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¿Cómo Irán se convirtió en superpotencia de drones y cuál es su desempeño frente a Israel?

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El conflicto entre Irán e Israel ha escalado desde el plano diplomático y las amenazas indirectas hasta acciones militares más visibles y sofisticadas. Actualmente Irán lanzó un masivo ataque con más de 200 proyectiles -entre misiles balísticos, drones y cohetes de largo alcance- contra territorio israelí, ello tras el ataque de un centro nuclear de manera imprevista, una acción sin precedentes que marcó un nuevo capítulo en la confrontación de ambos países. Israel, con el respaldo de sus aliados occidentales, activó su sistema de defensa aérea, incluyendo el Domo de Hierro, para repeler el ataque. Aunque logró interceptar la mayoría de las amenazas y se rumorea un hackeo, el evento demostró que las capacidades ofensivas de Irán han evolucionado.

Este conflicto no solo es un duelo militar, sino un punto neurálgico de la geopolítica contemporánea. Irán, con su eje de influencia que abarca Siria, Irak, Yemen y Líbano, busca consolidarse como potencia regional, mientras Israel responde con una doctrina agresiva y tecnológica. Los drones, en este contexto, se han convertido en herramientas clave tanto ofensiva como defensivamente, transformando el modo en que se libran las guerras y alterando el equilibrio estratégico en Medio Oriente. Desde ataques precisos con drones kamikaze hasta operaciones encubiertas de reconocimiento, ambos países han entendido que el futuro del combate no está solamente en la superioridad aérea tradicional, sino en la guerra asimétrica inteligente.

Historia de los drones iraníes

La historia de los drones iraníes comienza en un escenario de aislamiento y desesperación: la guerra Irán-Irak (1980–1988). Tras la Revolución Islámica de 1979 y la llegada del ayatolá Ruhollah Jomeiní al poder, Irán enfrentaba una fuerte desconexión con Occidente, especialmente con Estados Unidos. Durante ese conflicto bélico, la necesidad de monitorear el frente de batalla sin arriesgar pilotos empujó a jóvenes ingenieros, muchos de ellos estudiantes universitarios, a crear sus propias aeronaves no tripuladas. Así nació el Ababil, el primer dron de fabricación nacional, diseñado principalmente para vigilancia y observación, marcando el inicio de un proyecto tecnológico que parecía modesto, pero que tendría profundas repercusiones décadas más tarde.

Con el paso del tiempo, Irán comprendió que su incapacidad para acceder a armamento moderno podría convertirse en un incentivo para el desarrollo autónomo. A partir de los años 90, el país comenzó a invertir de forma sostenida en el diseño y la producción de drones. El desarrollo como parte de una inteligencia y contrainteligencia se enfocó en tres líneas: vigilancia, ataque y guerra electrónica. Uno de los avances más destacados fue la creación del Mohajer, una evolución del Ababil, que ofrecía mayor alcance y precisión en misiones de reconocimiento. A pesar de las sanciones internacionales, Irán continuó expandiendo sus capacidades gracias a la combinación de ingeniería inversa, acceso a componentes comerciales y una política estatal decidida.

Para comienzos de la década de 2010, Irán ya no era solo un país que fabricaba drones funcionales: se estaba convirtiendo en un referente. El uso de aeronaves como el Shahed-129, con capacidades similares a los famosos Predator estadounidenses, mostró que Irán podía producir drones con tecnología de largo alcance y capacidad ofensiva. Además, logró capturar e imitar drones enemigos -como el RQ-170 Sentinel de EE.UU. derribado en 2011-, utilizando estos modelos como base para desarrollar los suyos. En menos de tres décadas, el país pasó de depender de avionetas improvisadas a consolidarse como una superpotencia en vehículos aéreos no tripulados.

Los modelos de drones de Irán

Irán ha logrado diversificar su arsenal de drones hasta el punto de competir con potencias militares establecidas. Uno de los modelos más conocidos es el Shahed-129, considerado la joya de la corona de la industria dron iraní. Se trata de un UAV (vehículo aéreo no tripulado) de gran autonomía -más de 1.700 km-, capaz de realizar misiones de vigilancia y ataque con precisión. Equipado con misiles Sadid y sensores electro-ópticos, el Shahed-129 ha sido utilizado ampliamente en Siria y en operaciones de vigilancia en el Golfo Pérsico. Este dron representa la ambición iraní de igualar al MQ-1 Predator estadounidense, pero a una fracción del costo.

Otro modelo que ha ganado notoriedad mundial es el Shahed-136, también conocido como “dron kamikaze” o «loitering munition». Este dron de bajo costo -estimado en menos de 20.000 dólares por unidad- se lanza en enjambres y está diseñado para impactar directamente contra sus objetivos. Su estructura simple, su baja firma térmica y su vuelo rasante dificultan su detección y derribo por sistemas de defensa aérea convencionales. Ha sido empleado no solo en Medio Oriente, sino también en Europa: Rusia los utilizó en ataques contra Ucrania, lo que puso los ojos del mundo en la industria dron de Irán.

Además, Irán ha presentado recientemente modelos aún más avanzados que integran tecnologías emergentes. El dron Homa, por ejemplo, incorpora sistemas VTOL (despegue y aterrizaje vertical), mientras que el Dideban y el Shahin-1 están equipados con sensores de última generación e inteligencia artificial para misiones de reconocimiento autónomo. Estas innovaciones muestran que Irán no solo replica tecnología extranjera, sino que también apuesta por el desarrollo propio con aplicaciones de IA y capacidades multirrol. La combinación de cantidad, diversidad y bajo costo convierte a estos drones en armas estratégicas, accesibles y eficaces para operaciones tanto estatales como irregulares.

Drones Iraníes
Drones Shahed-136 listos para su despliegue. Este modelo, desarrollado por Irán, se ha convertido en un arma clave en la guerra asimétrica moderna por su bajo costo, capacidad kamikaze y difícil detección por sistemas defensivos como el Domo de Hierro israelí. (Fuente: Key Aereo)

Exportación y guerras proxy

El verdadero impacto de los drones iraníes no se limita al campo de batalla doméstico. Irán ha convertido su industria de UAVs en un instrumento clave de proyección de poder regional, suministrando drones a milicias aliadas y actores no estatales en diversos conflictos a través de un modelo de guerra proxy. Uno de los primeros casos registrados fue su colaboración con Hezbollah durante la Segunda Guerra del Líbano en 2006, donde se documentaron vuelos de drones de reconocimiento y exploración sobre territorio israelí. Este fue uno de los primeros avisos de que Irán estaba usando su tecnología no solo para su defensa, sino como una extensión ofensiva de su política exterior.

A lo largo de la última década, Irán ha transferido drones a diversos grupos en Medio Oriente. En Yemen, los rebeldes hutíes han utilizado drones iraníes como el Qasef-1 para atacar refinerías sauditas, aeropuertos y bases militares, desafiando incluso los sistemas antiaéreos occidentales como el Patriot. En Irak y Siria, drones como el Mohajer y el Shahed han sido operados por milicias chiitas aliadas de Irán para hostigar bases estadounidenses o realizar misiones de inteligencia. Esta capacidad de dotar a sus aliados de medios aéreos autónomos ha permitido a Irán evadir confrontaciones directas, mientras desestabiliza a sus enemigos regionales.

Quizás el caso más mediático ha sido la transferencia de Shahed-136 a Rusia, utilizada en la guerra de Ucrania a partir de 2022. Esta exportación puso a Irán en el centro de una polémica geopolítica global: los drones iraníes eran utilizados para destruir infraestructuras civiles en un conflicto europeo. La reacción internacional, incluyendo nuevas sanciones y condenas, no detuvo el avance: Irán sigue desarrollando versiones más sofisticadas y mantiene una red logística transnacional para el envío de partes y ensamblaje local. En consecuencia, los drones iraníes no son solo armas: son un instrumento diplomático, económico y estratégico, con presencia activa en múltiples frentes de conflicto.

Conclusiones

El caso de Irán como superpotencia de drones demuestra cómo la limitación externa puede alimentar la innovación interna. Lo que comenzó como un esfuerzo improvisado de estudiantes durante la guerra Irán-Irak ha evolucionado en una sofisticada industria militar que desafía directamente a rivales como Israel y afecta el equilibrio estratégico en múltiples regiones. Con modelos como el Shahed-129 y el Shahed-136, Irán ha logrado combinar eficiencia, bajo costo y capacidad destructiva, posicionándose como un actor clave en la nueva era de guerras tecnológicas.

Más allá de su uso doméstico, los drones iraníes se han convertido en instrumentos geopolíticos y diplomáticos, operando en conflictos que van desde Yemen hasta Ucrania. En el conflicto con Israel, han demostrado ser un recurso asimétrico capaz de presionar sistemas defensivos avanzados y obligar a su enemigo a replantear sus doctrinas militares. El futuro del conflicto no se decidirá solo en los campos de batalla visibles, sino también en el aire, con flotas de drones que cambian las reglas del juego desde las sombras.

Un comentario

  1. Importantes dstos de la capacidad militar de Iran, impresionante, debemos seguirlos pues la situacion actual tiene al mundo «al filo de la butaca» y es mejor estar bien informado. Saludos cordiales desde Mexico Capital.

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