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LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES – LA REAL POLITIK

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La política “realista” acuñada en Europa, propone el entendimiento de los actores políticos bajo la premisa del interés nacional, esa forma de ver y entender el accionar político, lejos del pacto bajo la mesa y los subterfugios propios del contubernio y la mañosería, les ha dado a las naciones la posibilidad de alcanzar niveles óptimos de gobernabilidad y por consiguiente de progreso.

Las evidencias históricas son muchas y muy ilustrativas, los logros conseguidos por el padre de la Alemania moderna Otto Von Bismarck, dieron paso a un estado de bienestar de los trabajadores, Clemenceau en Francia, Roosevelt y Kissinger en Estados Unidos, pragmáticamente bajo esta figura, supieron diferenciar entre ideología escrita en piedra y, las causas puntuales para lograr objetivos específicos.

La política real exige sinceridad y frontalidad para decidir, exige también cálculo y estrategia, diálogo y firmeza para romper la burbuja del poder.

El político gobernante tiene la obligación de “aterrizar” las propuestas de campaña, alejarlas de la demagogia y sostenerlas de manera pragmática, antes de implementarlas. La Real Politik está ligada precisamente, al momento de las ejecutorias en el orden social, seguridad, obra pública y lucha anticorrupción con resultados tangibles, a través del trazo estratégico de líneas teóricas que se orienten a la consolidación del sistema democrático y la concreción de lo técnicamente planteado.

El timing político es fundamental para gobernar en la realidad, el diseño y puesta en marcha de grandes acuerdos nacionales también, el diálogo amplio y orientado a diferentes sectores sociales y ciudadanos, empresarios, industriales, sindicatos, estudiantes, transportistas, academia, etc., es una necesidad para sostener la viabilidad de un país. La gente debe sentir que se trabaja y se logra cambios sustanciales en la vida de las personas sin injerencias ideológicas, aunque así fuese.

Los estados de propaganda no son efectivos en la actualidad, cansan, atosigan y no cumplen con su misión, ahora vivimos un estado de opinión digital en donde se construyen discursos y se exhiben audios y documentos que, reales o no, son interpretados y lo que es peor, generan a priori una sentencia anticipada, cuando en realidad son insumos de investigación. Es ahí, donde los estados nacionales, a través de sus gobiernos deben hacer presencia. Los tumultos, la muchedumbre enfervorizada y los mítines, si bien es cierto podrían ser útiles en determinados momentos, han perdido espacio y protagonismo.

La política real es una arma contundente para la defensa de la Democracia y la República, la clase política tiene que ir más allá de los nombres, debe sobrepasar las simpatías y antipatías, es indispensable la presencia de ciudadanos que piensen en el país, que honren a sus Patrias y que hablen la verdad, que le digan al gobernante no lo que quiere escuchar, sino lo que verdaderamente se debe hacer. No se puede, por ninguna razón, apagar la luz y desentenderse.

Los gobiernos de Hispanoamérica y el mundo, deben echar mano de todas las herramientas a su alcance, ahí están las consultorías políticas que sirven, cuando están profesionalmente enfocadas. Las lecciones deben ser aprendidas y asimiladas con miras a tomar las acciones correctivas que corresponden.

La pregunta es: ¿qué hacer?

Al final del día, los mismos políticos deberán trabajar en las reformas políticas necesarias, esa es su misión, para eso están y existen, porque es imposible continuar con un sistema político tan fragmentado, con un régimen de partidos caótico que solo ha servido para hundir más al continente entero. En esa línea, hay una ecuación que no admite discusión y tampoco evasivas, la debilidad de la institucionalidad es directamente proporcional al incremento de los niveles de corrupción, en este contexto la estructura misma de los Estados, deben generar cambios en la gobernanza.

Los actores políticos de las distintas funciones del Estado tienen la obligación de iniciar la reestructura constitucional que amerite en cada uno de sus países.

En tanto que, para la ciudadanía es urgente volver los ojos a la forja de una cultura política, para dejar de ser víctimas inconscientes de ineptos, corruptos y ladrones que, por negligencia e impunidad, se convierten fácilmente en prófugos, victimarios, sabidos y avivatos preparados exclusivamente para la trampa.

En la Hispanoamérica  de hoy, tal como lo han predicado los precursores de la Realpolitik, es preciso saber lo que se quiere… y cuándo se quiere, hay que tener el valor de decirlo… y cuándo se dice, hay que tener el coraje de hacerlo.

Redacción por Mauricio Riofrio Cuadrado

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