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El aparente “ganador invisible” y la crisis de representación en Bolivia 2025

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GOBERNA REPORTS te invita a descubrir el trasfondo político que marcará las elecciones generales en Bolivia o podrá agudizar una crisis que ya se está viviendo. Con un electorado dividido y más del 30 % de votos indecisos, blancos y nulos, el país enfrenta una encrucijada histórica. ¿Qué está en juego realmente? ¿Quién capitalizará el descontento ciudadano?

A menos de un mes de las elecciones generales del 17 de agosto de 2025, un sorprendente protagonista ha emergido: el voto residual, que combina votos en blanco, nulos e indecisos. Este bloque, lejos de ser un simple reflejo del desencanto, se ha convertido en el eje que podría definir el rumbo del país.

Una tercera parte del electorado en crisis

Dos encuestas recientes -una de Opinión y otra de Unitel – Ipsos CiesMori– coinciden en que cerca del 30–32 % del electorado pertenece al voto residual:

  • Según Opinión, los blancos y nulos alcanzan conjuntamente el 32 % de los votos.
  • Unitel – Ipsos CiesMori estima que los residuales llegan al 31,9  %, desglosándose en 8,2  % blancos, 12,5  % nulos y 11,3  % indecisos.
  • Comparativamente, la primera encuesta de la misma firma en mayo arrojó un 27 %, con 6,5  % blanco, 10  % indecisos y 10,5  % nulos.
  • Esta posición sitúa al voto residual por encima de cualquier candidatura individual: el líder de las preferencias, Samuel Doria Medina, apenas ronda el 19–20  %.

Incertidumbre regional: foco en Chuquisaca y La Paz

El análisis por departamento revela aún más la gravedad del fenómeno:

  • En Chuquisaca, los indecisos representan el 32,8  %, mientras que los blancos y nulos suman un 12,4  %, lo que coloca al voto residual en el 45  %.
  • En Potosí, el 23,6  % indeciso se une al 11,5  % de blancos y nulos.
  • Departamentos como La Paz, Oruro, Cochabamba y Tarija exhiben profundos niveles de indecisión: entre el 15  % y 20  %, a lo que se suman porcentajes significativos de blancos y nulos.
  • Este escenario de incertidumbre regional convierte a los indecisos y al voto residual en piezas clave que podrían reconfigurar el mapa electoral.

Un “ganador invisible” que asusta a los políticos

El analista Marcelo Silva lo define con claridad: “El gran ganador es el indeciso… más de la mitad de Bolivia no sabe por quién va a votar”. Desde el oficialismo se observan sanciones al MAS, mientras en la oposición reina la urgencia: una candidatura sólida podría imponerse, pero solo si logra persuadir este bloque.

No se trata solo de un dilema táctico, sino de una advertencia: las campañas deben reconectar. “Se han desalineado de las preocupaciones reales: el combustible, la comida, la inflación”, señala Silva . Es un llamado a que los políticos bajen de la retórica y presenten soluciones concretas.

¿Consecuencias para la segunda vuelta y gobernabilidad?

Con cinco candidatos rondando entre el 6  % y 20  %, ningún favorito podría ganar en primera vuelta. Esto proyecta una elección fraccionada y una casi segura segunda vuelta, donde el papel del voto residual será decisivo .

Este fragmentado panorama anticipa un ejecutivo sin mayoría cristalina, y una Asamblea Legislativa con múltiples voces. Tal como advirtió el gobernador de Tarija, Óscar Montes, “si esta tendencia persiste, el próximo gobierno afrontará graves problemas para aprobar leyes clave” .

Reflexiones metodológicas: cautela ante las encuestas

Expertos y analistas han insistido en tratar estos sondeos como “fotografías” del contexto, no como certezas absolutas . La fiabilidad de una encuesta puede verse afectada por el tamaño y composición de la muestra, el momento del levantamiento, y la manera en que se trata el voto indeciso.

Modelos como el “Efecto Bradley” muestran cómo las respuestas sociales deseables pueden enmascarar preferencias reales, lo que abre la puerta al riesgo de subestimar o sobreestimar el apoyo a ciertos candidatos

¿Que está en juego ante la crisis?

  • La pulseada por el voto residual
    Las campañas están concentrándose ahora en los indecisos y los que votan blanco o nulo, tanto en lo discursivo como en movilización puerta a puerta. Costará transformar ese descontento en intención de voto.
  • Redefinir agenda
    Es imprescindible abordar los problemas cotidianos: el acceso a combustible, control de la inflación, seguridad alimentaria. Ignorar esto rivaliza con indiferencia.
  • Unidad opositora estratégica
    El bloque opositor (Mesa, Quiroga, Doria) tiene pendiente consolidar una alianza que no disperse su apoyo. Los sondeos repetidos entre ellos como criterios para una candidatura única buscan evitar fracturas tardías.
  • Reacción del MAS
    Aunque rezagara en las encuestas, el partido podría recuperar terreno con una campaña más visible —enfatizando su estructura territorial y enfocándose en sectores rurales.

Escenario posible: elecciones impredecibles y necesaria flexibilidad

El 17 de agosto se perfila como una contienda abierta, en la que el 30  % de electores aún no ha definido su voto definitivo. Esto convierte a los indecisos en el “gran ganador invisible” y a las campañas en la urgencia de conectar con realidades concretas y movilizar en los departamentos clave.

El voto residual no solo es una expresión de frustración, sino un factor de poder decisivo. Dirigentes y partidos deberán revisar estrategias: proponer soluciones reales, consolidar alianzas, y romper la brecha con un electorado desencantado. No hacerlo podría convertir esta elección en un plebiscito del descontento, antes que la elección de un proyecto común.

Conclusión

Bolivia se acerca a un momento de definición. El voto residual, como síntoma de un sistema fragmentado, alerta sobre una ciudadanía que exige, no solo representación, sino respuestas concretas. En menos de un mes, los candidatos deberán transformarse en propuestas sólidas, porque este electorado ya no espera discursos, sino soluciones.

La política, más que nunca, debe salir de sus círculos y conectar con los desafíos reales que afrontan los hogares bolivianos.

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