En el capítulo anterior, exploramos la situación de Somalilandia, un territorio que, a pesar de su relativa estabilidad con un sistema político democrático ubicado en el Cuerno de África, sigue sin reconocimiento internacional. Ahora, nos adentramos en un conflicto distinto pero igualmente complejo en el continente africano: El conflicto del Sáhara Occidental, donde el sentimiento independentista se manifiesta en la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y su brazo político y militar, el Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario).
El Sáhara Occidental es una región estratégica con recursos naturales valiosos, por lo que ha estado en disputa durante décadas. Marruecos reclama el territorio como parte de su soberanía, mientras que la RASD busca el reconocimiento como un Estado independiente. Estas pretensiones han sido respaldadas por Argelia y algunos países la Unión Africana.
Historia de la República Árabe Saharaui Democrática
El Sáhara Occidental fue colonia española desde el siglo XIX hasta 1975. Esta área tiene una posición estratégica junto al Atlántico, por ello, se convirtió en un punto clave de interés internacional desde que España abandonó el territorio. Lo que ocurrió fue que, en 1975, España fue presionada por las Naciones Unidas para que se sume al proceso de descolonización. Al mismo tiempo, la creciente influencia de Marruecos tras la ejecución de la Marcha Verde, una estrategia de movilización en la que 350.000 civiles marroquíes avanzaron hacia el territorio para forzar su anexión sin recurrir, en un principio, al uso de la fuerza militar, puso a España en una situación insostenible.
Tras la retirada española, se generó un vacío de poder que dejó el camino libre a Marruecos y Mauritania, por lo que impusieron sus intereses para repartirse el control de la región mediante el controvertido Acuerdo Tripartito de Madrid de 1975: el norte sería ocupado por Marruecos, el sur por Mauritania y España mantendría su influencia económica. Esta decisión excluyó al pueblo saharaui, siendo una de las razones por las cuáles el conflicto persiste hasta hoy. Además, dado las circunstancias, dos años antes se había fundado el Frente Polisario, quienes después de que empezara la ocupación por ambos países, resistirían y proclamarían la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 1976, estableciendo un gobierno en el territorio y en el exilio, ganando el reconocimiento de algunos países, principalmente en África.
El Polisario, mediante sus tácticas de guerra de guerrillas, logró que Mauritania renunciara a sus pretensiones en 1979 tras sufrir constantes derrotas militares a mano de los saharauis. No obstante, Marruecos siguió reclamando el territorio, por lo que reforzó su presencia en la región, ocupó militarmente gran parte del país y construyó el “Muro Marroquí”, un muro de arena de más de 2,700 kilómetros que divide el territorio y simboliza tanto el control militar como el aislamiento impuesto al pueblo saharaui. En este contexto, Argelia se convirtió en su principal aliado proporcionando apoyo político y humanitario, además de acoger a miles de refugiados en los campamentos de Tinduf.
Luego de un alto al fuego conseguido en 1991, la comunidad internacional ha seguido intentado resolver el conflicto a través de la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental), sin éxito. Marruecos bloquea constantemente el referéndum de autodeterminación propuesto por la ONU, proponiendo en su lugar una autonomía bajo soberanía marroquí, lo que mantiene el conflicto congelado.
Sistema de Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática
La RASD opera bajo a un sistema de gobierno semi-presidencialista, puesto que fusiona elementos de democracia representativa con la estructura político-militar del Frente Polisario, un sistema híbrido. Según su constitución, hasta la consecución de la independencia, el Frente Polisario es la única organización política de la RASD, ya que, como movimiento de liberación nacional, agrupa en su seno a las distintas corrientes que podrán tomar forma de partidos políticos una vez alcanzada la independencia. A diferencia de otros territorios con reconocimiento limitado que vimos en nuestra serie, en la RASD, el gobierno y la lucha por la independencia están completamente ligados al Frente Polisario, lo que significa que no hay elecciones multipartidistas ni una oposición política reconocida dentro de su estructura de gobierno.
Además, el presidente de la RASD, elegido por el Consejo General del Frente Polisario, cumple un doble papel como jefe de Estado y secretario general del movimiento, lo que refuerza la integración entre el gobierno civil y la estructura político-militar. Por otro lado, el poder legislativo reside en el Consejo Nacional Saharaui, un parlamento unicameral que representa a los saharauis tanto en los territorios ocupados como en los campamentos de refugiados en Tinduf que ya mencionamos en el contexto histórico. Las elecciones parlamentarias se llevan a cabo periódicamente; por ejemplo, entre el 19 y el 21 de febrero de 2012, se realizaron comicios en la Zona Libre del Sáhara Occidental y en los campamentos de refugiados, pero solo pueden ser parte los miembros del Frente Polisario.
Las dinámicas para la supervivencia del país como lo maneja el secretario general del Polisario, se encuentran en la integración entre el gobierno civil y la estructura político-militar, a través de la aplicación de la inteligencia y contrainteligencia. La administración de la RASD se organizó en torno a los campamentos de refugiado donde se han establecido ministerios que operan como un gobierno en el exilio, incluyendo los de Defensa, Educación, Salud y Relaciones Exteriores. Si tu también quieres dominar estas técnicas estratégicas para aplicarlas en escenarios políticos, inscríbete en el Diploma Internacional de Inteligencia y Contrainteligencia. Conviértete en un experto en análisis y manejo de información para el liderazgo en entornos de alto riesgo.
Además, el gobierno ha logrado construir relaciones internacionales con diversos países, lo que ha aumentado su peso internacional como vemos a continuación.
País | Tipo de Relación |
Argelia | Reconoce oficialmente a la RASD y es su principal aliado, brindando apoyo político, militar y humanitario. Alberga en su territorio los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf |
Sudáfrica | Reconoce a la RASD desde 2004 y mantiene relaciones diplomáticas formales, apoyando su derecho a la autodeterminación |
Irán | No reconoce formalmente a la RASD, pero mantiene una postura crítica hacia Marruecos y ha expresado apoyo a la autodeterminación del pueblo saharaui, en el contexto de su rivalidad geopolítica con Rabat |
México | Reconoce a la RASD y mantiene relaciones diplomáticas formales, apoyando su derecho a la autodeterminación. |
Venezuela | Reconoce a la RASD y mantiene relaciones diplomáticas formales, estableciendo lazos de cooperación y apoyo en foros internacionales. |
La Vida en la República Árabe Saharaui Democrática
Vivir en la RASD significa enfrentarse a una realidad dividida entre los territorios ocupados por Marruecos y los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia. En los territorios ocupados, los saharauis que residen en ciudades como El Aaiún y Dajla enfrentan una fuerte vigilancia y restricciones a su expresión política y cultural. Los movimientos independentistas son duramente reprimidos, y la población saharaui se encuentra en una situación de marginación y discriminación, con acceso limitado a oportunidades económicas. Marruecos ha incentivado la migración de ciudadanos marroquíes a la región para alterar la composición demográfica, dificultando aún más la lucha por la autodeterminación del pueblo saharaui.
En los campamentos de refugiados, desde 1975, miles de saharauis han vivido en los campamentos en Argelia, en un entorno marcado por la escasez de recursos y la dependencia de ayuda humanitaria. Sin embargo, estos campamentos no solo han sido refugios, sino también centros de organización política y resistencia. La comunidad saharaui ha desarrollado un sistema educativo sólido, con universidades y formación técnica para garantizar la continuidad de su identidad. A pesar de ello, la nueva generación de saharauis enfrenta el desafío de haber crecido en el exilio, con un sentimiento de pertenencia a una tierra que muchos nunca han conocido.
A pesar de que los saharauis podrían establecerse en la Zona Libre -el territorio controlado por la RASD-, muchos optan por no hacerlo debido a las condiciones extremas del desierto y la falta de infraestructura. Esta región, aunque representa el único espacio bajo soberanía saharaui, es una vasta extensión árida con escasos recursos, lo que hace difícil la vida cotidiana sin acceso estable a agua, electricidad y servicios básicos. Además, debido a la presencia militar marroquí en el muro y la tensión geopolítica, el área sigue siendo vulnerable a incursiones militares y bombardeos, lo que representa un riesgo para la población civil. Por estas razones, la mayoría de los saharauis prefieren permanecer en los campamentos de refugiados donde cuentan con infraestructura y pueden mantener su identidad y lucha por la independencia.
Esta situación también ha generado grandes dificultades para viajar al extranjero, ya que el pasaporte emitido por la RASD no es reconocido internacionalmente. Esto obliga a los saharauis a utilizar documentos de otros países, dependiendo de su ubicación y circunstancias. Aquellos que viven en los campamentos suelen obtener pasaportes argelinos o mauritanos, mientras que los que residen en los territorios ocupados se ven forzados a usar pasaportes marroquíes, lo que implica aceptar, de manera indirecta, la autoridad de Marruecos sobre el territorio. Esta situación limita su independencia y movilidad, ya que su acceso a visados y viajes internacionales queda condicionado por las políticas de los países emisores.
Economía de la República Árabe Saharaui Democrática
La zona del Sáhara Occidental es una región con una gran riqueza en fosfatos y recursos pesqueros, convirtiendo su economía en un factor central del conflicto, empero, estos recursos se encuentran en las tierras ocupadas. Marruecos ha explotado activamente estos recursos, estableciendo acuerdos comerciales con potencias europeas que han sido cuestionados por organizaciones internacionales debido a que ignoran el derecho del pueblo saharaui sobre sus propios bienes naturales. En particular, la extracción de fosfatos en la mina de Bou Craa y la explotación de los caladeros de pesca en la costa atlántica han sido fuentes clave de ingresos para Marruecos.
Aunque la ONU reconoce el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, la comunidad internacional ha mostrado una respuesta limitada ante las denuncias de la RASD, en gran parte debido a los intereses económicos y geopolíticos de países que mantienen relaciones estratégicas con Marruecos. Por otro lado, la economía de la RASD enfrenta grandes limitaciones ya que depende casi por completo de la ayuda internacional y del respaldo de países aliados como Argelia y Sudáfrica. Mientras Marruecos utiliza estos recursos para reforzar su dominio en la región, los intereses comerciales de potencias extranjeras han frenado una intervención más firme en el conflicto, permitiendo que la situación de ocupación y explotación económica se prolongue en el tiempo.
Conclusión: El futuro de la RASD
El caso de la República Árabe Saharaui Democrática es un claro ejemplo de cómo la geopolítica y los intereses económicos pueden obstaculizar el derecho a la autodeterminación de un pueblo. Aunque el Frente Polisario ha logrado reconocimiento en la Unión Africana y por más de 40 países, el apoyo de Marruecos por parte de potencias clave como Francia, España y Estados Unidos ha impedido avances significativos hacia la independencia. La comunidad internacional ha fallado en resolver este conflicto, y la falta de un referéndum mantiene el Sáhara Occidental en un limbo geopolítico.
A pesar de estos desafíos, el pueblo saharaui sigue resistiendo. Sus líderes han demostrado una capacidad de organización notable, manteniendo un gobierno en el exilio y una identidad nacional fuerte a pesar de la ocupación y el desplazamiento. Su lucha por la autodeterminación sigue vigente y, en un mundo donde el reconocimiento de Estados con soberanía disputada sigue siendo un reto, la RASD es un caso que continuará marcando la política en el norte de África en los años venideros.
En el siguiente capítulo exploraremos los casos de Donetsk y Lugansk, dos repúblicas autoproclamadas en el este de Ucrania que han sido clave en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Analizaremos cómo se han desarrollado políticamente, su sistema de gobierno, su economía y el impacto geopolítico de su reconocimiento parcial en la arena internacional. No te olvides de seguir nuestra serie Países olvidados en el mundo.