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Resultados elecciones Bolivia 2025: Rodrigo Paz lidera, Quiroga segundo y el MAS sufre su peor derrota en 20 años

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Panorama general de las elecciones 2025 en Bolivia

El resultado de las elecciones en Bolivia 2025 ha marcado un punto de quiebre histórico. Con Rodrigo Paz Pereira obteniendo más del 32 % de los votos y Jorge “Tuto” Quiroga alcanzando cerca del 27 %, se configura una segunda vuelta que pone fin a 20 años de hegemonía del MAS. El partido fundado por Evo Morales sufrió su peor derrota, con candidatos relegados y un apoyo popular desplomado. A esto se sumó el fenómeno de los votos nulos (19 %), impulsado como protesta organizada por Morales, lo que refleja un electorado profundamente dividido y descontento.

El desgaste del MAS no se explica únicamente por los problemas económicos y la falta de dólares, sino también por una batalla de narrativas en la que la oposición logró instalar la idea de que el ciclo de izquierda estaba agotado. Esta confrontación discursiva no se limitó al terreno programático, sino que utilizó elementos propios de la comunicación táctica, donde los símbolos, la oratoria y las consignas simplificadas jugaron un papel central para movilizar emociones y captar la atención de un electorado cansado.

Elecciones en Bolivia

¿Quién es Rodrigo Paz Pereira, el candidato sorpresa de la primera vuelta?

Rodrigo Paz Pereira, actual senador y exalcalde de Tarija, emergió como la gran sorpresa electoral al liderar la primera vuelta con más del 32 % de los votos. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, ha sabido construir una imagen propia, asociada al reformismo moderado, la descentralización y la lucha contra la corrupción. Su discurso se enfocó en recuperar la confianza ciudadana, en especial entre jóvenes urbanos y sectores desencantados con la política tradicional.

Más allá de su apellido, Paz supo construir un relato personal convincente, donde la cercanía con la gente y un estilo de campaña directo le dieron autenticidad. En sus intervenciones públicas mostró una capacidad oratoria persuasiva, apelando a la emoción y al sentido común, lo que le permitió conectar con un electorado que busca un liderazgo fresco. La forma en que utilizó la imagen política y el storytelling como herramientas de persuasión fue decisiva en su ascenso durante la campaña.

Jorge Quiroga: el regreso del expresidente a la escena política

El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, que gobernó Bolivia entre 2001 y 2002, volvió al escenario nacional como el principal rival de Rodrigo Paz en la segunda vuelta. Con un 27 % de los votos, su candidatura representa la apuesta por un proyecto más conservador y liberal en lo económico, buscando reactivar la inversión extranjera y fortalecer vínculos con organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial. Su figura conecta con sectores empresariales y con votantes que asocian su liderazgo con estabilidad macroeconómica.

Durante la campaña, Quiroga desplegó una estrategia de crítica frontal contra el MAS, utilizando un lenguaje directo y recurriendo a lo que en política se conoce como campañas negras, al resaltar los fracasos de los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce. Este uso de la confrontación, lejos de debilitarlo, lo posicionó como el rostro opositor más firme, capaz de disputar el poder en un contexto donde la narrativa anticorrupción y el reclamo de eficiencia estatal calaron hondo en la población.

El derrumbe histórico del MAS

El Movimiento al Socialismo (MAS) sufrió en estas elecciones su peor resultado desde su fundación. Los candidatos oficialistas quedaron muy relegados: Eduardo del Castillo apenas superó el 3 %, mientras que Andrónico Rodríguez no alcanzó el 8 %. Este desplome electoral refleja no solo un rechazo ciudadano a la gestión de gobierno, sino también una profunda crisis interna, marcada por divisiones, pugnas de liderazgo y la exclusión del expresidente Evo Morales de la contienda.

El llamado de Morales a votar nulo, que alcanzó casi un 19 % de las papeletas, evidenció cómo el MAS quedó atrapado en sus propias contradicciones. En lugar de cohesionar a su militancia, el movimiento se fragmentó entre lealtades personales y disputas estratégicas. Esta incapacidad de organizar un war room eficiente para responder a las embestidas opositoras y reconectar con la base social tradicional fue uno de los factores clave que sellaron su derrota, mostrando que la fuerza electoral que parecía imbatible hace apenas una década se debilitó hasta el colapso.

Factores económicos y sociales que influyeron en el voto

Uno de los ejes centrales de la campaña fue la grave crisis económica que atraviesa Bolivia. La inflación descontrolada, la falta de dólares en el mercado y la escasez de combustibles generaron un descontento generalizado que golpeó duramente al oficialismo. La población percibió que el MAS perdió la capacidad de garantizar estabilidad y que la política estatalista ya no respondía a las necesidades cotidianas de la gente.

El malestar social fue capitalizado por la oposición mediante un discurso de cambio que apeló al descontento con la élite gobernante. A través de mensajes simples y directos, se instaló la idea de que el país debía “romper el ciclo de la crisis” y abrirse a nuevas opciones políticas. En este proceso, el uso de operaciones psicológicas —basadas en propaganda negativa y construcción de percepciones— resultó fundamental para movilizar a un electorado que ya no votaba por ideología, sino por la urgencia de un cambio inmediato.

Rumbo al balotaje del 19 de octubre

La segunda vuelta, programada para el 19 de octubre de 2025, enfrentará a Rodrigo Paz y Jorge Quiroga en una contienda decisiva. Ambos llegan fortalecidos, pero con retos distintos: Paz debe consolidar su imagen de renovación y sumar alianzas con sectores regionales, mientras que Quiroga busca ampliar su base más allá de los votantes conservadores y empresariales. El escenario es abierto, y ningún bloque puede confiarse.

En esta fase, la clave estará en la estrategia electoral: cómo organizar el territorio, comunicar mensajes claros y responder a los ataques que, sin duda, se intensificarán. Ambos equipos necesitarán un control de inteligencia electoral para anticipar movimientos del rival, gestionar la narrativa mediática y neutralizar posibles campañas de desinformación. La segunda vuelta, más que un simple enfrentamiento de propuestas, será una batalla estratégica, donde la organización y la capacidad de respuesta marcarán la diferencia.

Reacciones internacionales y regionales

Los resultados de las elecciones en Bolivia resonaron de inmediato en la región. Gobiernos vecinos como Chile, Perú y Brasil emitieron comunicados oficiales reconociendo la jornada electoral y llamando a la estabilidad democrática. En contraste, algunos países con gobiernos de izquierda expresaron preocupación por el debilitamiento del bloque progresista en Sudamérica, señalando que la derrota del MAS implica una reconfiguración del mapa político regional.

Organismos internacionales como la OEA y la Unión Europea destacaron la transparencia del proceso, aunque advirtieron sobre la necesidad de evitar tensiones en la segunda vuelta. En los análisis diplomáticos, se subraya que Bolivia podría iniciar una etapa de giro político a la derecha, con implicancias en temas como integración energética, comercio y seguridad fronteriza. En este escenario, los equipos de campaña deberán considerar no solo la política interna, sino también la geopolítica electoral, que se vuelve un factor clave en la proyección internacional de los candidatos.

Conclusión

Las elecciones de 2025 confirman el fin de una era política dominada por el MAS y abren la puerta a un nuevo ciclo. El votante boliviano ha dejado claro que busca renovación y eficiencia, dejando atrás el desgaste de un proyecto que ya no ofrecía respuestas. La segunda vuelta entre Paz y Quiroga no solo definirá al próximo presidente, sino también el rumbo ideológico de un país que durante dos décadas fue bastión de la izquierda regional.

El reto hacia adelante será gobernar un país polarizado y con alta conflictividad social, donde cualquier error podría agravar la inestabilidad. En este terreno, la política se convierte en una disputa no solo de programas, sino también de inteligencia estratégica, donde anticipar ataques, prevenir crisis y mantener cohesión serán claves. El próximo gobierno no solo deberá administrar recursos, sino también resistir en una arena donde la guerra electoral continúa más allá de las urnas.

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