En Colombia, los medios de comunicación atraviesan una profunda crisis estructural. Internet y las redes sociales han desestabilizado los modelos de negocio tradicionales de los medios, fragmentando la audiencia y cambiando radicalmente las dinámicas de consumo informativo. En un entorno hiperconectado, la competencia por captar la atención de los usuarios se ha intensificado, generando un círculo vicioso donde la inmediatez y la sensacionalización prevalecen, a menudo a costa de la calidad informativa. Esta situación ha alimentado un fenómeno preocupante: la polarización.
La opinión pública se dispersa en un sistema informativo cada vez más amplio, diverso y, al mismo tiempo, más fragmentado y precario. La abundancia de fuentes de información, muchas de las cuales no cumplen con los estándares de veracidad y responsabilidad, contribuye a generar ambientes de confusión y desinformación. Esta crisis afecta tanto a medios tradicionales como digitales, que luchan por adaptarse a las nuevas demandas del público, pero a menudo sacrificando la profundidad y el análisis en favor de contenido rápido y viral.
A este panorama se suma una creciente desconfianza hacia los medios de comunicación. En un contexto global donde la noción de verdad y hechos objetivos ha sido puesta en tela de juicio por figuras políticas y líderes influyentes, el periodismo se enfrenta a una crisis de credibilidad. Los discursos populistas y las «fake news» han erosionado la confianza en las instituciones periodísticas, mientras que los periodistas, cada vez más vulnerables, se encuentran con un marco de trabajo precario, sin suficientes recursos para garantizar una información de calidad.
Este patrón de desinformación, polarización y crisis en los modelos de negocio no solo amenaza la estabilidad del periodismo en Colombia, sino que refleja un problema global.
¿Qué estrategias se podrían adoptar? Para combatir la crisis que atraviesan los medios de comunicación en Colombia, es necesario contar con una estrategia política integral que no solo aborde los problemas inmediatos, sino que también promueva un entorno favorable para la sostenibilidad del periodismo independiente, responsable y plural y para ello, sería preciso reformar las leyes de medios de comunicación a través del establececimiento de normativas que aseguren que los medios de comunicación tradicionales y digitales operen en igualdad de condiciones, con reglas claras sobre propiedad, concentración de medios, y transparencia en la información. Debe haber un equilibrio entre la libertad de expresión y el control de prácticas desinformativas.
Por otro lado, asegurar la protección a la libertad de prensa, que va directo en materia de reforzar las leyes que protejan la labor de los periodistas frente a amenazas, acosos y persecuciones.
Así mismo, la regulación de plataformas digitales a través de la colaboración con plataformas tecnológicas para combatir la desinformación, impulsando políticas de transparencia en los algoritmos que distribuyen contenidos y asegurando que los usuarios reciban información verificada. Los gobiernos deben presionar a las grandes plataformas tecnológicas para que asuman su responsabilidad en la difusión de contenidos falsos o dañinos.