En el capítulo anterior, exploramos la lucha de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) por su reconocimiento internacional en el conflicto del Sáhara Occidental. Ahora, nos desplazamos a Europa del Este, donde la región del Dombás, la cuál comprende los territorios de Donetsk y Lugansk, han sido el epicentro de un conflicto que ha redefinido la geopolítica global. Conocidas como Repúblicas Populares, estas regiones declararon su independencia de Ucrania en 2014, desatando una guerra que evolucionó hasta convertirse en la actual invasión rusa a Ucrania.
A pesar de haber sido anexadas por Rusia en 2022, su estatus sigue siendo incierto, pues la comunidad internacional en su mayoría las considera territorios ocupados. Mientras Ucrania insiste en su reintegración y Moscú las asimila progresivamente, Donetsk y Lugansk intentan consolidar estructuras estatales propias, con un gobierno alineado con el Kremlin y una economía dependiente de Rusia.
Historia de Donetsk y Lugansk
La historia de Donetsk y Lugansk está profundamente ligada a la Unión Soviética. Durante el siglo XX, estas áreas fueron altamente industrializadas bajo control soviético, lo que atrajo una migración masiva de trabajadores rusos para impulsar la minería y la producción de acero. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, Ucrania se independizó y estas regiones quedaron con una significativa población rusófona. Sin embargo, las tensiones se agravaron en 2014, cuando las protestas del Euromaidán en Kiev llevaron al derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich, quien simpatizaba con Rusia. Para las comunidades prorrusas del este ucraniano, esto fue visto como una amenaza a su identidad y sus derechos culturales.
Ese mismo año, estalló la Guerra del Donbás, cuando los separatistas de las regiones de Donetsk y Lugansk proclamaron la independencia de ambas regiones y formaron las Repúblicas Populares. Los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y los rebeldes separatistas dejaron miles de muertos y provocaron un prolongado conflicto. En un intento por frenar la guerra, se firmaron los Acuerdos de Minsk, que establecían un alto el fuego y una mayor autonomía para las regiones del Donbás dentro de Ucrania, pero los acuerdos nunca se implementaron completamente.
En 2022, la situación cambió drásticamente cuando Rusia reconoció oficialmente la independencia de Donetsk y Lugansk, utilizándolas como una de las justificaciones para la invasión de Ucrania. No obstante, tiempo después, el 30 de septiembre de 2022, Moscú anexó formalmente ambas regiones tras la celebración de referéndums, considerados ilegítimos por la comunidad internacional. A pesar de la anexión rusa, Donetsk y Lugansk siguen en un limbo diplomático, ya que la guerra en curso impide su plena integración en la Federación Rusa. En las últimas negociaciones entre Rusia y Estados Unidos en Arabia Saudita, se ha discutido el posible reconocimiento de estos territorios en un eventual acuerdo de paz, lo que podrían ser países independientes.
El Sistema de Gobierno de Donetsk y Lugansk
Estas Repúblicas Populares operan bajo un sistema presidencialista, donde el poder ejecutivo recae en un Jefe de la República, elegido en elecciones generales. Este líder posee amplias facultades ejecutivas y legislativas, respaldado por un Consejo Popular unicameral, que actúa como parlamento local. Desde su autoproclamación de independencia en 2014, ambas repúblicas han celebrado elecciones para consolidar su legitimidad interna. En los comicios de 2018, Denis Pushilin fue elegido como líder en Donetsk con el 60.85% de los votos, mientras que Leonid Pasechnik obtuvo el 68.3% en Lugansk.
En el ámbito legislativo, los movimientos «Donetsk Republic» y «Mir Luganschine» (Paz para Lugansk) han sido los partidos que han dominado las asambleas populares, limitando la competencia electoral y reduciendo el margen para la oposición. Estos procesos fueron ampliamente cuestionados por la comunidad internacional, y ello debido a que, por el lado de las Repúblicas Populares, habían violado los Acuerdos de Minsk al no cumplir con los estándares democráticos.
Otro rasgo clave del sistema político en ambas repúblicas es la influencia directa del Kremlin, que va más allá del respaldo militar o económico. Rusia ha aplicado una estrategia bien calculada para consolidar su control, alineando la administración local con sus propias estructuras de gobierno. Esto incluye la adopción del rublo como moneda oficial, la integración de sus sistemas judiciales y de seguridad, y un férreo control de la información, donde la propaganda refuerzan la narrativa prorrusa.
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Además, mientras la mayoría de la comunidad internacional sigue viéndolas como parte de Ucrania, algunos países han optado por reconocer su independencia, alineándose con la narrativa del Kremlin. Para estos territorios, el reconocimiento externo representa un paso hacia su consolidación política, pero en la práctica, sigue siendo limitado y condicionado por los intereses estratégicos de sus aliados. A continuación, te mostramos qué países han reconocido oficialmente a las Repúblicas Populares,
País/Entidad | Fecha de Reconocimiento | Notas |
Rusia | 21 de febrero de 2022 | Putin firmó decretos reconociendo la independencia de ambas repúblicas antes de la invasión a Ucrania. |
Siria | 29 de junio de 2022 | Expresó su disposición a establecer relaciones diplomáticas con ambas repúblicas. |
Corea del Norte | 13 de julio de 2022 | Anunció su reconocimiento y la intención de desarrollar relaciones estatales. |
Osetia del Sur | 18 de junio de 2014 (Lugansk) / 27 de junio de 2014 (Donetsk) | Reconoció la independencia de ambas repúblicas en 2014, años antes del reconocimiento ruso. |
Abjasia | 25 de febrero de 2022 | Anunció su reconocimiento tras la decisión de Moscú y estableció relaciones diplomáticas. |
La vida en Donetsk y Lugansk
Vivir en estas Repúblicas significa adaptarse a un territorio donde la guerra sigue marcando el día a día. A pesar de haber sido anexadas a Rusia en 2022 como estrategia de la doctrina «si atacas mi territorio, atacaremos nuclearmente», para los habitantes de estas regiones ha traído profundos cambios en su identidad y su estilo de vida, desde el uso del rublo ruso, el cuál profundizaremos en el capítulo económico, hasta la reestructuración del sistema administrativo bajo el control del Kremlin. Además, la guerra ha dejado secuelas difíciles de ignorar: infraestructuras destruidas, escasez de servicios básicos y la constante amenaza de ataques, obligando a miles de personas a abandonar la región en busca de estabilidad.
El acceso a documentos oficiales es otro reto para quienes permanecen en estos territorios. Los pasaportes emitidos por las autoridades locales no son reconocidos internacionalmente, lo que limita la movilidad y restringe la posibilidad de viajar o trabajar fuera de la región. Ante esto, muchos habitantes han optado por solicitar la ciudadanía rusa, ya que contar con los pasaportes de la Federación les otorga mayor acceso a servicios y oportunidades laborales ya sea en otras regiones aliadas o en la misma Rusia.
A su vez, las instituciones educativas han adoptado completamente el currículo ruso, no obstante, los títulos emitidos en ambas regiones no tienen reconocimiento fuera de Rusia, lo que reduce las opciones de los jóvenes para estudiar o trabajar en otros países. A pesar de la integración con Rusia, la incertidumbre persiste. Mientras el Kremlin busca consolidar su dominio sobre estas regiones, la comunidad internacional sigue sin reconocerlas, lo que mantiene a sus habitantes en una situación de fragilidad.
Economía de Donetsk y Lugansk
Antes del conflicto iniciado en 2014, las regiones de Donetsk y Lugansk eran pilares industriales del país, cosa que heredaron de la época soviética como vimos en el cartel de arriba. Su economía se sustentaba en la minería del carbón, la metalurgia y la producción de maquinaria pesada. Estas industrias no solo abastecían al mercado interno, sino que también representaban una porción significativa de las exportaciones ucranianas. La región del Donbás, que comprende ambas áreas, albergaba vastas reservas de carbón, estimadas en 60 mil millones de toneladas, lo que la convertía en un centro neurálgico para la energía y la industria pesada de Ucrania.
No obstante, con el estallido de la guerra en 2014, estas estructuras económicas se vieron gravemente afectadas. La destrucción de infraestructuras clave, combinada con el aislamiento internacional y las sanciones económicas, llevó al colapso de muchas empresas. La producción industrial disminuyó drásticamente, y numerosas minas y fábricas cesaron sus operaciones. Este deterioro económico provocó un aumento significativo del desempleo y la pobreza, obligando a muchos habitantes a emigrar en busca de mejores oportunidades. Además, la inestabilidad constante ha dificultado cualquier esfuerzo de reconstrucción sostenible.
En un intento por estabilizar la economía local, las autoridades de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk adoptaron el rublo ruso como moneda oficial en 2015, reforzando su dependencia económica de Moscú. Esta integración se ha profundizado con la apertura de sucursales de bancos estatales rusos, como Sberbank y VTB, en ciudades clave de la región, facilitando transacciones financieras y el acceso a servicios bancarios para la población local. Empero, la economía sigue enfrentando desafíos significativos debido a las sanciones internacionales, la limitada inversión extranjera y la continua tensión bélica en la zona.
Conclusión
Las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk han sido el epicentro de un conflicto que ha transformado la geopolítica de Europa del Este. Desde su declaración de independencia en 2014 hasta su anexión por Rusia en 2022, estas regiones han enfrentado una guerra prolongada, sanciones internacionales y una incertidumbre constante sobre su futuro. Aunque ahora operan bajo el sistema administrativo y económico ruso, su reconocimiento internacional sigue siendo limitado, y la comunidad internacional las considera territorios ocupados. Mientras el Kremlin busca consolidar su control, Ucrania insiste en su reintegración, manteniendo la región en una situación de inestabilidad tanto política como social.
A nivel interno, Donetsk y Lugansk han experimentado una transformación significativa, desde la adopción del rublo como moneda oficial hasta la implementación del currículo educativo ruso, dejando atrás cualquier vínculo institucional con Ucrania. Sin embargo, los desafíos persisten: la falta de inversiones, la destrucción de infraestructura y la migración masiva han debilitado la economía local, haciendo que estas regiones dependan completamente del apoyo de Moscú. Su destino sigue atado a la evolución del conflicto en Ucrania y a las negociaciones internacionales, donde aún queda la incógnita de si serán aceptadas como parte de Rusia, recuperadas por Ucrania o permanecerán en un limbo geopolítico por tiempo indefinido.