Estonia anunció que invocará el Artículo 4 de la OTAN tras denunciar la incursión de tres cazas rusos MiG-31 en su espacio aéreo, un sobrevuelo de unos 12 minutos que Tallin calificó de “inaceptable” y que activó la respuesta de aeronaves aliadas. La Alianza condenó el hecho y advirtió que usará “todas las herramientas necesarias” para disuadir nuevas violaciones, mientras investiga el incidente y coordina la postura común. El contexto es de tensión creciente en el flanco oriental donde días antes, Polonia reportó drones rusos dentro de su territorio, lo que ya había elevado la alerta regional.
El Artículo 4 permite a cualquier aliado pedir consultas urgentes cuando percibe que su seguridad o integridad territorial está amenazada; no implica el compromiso automático de defensa colectiva del Artículo 5, pero alinea evaluaciones y posibles refuerzos. Su uso es poco frecuente y subraya la gravedad percibida del episodio. En este caso, las consultas buscan acordar medidas que disuadan escaladas y reduzcan el riesgo de errores de cálculo.

¿Qué dice el Artículo 4 de la OTAN?
El Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte establece que cualquier miembro puede solicitar consultas con los demás aliados cuando considere que su seguridad, integridad territorial o independencia política están amenazadas. A diferencia del famoso Artículo 5, que activa la defensa colectiva en caso de ataque armado, el Artículo 4 es un mecanismo de alerta temprana y coordinación política, diseñado para que la Alianza actúe unida antes de que la situación escale a un conflicto abierto.
En la práctica, invocar el Artículo 4 no significa declarar la guerra ni comprometer automáticamente recursos militares. Lo que hace es obligar al Consejo del Atlántico Norte a reunirse y evaluar la amenaza. De allí pueden salir medidas como reforzar despliegues militares en la zona, intensificar el patrullaje aéreo o marítimo, coordinar inteligencia compartida o incluso enviar mensajes diplomáticos de advertencia. Es, en suma, una señal política fuerte de unidad y de presión preventiva.
Este artículo se ha usado pocas veces en la historia de la OTAN. Uno de los ejemplos más recientes fue en 2022, cuando Polonia invocó el Artículo 4 tras la explosión de un misil en su territorio, en plena guerra en Ucrania, que terminó siendo un proyectil antiaéreo ucraniano extraviado. Antes de eso, Turquía lo había activado en múltiples ocasiones, especialmente por la guerra en Siria. Que Estonia lo invoque ahora confirma que los aliados bálticos perciben la situación como una amenaza real e inmediata a su seguridad nacional.

¿Qué pasó en Estonia?
Según el Gobierno estonio, tres MiG-31 rusos penetraron el espacio aéreo sobre la isla de Vaindloo, en el Golfo de Finlandia, la mañana del 19 de septiembre de 2025, y permanecieron cerca de 12 minutos antes de abandonar la zona. Tallin calificó la incursión de “provocación” y anunció que solicitaría consultas bajo el Artículo 4; además, citó al encargado de negocios ruso para dar explicaciones. Medios locales detallaron que los aparatos volaban sin plan de vuelo y con transpondedores apagados.
La respuesta aliada llegó de inmediato dado que la OTAN condenó la violación y advirtió que empleará “todas las herramientas necesarias” para defenderse de comportamientos peligrosos; se informó que cazas italianos destacados en el Báltico reaccionaron ante el episodio. Moscú ha negado la acusación, pero la reunión del Consejo del Atlántico Norte se convocó bajo el Artículo 4 para coordinar la postura común y evaluar refuerzos.
El incidente se produce pocos días después de que Polonia reportara la entrada de unos 20–23 drones rusos en su espacio aéreo, lo que Varsovia también llevó al Artículo 4. El encadenamiento de episodios en el flanco oriental explica el tono de alarma: una secuencia de violaciones que eleva el riesgo de errores de cálculo y de escalada no deseada.

Respuesta de la OTAN y escenarios posibles
El Consejo del Atlántico Norte se reunió bajo Artículo 4 tras la incursión de los MiG-31, condenó el hecho y advirtió que empleará “todos los medios necesarios, militares y no militares” para defender a los aliados. En paralelo, la OTAN recordó que el mecanismo no activa automáticamente la defensa colectiva del Art. 5, pero sí coordina evaluación de inteligencia, posturas disuasivas y refuerzos en el flanco oriental. El secretario general Mark Rutte conversó con el primer ministro estonio para alinear pasos, mientras el episodio se conectaba con la oleada de drones sobre Polonia días antes, también llevada al Artículo 4.
De las consultas pueden salir medidas como: refuerzo del patrullaje aéreo en el Báltico (más rotaciones de cazas aliados), incremento de vigilancia ISR (AWACS/E-7, RC-135, drones), defensas aéreas temporales adicionales en puntos críticos, y patrullas navales en el Golfo de Finlandia. A nivel político, cabe esperar mensajes diplomáticos coordinados, ejercicios anunciados con antelación para señalizar disuasión, y, si hay patrón de repetición, sanciones selectivas y restricciones de tráfico militar. Todo ello se decide en el marco procedimental del Artículo 4, que habilita a los aliados a consultar y acordar respuestas antes de que la situación escale.
Si se repiten violaciones con riesgo inmediato (maniobras peligrosas, bloqueo de comunicaciones, daños), algunos aliados podrían endurecer reglas de enfrentamiento —hasta autorizar el derribo en circunstancias extremas—, pero ese umbral es alto y dependería de la amenaza concreta y del consenso aliado. Una agresión armada clara dispararía el debate sobre Artículo 5, con implicaciones mayores. Por ahora, la señal es de disuasión reforzada, no de escalada automática: contener incidentes, reducir el riesgo de error de cálculo y mantener la unidad política mientras se vigila el comportamiento ruso.

Impacto geopolítico en Europa
Para Europa, el mensaje central es disuasión y unidad donde la invocación del Artículo 4 por Estonia, sumada a la de Polonia tras la oleada de drones, obliga a la OTAN a cerrar filas y a reforzar su postura en el flanco oriental. En términos prácticos, esto se traduce en más ISR, patrullaje aéreo y presencia aliada en el Báltico, con foco en evitar incidentes que puedan escalar por accidente.
El episodio llega apenas días después del lanzamiento de Eastern Sentry, una actividad de la OTAN para apuntalar su postura tras la incursión de drones en Polonia. En conjunto, drones sobre un aliado y MiG-31 cruzando a otro dibujan un patrón de presión que obliga a Europa a acelerar interoperabilidad, defensa aérea y mando y control. Para Moscú, el riesgo es que esta dinámica termine fortaleciendo la presencia aliada permanente en el Este; para Bruselas y Tallin, la prioridad es que el incremento de fuerzas disuada sin alimentar una escalada que derive en Artículo 5.
En el plano político y económico, la secuencia refuerza la cohesión transatlántica y reaviva debates europeos sobre gasto en defensa y resiliencia industrial (munición, defensa aérea, ISR). También reconfigura la conversación energética y de riesgo país en el Báltico y la región nórdica: más tensiones implican primas de riesgo mayores para infraestructuras críticas y ciberseguridad reforzada, aunque —por ahora— el objetivo aliado es contener y señalizar sin romper canales diplomáticos. La lectura en capitales europeas es clara: unidad, disuasión y prudencia frente a un Kremlin que prueba los bordes sin cruzar, de momento, el umbral de un ataque armado directo.
Conclusión
La decisión de Estonia de invocar el Artículo 4 refleja la percepción de que la seguridad del Báltico está entrando en una fase más delicada. La violación de su espacio aéreo por parte de MiG-31 rusos, sumada a la reciente oleada de drones sobre Polonia, configura un patrón de provocaciones que ya no puede tratarse como incidentes aislados. La OTAN responde con una señal política clara: unidad frente a Moscú y disposición a reforzar su presencia en el Este sin caer todavía en la activación del Artículo 5. En este equilibrio está la clave: disuadir sin provocar una escalada directa.
De aquí en adelante, lo que ocurra dependerá de dos variables críticas: la frecuencia de nuevas violaciones rusas y la capacidad de la OTAN para responder de forma cohesionada. Si Moscú mide mal y repite acciones de alto riesgo, el umbral para un endurecimiento militar —e incluso para un debate sobre el Artículo 5— se acortará. Por ahora, Europa refuerza vigilancia, refuerzos y diplomacia, consciente de que el verdadero campo de batalla no está solo en el aire del Báltico, sino también en la guerra psicológica y política por la credibilidad de la Alianza Atlántica.
