un ejemplo emblemático fue el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua. Este movimiento, que lideró una revolución contra el régimen de Anastasio Somoza, encontró en los sacerdotes aliados una vía para legitimar su causa. La interpretación del evangelio como un llamado a la igualdad y la justicia permitió al Frente Sandinista ganar el apoyo popular de los creyentes, transformando su lucha en un triunfo revolucionario. Posteriormente en las elecciones de 2006 que analizamos en el capítulo anterior, el discurso de Daniel Ortega acercó más a la iglesia, incluso, el cardenal Miguel Obando y Bravo que fue un crítico severo del gobierno sandinista, se reconcilió con Ortega y respaldó su candidatura.
India y el hinduismo: Modi y el nacionalismo religioso
En Asia, el caso de India resalta cómo la religión puede integrarse profundamente en la política. Narendra Modi, actual primer ministro, ha utilizado el hinduismo como base para construir una narrativa política sólida. En un país donde la mayoría profesa esta fe, Modi apela al orgullo religioso y cultural, incorporando festividades y símbolos que conectan con las raíces más profundas de su nación.
Modi también ha utilizado esta identidad religiosa para polarizar al electorado, presentándose como el líder que defenderá la identidad hindú frente a amenazas externas, como el islam, y conflictos históricos con Pakistán que analizamos en el capítulo 10 de nuestra serie Los Servicios de inteligencia alrededor del mundo. En su discurso, Modi no solo promete grandeza, sino que se posiciona como un protector de los valores sagrados de la India, asegurándose una base electoral firme entre las comunidades rurales y religiosas.
¿Cómo se replica en la política contemporánea?
Un ejemplo reciente de la efectividad de esta estrategia es Jair Bolsonaro en Brasil. Uno de sus lemas en campaña, «Dios, Patria y Familia», consolidó su imagen como un líder mesiánico, capaz de salvar al país del caos y la corrupción. Este mensaje, reforzado por su formación militar que analizamos en el primer capítulo, y su uso del lenguaje bíblico, resonó profundamente entre los votantes religiosos, llevándolo a la presidencia en 2018.
Uno de los momentos más simbólicos de su campaña fue su bautizo en el río Jordán, un gesto cargado de significado para millones de cristianos evangélicos. Este acto no solo reforzó su conexión con los votantes religiosos, sino que también proyectó su liderazgo como divinamente inspirado, asegurándole una base electoral sólida.
En el siguiente capítulo, analizaremos un fenómeno en particular: cuando los gobiernos que se establecieron por la fuerza deciden instaurar la democracia para participar en las elecciones. ¿Por qué? descúbrelo con nosotros.