Israel confirmó que realizó un ataque “de precisión” en Doha dirigido contra líderes de Hamás, en plena fase de contactos para un posible alto el fuego y canje de rehenes. Testigos y medios registraron múltiples explosiones y columnas de humo sobre el distrito de Katara, mientras el Ejército israelí afirmó que el objetivo eran dirigentes de alto nivel del grupo. Es la primera vez que se reporta una operación de este tipo en territorio qatarí, país clave en la mediación.
Qatar condenó el ataque como una violación de su soberanía y denunció impactos en edificios residenciales donde vivían miembros del buró político de Hamás, elevando el choque diplomático con un aliado de Estados Unidos que alberga tropas estadounidenses. La ofensiva ocurre tras un tiroteo mortal en Jerusalén el día previo y en medio de negociaciones frágiles; gobiernos y organismos internacionales advirtieron que la mediación puede desmoronarse.

Explosiones en Doha y blanco declarado
La mañana del 9 de septiembre de 2025 se escucharon varias detonaciones en la capital de Qatar; Reuters verificó humo sobre Katara y citó a medios israelíes que hablaban de un intento de atacar a la cúpula de Hamás. Poco después, el IDF dijo que ejecutó un golpe selectivo contra la dirección del grupo islamista; cadenas de radio públicas en EE. UU. (NPR/KPBS) replicaron la admisión militar. Víctimas y daños seguían bajo verificación al cierre de esta nota.
Entre los objetivos señalados figuró el negociador Jalil (Khalil) al-Hayya, pieza central del aparato político de Hamás en Doha; reportes avanzaron hipótesis sobre su paradero sin confirmación oficial, por lo que conviene tratar esos extremos con cautela hasta que Qatar o el IDF difundan listas de víctimas. La Guardian y Al-Monitor encuadraron el ataque como una escala mayor con consecuencias inmediatas para las conversaciones de cese del fuego.

Por qué importa: se golpea al mediador y se reescribe la disuasión
Doha no es un frente de guerra; es el nodo diplomático que ha hospedado rondas de negociación entre Israel y Hamás. Atacar en Qatar erosiona su papel de intermediario y puede enfriar el canal que empujaba un acuerdo de rehenes/alto el fuego, justo cuando las partes exploraban una fórmula de compromiso. La señal operativa —alcance y precisión para intervenir a más de mil kilómetros— también reconfigura la disuasión regional al introducir a Qatar como espacio de riesgo.
En términos políticos, el golpe responde (según Israel) al ataque en Jerusalén con seis civiles muertos y busca desarticular el liderazgo externo de Hamás. Pero el costo diplomático es alto: la condena de Qatar y de varios actores internacionales llegó rápido, y familias de rehenes temen que la medida endurezca a Hamás y patee la mesa de negociación.

Reacciones oficiales: Israel, Qatar y el concierto internacional
El primer ministro Benjamín Netanyahu se atribuyó la orden y la justificó como respuesta antiterrorista; filtraciones en prensa israelí sostienen que Washington fue informado poco antes del golpe, aunque algunos canales sugieren luz verde previa de la Casa Blanca, extremo que no está oficialmente acreditado. La narrativa israelí insiste en que se atacó estructura dirigente responsable de atentados recientes.
El Ministerio de Exteriores de Qatar, por voz de su portavoz Majed al-Ansari, habló de “ataque cobarde” y de impactos en viviendas de cuadros políticos de Hamás, denunciando una violación del derecho internacional. Organismos y gobiernos —ONU, Egipto y otros— alertaron de una deriva que puede dinamitar la mediación. Doha evalúa medidas diplomáticas y una revisión de su rol en el proceso.

Mediación en suspenso y riesgo de contagio regional
La mediación qatarí queda tocada. Sin un terreno neutral, Israel y Hamás pierden un canal funcional y el incentivo para figurarse concesiones inmediatas disminuye. Si Doha tensa su relación con Israel o levanta el pie de la mesa, el peso recaerá en Egipto y EE. UU., que ya están sobre-exigidos por el conflicto. La resultante probable a corto plazo es un impasse con retórica más dura y menos señales de confianza.
En seguridad, el precedente abre preguntas: ¿veremos acciones extraterritoriales en otros santuarios políticos de Hamás (Líbano, Turquía, Argelia)? ¿Responderá Irán vía proxies o ciberataques? Con Gaza aún en crisis humanitaria y el norte (Hezbolá) inestable, la ventana de escalada está abierta. La capacidad de contención dependerá de si Washington y socios del Golfo logran reencauzar la vía diplomática sin humillar a Doha.
Conclusiones
Golpear en Doha no solo castiga a la cúpula de Hamás, sino que presiona al mediador que ha sostenido los hilos más delicados del conflicto desde 2012, cuando Qatar alojó la oficina política del grupo para habilitar un canal indirecto. Si Qatar congela o endurece su rol tras denunciar violación de soberanía, la mesa de negociación queda coja y el costo de reactivar un alto el fuego se eleva para todos, empezando por EE. UU., que depende de Al Udeid, su principal base en Medio Oriente, ubicada a las afueras de Doha.
El segundo vector es geo-económico y de alineamientos. Qatar es uno de los grandes exportadores de GNL del planeta; cualquier deterioro sostenido en su percepción de riesgo país afecta rutas y primas aseguradoras, y añade volatilidad a un mercado energético aún sensible. En paralelo, la ola de condenas (incluidos socios del Golfo) señala un cierre de filas regional en defensa del principio de soberanía, aun entre países que mantienen canales con Israel, y anticipa más fricción en foros multilaterales. Si la doctrina de acciones extraterritoriales se normaliza, veremos más tensión entre seguridad preventiva y derecho internacional, y más incentivos para respuestas asimétricas (ciber, legales, diplomáticas) en lugar de una desescalada rápida.
