En el ámbito de las campañas electorales contemporáneas, la lucha generacional se ha convertido en un campo de disputa decisivo. No se trata únicamente de un fenómeno demográfico, sino de una dinámica de poder y significado que atraviesa la comunicación política. Comprender cómo cada generación consume mensajes, interpreta símbolos y se relaciona con las instituciones resulta fundamental para diseñar estrategias que trasciendan la fragmentación. Desde las aportaciones de Philip Kotler sobre marketing estratégico hasta el análisis crítico de Byung-Chul Han sobre la psicopolítica, la tensión generacional puede leerse como un elemento estructural en la competencia electoral del siglo XXI.
Kotler: segmentación como brújula electoral
Kotler (2017) mostró cómo el marketing evolucionó de centrarse en el producto (Marketing 1.0), hacia el consumidor (2.0), los valores (3.0), la conectividad (4.0) y, finalmente, la tecnología inteligente (5.0). En política, esto se traduce en reconocer que los electores no son homogéneos: cada generación posee códigos propios.
– Los Baby Boomers valoran la estabilidad institucional.
– La Generación X prioriza resultados tangibles y desconfía de discursos vacíos.
– Los Millennials demandan transparencia y causas sociales.
– La Generación Z exige diversidad, inmediatez y formatos participativos (Kotler, Kartajaya & Setiawan, 2021).
En campaña, esto obliga a construir un ecosistema narrativo multicapas que conecte con cada segmento sin perder la unidad del proyecto político.
Byung-Chul Han: psicopolítica y voto digital
Mientras Kotler traza un camino de segmentación estratégica, Han (2014) advierte que el entorno digital no solo amplifica la voz generacional, sino que también captura la atención y transforma a los votantes en productores de contenido. El sujeto digital, particularmente entre Millennials y Generación Z, no se limita a recibir mensajes: los comparte, los convierte en memes y multiplica la narrativa política.
Sin embargo, Han (2012) señala que esta aparente libertad esconde un modelo de control: los algoritmos construyen burbujas que filtran la experiencia electoral. La lucha generacional, por tanto, ocurre tanto en la plaza pública como en el campo invisible de las plataformas digitales, donde la exposición al mensaje depende de la lógica del rendimiento y la vigilancia algorítmica.
Estrategia política: entre Kotler y Han
El estratega contemporáneo debe habitar ambas dimensiones. Con Kotler, se diseñan mensajes segmentados y personalizados; con Han, se reconoce la vulnerabilidad de los electores ante el control digital y la autoexplotación emocional.
En campaña, esto significa:
– Conectar con Boomers a través de memoria histórica y confianza.
– Convencer a la Generación X con datos duros y certezas.
– Movilizar a Millennials mediante causas colectivas y justicia social.
– Activar a la Generación Z con formatos breves, disruptivos y virales.
La clave está en integrar estas capas en un relato unificado que refuerce la identidad del candidato y evite la fragmentación.
Conclusión
La lucha generacional no es un obstáculo, sino un laboratorio de legitimidad política. Kotler ofrece la brújula para segmentar y comunicar con eficacia; Han alerta sobre los riesgos de una democracia reducida a algoritmos y control. Entre ambos, se abre el desafío estratégico para las campañas del futuro: convertir la diferencia generacional en una alianza narrativa que construya cohesión y no división.