Por Roberto Amadeo Bazán
Las preguntas de partida mentalizada para el candidato (a) político es: ¿Se identifica íntegramente con su pueblo sin ninguna diferencia social? O simplemente ¿considera que es una ocasión electoral que le da oportunidad para asumir poder como autoridad y decidir en función a lo que plantea su grupo político? La respuesta sincera desdice de la hipocresía, porque el compromiso se siente en lo más profundo de los sentimientos y en el quehacer de la práctica cotidiana de los ciudadanos, no hay lugar a la mentira por más que se quiera encubrir, quien lo hace al poco tiempo será descubierto. El deber de un candidato (a) que se identifica y ama a su pueblo, es educar enseñando la ruta a una sociedad más sana.
Pero ¿Quién es el pueblo? El “pueblo es el corazón de la sociedad” (diccionario de sociología-1987). Consideramos que él está compuesto por una masa de gente heterogénea que va desde el sabio empírico hasta el inteligente profesional, desde el que no sabe leer ni escribir (pero piensa y habla mejor que un erudito) hasta aquel que gusta de los cartones académicos que lo titulan de doctor; todos tienen una visión de la realidad diferente, algunos con oportunidades expresas y otros luchando por conquistarlas. La corriente del pueblo es caminante y pensante, y en su quehacer es compleja, es vivencialmente activa con diferentes reacciones de acuerdo a su situación económica, social, cultural y política.
La inmensa mayoría de este pueblo es la que decide el destino político del candidato como autoridad. Mucha gente de esta gran mayoría (por desinformación política) “no saben” que pertenecen al “pueblo soberano” que da el poder, y no lo saben, porque hay intereses que abrigan su ignorancia política para hacerlos pasibles de manipulación; por eso, solo le enseñan a que sea súbdito en el cumplimiento de la norma del Estado (así tenemos a un pueblo luchando por sus derechos sin reconocer deberes y a un Estado defendiendo deberes sin reconocer derechos).
A esta enorme mayoría del pueblo es el que tiene que llegar el candidato político, íntegro, haciendo pedagogía y didáctica política de su programa; el objetivo es, que los ciudadanos aprendan a esclarecer y discernir entre las propuestas la que está más cerca de sus interés individuales y colectivas; así, todo lo que diga y haga quedará grabada en la memoria ciudadana que luego con sus votos asumirá la responsabilidad de su decisión.
Tal como indicamos en artículos anteriores sobre el trabajo político de la campaña electoral, ésta tiene dos momentos, que tienen la misma velocidad pero que no son idénticas: uno es el que maneja las técnicas, estrategias y metodologías de campaña del candidato político dirigida por expertos en plena competencia de adversarios. Los expertos sabrán el momento preciso, “ni antes ni después”. Esta campaña política no es fácil requiere de vastos conocimientos y experiencias en competencias electorales, aquí todos los medios de comunicación son utilizados para llegar a impactar en la conciencia del ciudadano votante. El otro es en el centro del pueblo mismo, ahí donde está la vida cotidiana del día a día y donde las contradicciones hacen compleja las relaciones humanas, por la variedad de intereses y formas diferentes de ver la realidad; este trabajo, para su efectividad, lo realizan los promotores políticos de campo de las organizaciones políticas en competencia.
Un ejemplo con analogía didáctica. Una cosa es decir tenemos que estar unidos para enfrentar los problemas, esto, sonaría a fofo si no se tiene claro qué significa esa unidad y conque se matiza su proceso. Una casa de madera o de quincha o de ladrillos necesita de la unidad de todos sus componentes dentro de una estructura y con los elementos que los una. En la casa de ladrillos será el fierro y la mezcla de cemento entre ladrillos colocados de forma entre lazada (amarre) para que sea resistente y no se caiga al menor movimiento. En cuanto la casa de madera, serán los clavos y otros. A la casa de quincha con bastidor serán los clavos, alambres y elementos menores. Cada unidad en la estructura tiene sus elementos que la afirman. Es decir, si no se dicen o enseñan los elementos que fortalecerán la unidad la propuesta solo quedara en declamación del momento oportuno, nada más.
Entonces, podemos hablar de unidad considerando su estructura que empieza desde las bases hacia arriba y, del mismo modo, explicar lo funcional de acuerdo a cada uso que le da la unidad a su movimiento, esa unidad si sería monolíticamente fuerte porque tendría el ingrediente espiritual (sentimiento intercultural de cada integrante), en cada parte donde se estructure con total solidez. Lo otro, sería meramente emotivo como suele suceder con alta carga demagógica que se desinfla con la menor pinchada.
Visión de implementación del proceso de la Pedagogía y didáctica política:
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