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Análisis del Debate Presidencial Bolivia 2025: Propuestas, Estrategias y Claves

Debate presidencial

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Este análisis especial del debate Presidencial llevado a cabo en Bolivia, desde Goberna Reports, explora los ejes temáticos, las formas de intervención y los silencios estratégicos que marcaron el encuentro.

El debate presidencial del 20 de julio de 2025, organizado por UNITEL, reunió a tres figuras clave del espectro opositor boliviano: Jorge “Tuto” Quiroga, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa. Aunque presentado como un ejercicio de confrontación democrática, el evento evidenció más similitudes que diferencias entre los candidatos, mostrando consensos superficiales, propuestas poco desarrolladas y un dominio escénico sin mayor profundidad programática.

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Consenso en la forma, repetición en el fondo

A ojos de diversos analistas, el debate fue calificado como un “debate de clones” o incluso un “debate de caballeros”. Los tres aspirantes compartieron líneas generales de diagnóstico y solución para los principales problemas del país, particularmente en los siguientes aspectos:

  • Reducción del aparato estatal: Todos coincidieron en la necesidad de “achicar el Estado” y aumentar la eficiencia del gasto público.
  • Corrupción: Se reiteraron promesas genéricas de lucha contra la corrupción, sin precisar mecanismos institucionales ni reformas específicas.
  • Economía: Tanto Tuto como Samuel apostaron por la búsqueda de financiamiento externo, señalando como camino un eventual préstamo con el Fondo Monetario Internacional. Manfred, por su parte, intentó diferenciarse con una vaga propuesta de atracción de capitales, que no logró explicar adecuadamente.

Jorge “Tuto” Quiroga: Salvataje internacional y reformas estructurales

El expresidente Quiroga propuso un rescate financiero de 12.000 millones de dólares, con respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI), para dar señales de solvencia a los mercados internacionales. Aclaró que el rol del FMI no sería de intervención directa, sino de respaldo para conseguir cofinanciamiento con organismos multilaterales como la CAF y el BID. También planteó reformas legales urgentes en el sector agropecuario, como una nueva Ley de Hidrocarburos y la implementación de biotecnología para aumentar las exportaciones.

“Hoy el Estado gasta 11 veces más que hace 20 años. Ya no se puede financiar con reservas evaporadas ni con el Banco Central emitiendo dinero. Si no haces esto, no tienes cómo devolver los dólares”, advirtió.

Manfred Reyes Villa: Litio como fuente de ingresos y rechazo al FMI

El alcalde de Cochabamba apostó por una salida basada en la explotación del litio, asegurando que ya consiguió un compromiso de venta anticipada por 10.000 millones de dólares, equivalente —según dijo— al 3% de las reservas bolivianas del recurso. Con esos fondos, propuso estabilizar el tipo de cambio y devolver los 2.500 millones de dólares que los ahorristas no pueden retirar del sistema bancario.

Rechazó tajantemente recurrir al FMI, advirtiendo que esa vía “implica ceder soberanía económica” y que sus condiciones incluyen “devaluación del boliviano, eliminación de bonos sociales y aumento del IVA”.

Samuel Doria Medina: Austeridad fiscal y plan de choque de 100 días

El empresario propuso un plan de estabilización inmediata basado en austeridad, recorte del gasto público y reordenamiento del subsidio a combustibles. Prometió cerrar empresas públicas deficitarias y crear un fondo de compensación para garantizar la importación de alimentos y medicinas. “En 100 días podemos acabar con la crisis. Yo tengo un plan, sé tomar decisiones y me rodearé de los mejores”, afirmó.

Litio y extractivismo: una ausencia estructural de alternativas

Un punto crítico fue la falta de propuestas concretas y estructuralmente distintas frente al modelo extractivista vigente. En el tema del litio, ninguno de los candidatos planteó una alternativa clara al paradigma actual basado en la explotación y exportación de materias primas en bruto. Las referencias a inversiones, industrialización o soberanía tecnológica brillaron por su ausencia o superficialidad.

El tono: ironía, espectáculo y juego escénico

  • Manfred Reyes Villa emergió como el personaje más hábil en el uso del humor, la provocación y la gestualidad. Su frase contra Samuel Doria Medina —“Nunca lo has logrado y no lo vas a lograr”— fue uno de los momentos más virales del debate.
  • Su intervención sobre los “100 días” de gobierno fue bien recibida por la audiencia virtual y en redes sociales, aunque, según los expertos, su efecto electoral es limitado.
  • Sin embargo, Manfred también fue el más frágil en contenido económico: confundió cifras, propuso vender gasolina a 5 bolivianos sin respaldo técnico y falló en explicar su modelo productivo.

Momentos de tensión y ataques personales

Los roces entre los candidatos no se hicieron esperar. Reyes Villa criticó a Doria Medina por haber sido parte del gobierno de Jeanine Áñez, mientras que Samuel cuestionó la “dispersión” de Manfred y su promesa de vender litio por cifras “fuera de la realidad”. “Con el precio actual del litio, eso apenas generaría 500 millones”, replicó.

Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando Samuel increpó a Manfred sobre su promesa de bajar la gasolina a cinco bolivianos por litro, cuando en el mercado internacional cuesta más de un dólar (alrededor de 14 bolivianos al tipo de cambio informal). Reyes Villa insistió en que era posible mediante subsidios cruzados del litio. Quiroga, por su parte, intentó tomar distancia de las pugnas y apuntó contra ambos: “Solo miran al pasado”. También recordó que durante su presidencia se condonó la deuda externa y se atrajo inversión en hidrocarburos.

Una carrera de tres con futuro incierto

Actualmente, la suma de la intención de voto entre estos tres candidatos supera el 50%, lo que los convierte en protagonistas indiscutibles de la recta final electoral. No obstante, el desafío reside en quién logre “aterrizar” su discurso a las necesidades concretas de la ciudadanía.

Entre Tuto y Samuel, el que traduzca su programa en medidas tangibles podría despegar en las encuestas, especialmente en un escenario donde el electorado busca certezas ante la crisis económica y la inseguridad.

Más allá de las formas y los intercambios retóricos, el debate del 20 de julio evidenció una desconexión preocupante entre la clase política y las demandas reales de la ciudadanía boliviana. Ninguno de los candidatos logró vincular sus propuestas a problemáticas urgentes como la crisis alimentaria en sectores rurales, el desempleo juvenil o la migración interna por razones climáticas y económicas.

Las menciones a temas estructurales como salud, educación o descentralización fueron tangenciales o inexistentes. Esta carencia programática refleja no solo la fragilidad de los equipos técnicos que respaldan a los candidatos, sino también una tendencia a priorizar el posicionamiento electoral inmediato sobre la construcción de un proyecto de país a largo plazo. En un contexto marcado por la polarización, el desgaste institucional y la desconfianza ciudadana, este vacío estratégico representa una oportunidad perdida para recuperar credibilidad democrática a través del debate.

Cierre: promesas, contrastes y llamado al voto

En la recta final, los tres candidatos hicieron llamados directos a los votantes:

  • Doria Medina reiteró que su plan económico podría ejecutarse “en cien días” y dijo tener el perfil para tomar decisiones rápidas. “Con tu voto podemos hacer realidad este plan en cien días, carajo”, exclamó con energía.
  • Quiroga centró su discurso en la estabilidad como base para el cambio. Prometió 750.000 empleos en cinco años y pidió unidad nacional. “Juntos lo vamos a hacer. Bolivia será libre para siempre”.
  • Reyes Villa se presentó como la opción de centro. Criticó la falta de unidad entre sus adversarios y resaltó su experiencia como autoridad electa en varias ocasiones. Volvió a prometer que reducirá el precio de la gasolina a cinco bolivianos y traerá inversiones millonarias con el litio. “Vamos a lograr la reconciliación nacional”, prometió.

Conclusión: el debate presidencial como performance, no como plataforma

El debate presidencial del 20 de julio fue, ante todo, un evento de redes sociales: dinámico, viral, entretenido… pero vacío de propuestas realmente diferenciadoras. Fue posible imaginar a los tres candidatos como una sola candidatura fragmentada en cierta forma, repitiendo los mismos diagnósticos con matices estéticos.

A menos de un mes de las elecciones, el debate evidenció un país dividido, urgido de soluciones creíbles y con una ciudadanía cada vez más crítica frente a las promesas vacías.

Este tipo de debates —aunque necesarios— enfrentan el desafío de elevar el nivel de contenido sin sacrificar la conexión ciudadana, un equilibrio que aún está lejos de alcanzarse.

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