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El promotor político de campo

Por: Roberto Amadeo Bazán

En las campañas electorales se dan dos momentos que pueden ser paralelas pero de ningún modo iguales. Un momento es la lucha política de contrarios, esto es, entre adversarios políticos y para ello hay técnicas, estrategias, metodologías y estratagemas definidas por cada campaña y de acuerdo a las características e historial de cada candidato. El escenario social de la población es diferente al de los contrincantes políticos.

En los procesos electorales lo que define el destino del candidato es el voto de la población, por tanto, es el escenario principal donde los candidatos deben poner su máxima atención, para esto tienen los medios de comunicación (escrita, hablada y audiovisual), las redes sociales, el diálogo directo, los conversatorios y mítines.

Sin duda, a nivel nacional el espacio político es muy amplio para cualquier candidato, por más dinero que tenga. Si bien el dinero es importante no lo es en definitiva, porque hay candidatos austeros (con buen asesoramiento) que han logrado mejores resultados que los candidatos millonarios.

Sin embargo, es necesario precisar que en este trabajo político de campo, la población no es un espacio inerte es más bien activa y diversamente compleja en sus reclamos y sentimientos, ésta lleva por dentro muchas frustraciones y engaños. Aquí el candidato, ejemplarmente honesto, necesita de una relación sincera, franca y honesta que por dentro lleve los signos de la verdad indiscutible.

En muchos casos y de acuerdo a las propuestas programáticas, hay un personaje que asume este trabajo de campo como si fuera el brazo, voz y oídos del candidato: El promotor político. Algunos candidatos que cuentan con recursos económicos los contratan a tiempo completo para que refuercen su campaña política de campo, otros, son promotores voluntarios a medio tiempo identificados plenamente con el partido político o movimiento político; estos promotores voluntarios se ponen la camiseta  imbuidos de mística para difundir las propuestas de su candidato político. El asunto está que entre lealtad y mística, la responsabilidad y la necesidad de trabajo se puede infiltrar un espía del adversario político ¿Cómo saberlo? ¿Cómo evitarlo?

Se pague o no, los promotores de campo tienen que pasar por un riguroso cernidor psicológico (en el momento de la convocatoria para su organización y capacitación), que permita identificarlos y darles todo el apoyo que requiere su trabajo con la población (esta tarea le corresponde al jefe de campaña con el asesoramiento de la empresa que asesora).

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