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Legitimidad y Eficiencia para el Sistema Político Boliviano | Opinión

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El Sistema Político Boliviano se caracteriza por tener un modelo de gobierno democrático personalizado, es decir, la fuerza de la autoridad instituida con flexibilidad operativa siendo el centro del poder el Presidente del Estado; bajo el mecanismo de la democracia representativa se establece la composición de un poder público comprendido en cuatro órganos (Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral), de los que en tres órganos se compone la representación a través del voto popular.

De igual manera, el sistema de representación boliviano está regulado por la Ley N° 26 de 30 de junio de 2010, Régimen Electoral, en el que señala “El ejercicio de la Democracia Representativa se fundamenta en los principios de soberanía popular, sufragio universal, igualdad, equivalencia, representación política, pluralismo político y toma de decisiones de la mayoría, respetando a las minorías”, es decir que,  la elección de autoridades políticas del Estado boliviano es mediante el sufragio universal, en base a las decisiones de la mayoría en procesos electorales.

Por otra parte, el sistema político boliviano se caracteriza por adoptar un modelo presidencialista, siendo que el Presidente del Estado es el conductor de la administración pública en calidad de Jefe de Estado y el principal responsable del Gobierno por ser la cabeza del Órgano Ejecutivo, como señala Juan Linz (1990) en el análisis sobre los sistemas presidencialistas y democracias, la fortaleza del mandatario depende de su habilidad para actuar sin depender excesivamente de otros poderes o actores políticos, evitando así la parálisis gubernamental, es decir que, el significado del ejercicio de un liderazgo legítimo se encuentra sustentado no solo en el apoyo ciudadano, sino también en la capacidad de tomar decisiones ejecutivas con autonomía y eficacia.

Sin embargo, la figura del Presidente de Bolivia opera como eje central del sistema político, simbolizando no solo la representación democrática formal, sino la reproducción de prácticas de liderazgo caudillista con dinámicas de poder centralista al margen de esquemas pluralistas, sin embargo, el valor que ostenta es ser el núcleo de decisiones y símbolo de unidad nacional.

Legitimidad y Eficiencia para el Sistema Político Boliviano

Contexto de la cultura política en el sistema de representación

Bajo el panorama descrito anteriormente, la elección del presidente y vicepresidente se comprende en una lista cerrada por cada fuerza política independientemente de la elección de asambleístas nacionales, a estas candidaturas se los denomina el binomio presidencial, siendo las reglas de su elección con más del 50% de votos válidos o un mínimo del cuarenta por ciento (40%) de los votos válidos, con una diferencia de al menos el diez por ciento (10%) en relación al segundo binomio más votado, según lo establecido en la Ley electoral, en caso de no cumplir con los parámetros anteriores, se opta por realizar una segunda vuelta.

Por lo expresado anteriormente, al margen de la elección de los asambleístas nacionales, la elección del Presidente ha significado la encarnación singular de poder político, económico y cultural, perpetuando una tradición hiperpresidencialista con trascendencia en los marcos institucionales subnacionales, siendo que el contexto de la cultura política boliviana bajo la visión de O’Donnell (1994) en su estudio sobre «Democracia Delegativa», la cultura política boliviana ha ido estableciendo al Presidente del Estado una imagen de  liderazgo hegemónico donde el mandatario es la autoridad suprema del país, al mismo tiempo el que orienta los contrapesos del Estado y apropiándose simbólicamente de la representación colectiva.

Estructura unipersonal en el sistema político boliviano

Frente a las características del sistema político y de representación, el binomio presidencial en Bolivia constituye una estructura unipersonal, donde el ejercicio del poder ejecutivo recae en atribuciones específicas y excluyentes para el Presidente y Vicepresidente según la Constitución Política del Estado, asimismo, puntualizar que no forma parte de un orden colegiado en el que se tomen decisiones colectivas, en ese entendido, la elección de un binomio presidencial es importante para el sistema político boliviano, siendo que al ser parte de una estructura formalmente dual, en la práctica consolida la unidad del país y liderando con firmeza la gobernanza, en otras palabras, la elección del Presidente y Vicepresidente del Estado significa la estabilidad y dirección objetiva en los procesos de transformación que la población demanda.

Por otra parte, el Vicepresidente del Estado actúa como el puente estratégico entre liderazgo presidencial y la ciudadanía, porque es al mismo tiempo es el Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional, lo que facilita armonizar los rasgos marcados del presidencialismo a través del diálogo con los diversos actores sociales, pero en periodos electorales el acompañante del candidato presidencial es estratégico porque en la mayoría de las elecciones generales se han experimentado estrategias formuladas de las que en algunas dieron resultados positivos.

Estrategias políticas para el binomio presidencial

Desde el retorno de la democracia en Bolivia el año de 1982, las elecciones presidenciales han sido desarrolladas cada cuatro años hasta 1997 y desde ese año hasta la fecha cada 5 años, siendo que para la sociedad boliviana es una oportunidad histórica para reinventar la política, en el que las estrategias de marketing político de manera creativa y disruptiva han influenciado en los resultados de los comicios generales, en ese sentido, cabe señalar que, el corazón de toda campaña presidencial exitosa se encuentra inmerso en la selección estratégica del binomio vicepresidencial, siendo que al margen de ser un mero requisito protocolario, esta figura representa el equilibrio perfecto entre complementariedad de habilidades, representación territorial y conexión emocional con la gente, en el entendido que el rol que sume el candidato a vicepresidente del Estado boliviano es ser el mecanismo que multiplica el impacto del liderazgo del binomio presidencial, transmitiendo la unidad y esperanza del país.

En ese sentido, el perfil de los candidatos vicepresidenciales en un principio estaban caracterizados por componer binomios geopolíticos, es decir, consolidar un equilibrio regional de occidente con rostro indígena obrero y el oriente de identidad agroempresarial, enfocando a emitir mensajes de unidad de las dos Bolivias con el fin de cooptar votantes del oriente desencantados con los grupos de poder regional o viceversa, sin embargo, esa composición no funciono porque impulso a generar escenarios de desconfianza entre los candidatos a presidente y vicepresidente siendo que ambas autoridades anteponen los intereses regionales por debajo de lo nacional, lo que podría implicar fraccionar el órgano ejecutivo, conllevando una crisis de gobernabilidad territorial.

Por otra parte, se promovió la composición de binomios en base a la combinación de género como estrategia, a fin de capitalizar el voto femenino del electorado siendo que, en la constante el padrón electoral del Bolivia aproximadamente el 50% de electores son mujeres, sin embargo, la presencia femenina en el binomio es efectivo cuando la acompañante mujer parte por una base de legitimidad propia y reconocida como líderesa en el contexto político, por ejemplo, el 2006 con PODEMOS y el 2014 con PDC los binomios presidenciales eran acompañantes mujeres sin embargo no se pudo conquistar el voto femenino en su totalidad.

Al igual que el anterior, sin referencia en Bolivia, pero algunos partidos políticos pensaban conformar un binomio presidencial en base a la experiencia y juventud, es decir, la estrategia del equilibrio generacional, candidato a presidente experimentado y el candidato a vicepresidente joven, bajo la óptica de capturar el voto joven, considerando que cerca del 60% del padrón electoral boliviano son jóvenes con edad de menos de 35 años, sin embargo, la lógica contrapesa a esta estrategia porque, un candidato a vicepresidente joven estaría siendo un figura decorativa, porque no tiene una estructura dentro la organización política que está representado, lo que genera una dependencia orgánica partidaria del jefe del partido y una legitimidad subjetiva en los electores.

En los últimos tiempos, se aposto a la estrategia del mestizaje político, es decir la combinación de la identidad indígena con una base mestiza-urbana para apoyar un proyecto político, llegando en su momento a funcionar, mostrando que la composición societal de Bolivia es una sociedad abigarrada según lo expresa René Zabaleta, caracterizada por la coexistencia y yuxtaposición de diferentes culturas y modos de producción, sin embargo, esta combinación funciona en momentos donde la sociedad boliviana no se polariza entre campo y ciudad o atraviesa los momentos de crisis, en el que la desconfianza y el escepticismo campean.

Conclusiones

Por lo analizado anteriormente, al margen de las estrategias o improvisaciones, en momentos de crisis e incertidumbre del país, el perfil para el binomio vicepresidencial debe caracterizarse en combinar solvencia técnica adquirida, con el conocimiento de la gestión legislativa del parlamento, decisión de trabajo eficiente en las decisiones de políticas públicas y conexión genuina con la ciudadanía, en el entendido que un candidato a vicepresidente debe tener formación especializada.

Además de experiencia legislativa probada y eficiencia comprobada en la obtención de resultados, convirtiéndose en un perfil político para construir legitimidad en la gente en base a la eficiencia y credibilidad de trabajo, siendo que, esta composición de binomio presidencial estaría en ventaja de otros porque las decisiones tomadas se encuentren respaldadas con conocimiento y causa, además de inspirar confianza al visualizar que el Estado está en manos de profesionales preparados y no improvisados, además de las estrategias de marketing político vigentes.

Javier Julio Rocha Ticona

Politólogo con Especialidad en Gestión Publica y Legislativa.

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