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Vida, Pasión y Secuelas del Neoliberalismo

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Vida, Pasión y Secuelas del Neoliberalismo

Un año después del estallido social, los chilenos decidieron cambiar la Constitución redactada en 1980 y sepultar definitivamente la sombra de la dictadura de Pinochet, resolviendo por la vía democrática los problemas de inequidad y exclusiones.

Durante muchos años, medios de comunicación adeptos a la derecha Neoliberal del vecino país se encargaron de crear una corriente de opinión sobre el famoso «milagro económico» que se había dado. Y es que nunca hablaron de la realidad que siempre tiene varias caras. Ese manejo psicosocial de mentiras acabó explotando en las calles

Después del golpe de Estado militar de Pinochet, en 1973, ensayaron un experimento económico de corte neoliberal extremo, lo que algunos llamaron el nuevo liberalismo propuesto por el economista Milton Friedman.

Su modelo, hoy en crisis en casi todo el mundo, consistía en la liberalización total de los mercados y en el monetarismo financiero.

Se privatizaron casi todas las empresas públicas, las pensiones, los servicios de salud, la educación, los servicios públicos y se concesionaron los recursos naturales sin ningún límite.

Pero los grandes grupos económicos nacionales e internacionales querían más, protegidos por las leyes Neoliberales de la dictadura, llegaron hasta el extremo de adueñarse del agua y de grandes extensiones de tierras pertenecientes a los nativos mapuches.

Con el retorno de la democracia todo seguía igual, nada cambió, ningún partido ni gobierno tuvo la valentía de cambiar ni una coma a la Constitución que legalizó esos negocios económicos que beneficiaron solo a los más poderosos.

Eso hizo que la agresividad económica del modelo se perpetuara, dejando sin oportunidades a millones de personas.

Ni la derecha de Piñera, ni los socialistas, que han quedado completamente desprestigiados, hicieron algo para cambiar las cosas. Solo fueron cambios de administradores del estado, se limitaron a ser simples gestores, sin ser capaces de pedirle y exigirle a los grupos económicos un mínimo de responsabilidad social, con lo cual consintieron que el crecimiento económico continuara privilegiando a unos pocos mientras la situación para el resto se iba degradando.

Mientras tanto los pregoneros del tan cacareado milagro prometieron a los chilenos que el crecimiento generaría grandes oportunidades para todos.

Fue una gran estrategia de marketing, todo quedó en bellas palabras, porque ni los de abajo, ni los jóvenes ni las clases medias se beneficiaron. Así que, desilusionados y cansados de esperar decidieron tomar las calles masivamente y rebelarse.

Las corrientes neoliberales pregonan que el crecimiento económico por arte de magia produce Bienestar General, lo sucedido en Chile nos demuestra y nos deja la lección que eso no es así. No hace falta haber estudiado economía para darse cuenta de que, a mayor desigualdad, mayor inestabilidad social.

Pese a ello aún hay gente que no entiende que eso solo puede alcanzarse si se establece un sistema de impuestos justo, con medidas sociales decentes y gobiernos que luchen contra la corrupción, es decir los estados necesitan constituciones modernas que respalden una reingeniería en todos los niveles de Gobierno.

Queda claro que los retoques cosméticos que hizo la desprestigiada clase política y empresarial chilena al capítulo económico de la constitución de Pinochet no funcionaron.

El 11 de abril del 2021 los chilenos elegirán a los 155 integrantes de la “Convención Constitucional”, quienes tendrán nueve meses para entregar la nueva propuesta de Constitución Política, que deberá aprobarse o rechazarse en un nuevo referéndum.

26 de octubre del 2020.

José Artola Suarez

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