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La estabilidad geopolítica en el noreste de Asia ha vuelto a centrar la atención internacional. Ante este escenario, desde Grupo Goberna analizamos las recientes declaraciones del Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Norte, quien ha instado a detener ‘a toda costa’ lo que denomina como el programa de armas nucleares de Japónn, advirtiendo que el avance de estas ambiciones podría desencadenar una «gran catástrofe para la humanidad».
Esta declaración surge en un momento de reconfiguración de las alianzas militares en la región y reabre el debate sobre la proliferación nuclear y el papel de las potencias asiáticas en la seguridad global.
El detonante de la fuerte reacción norcoreana fue un informe reciente que sugería discusiones internas en los círculos políticos de Tokio sobre la posibilidad de que Japón adquiera capacidades nucleares propias. Según Pyongyang, estas señales no son hechos aislados, sino que reflejan una ambición largamente acariciada por sectores conservadores japoneses.
Para el Ministerio de Exteriores norcoreano, Japón está cruzando una «línea roja». En sus comunicados, describen a Japón como un «estado criminal de guerra», haciendo referencia a su pasado imperial durante la Segunda Guerra Mundial, y argumentan que su rearme nuclear violaría no solo su propia Constitución pacifista, sino también los tratados internacionales de no proliferación.
Corea del Norte sostiene que un Japón nuclearizado alteraría de forma irreversible el equilibrio de poder en Asia. Los puntos clave de su advertencia incluyen:
Por su parte, el gobierno japonés ha mantenido históricamente una postura de rechazo a las armas nucleares. Japón es el único país en la historia que ha sufrido ataques atómicos, lo que ha cimentado un fuerte sentimiento antinuclear en su población.
Desde 1967, Japón se rige por los «Tres Principios No Nucleares»:
Sin embargo, el aumento de las pruebas de misiles por parte de Corea del Norte y la creciente influencia militar de China han generado un debate interno sobre la suficiencia de su «paraguas nuclear» (la protección brindada por Estados Unidos). Aunque el gobierno oficial reafirma su compromiso con el Tratado de No Proliferación (TNP), las voces que sugieren una mayor autonomía en defensa son las que han encendido las alarmas en Pyongyang.
El cruce de declaraciones no ocurre en el vacío. Se enmarca en una serie de factores que complican la seguridad en Asia-Pacífico:
La advertencia de Corea del Norte sobre el programa nuclear de Japón subraya la fragilidad de la paz en el noreste asiático. Mientras Pyongyang utiliza una retórica alarmista para frenar cualquier intento de rearme de su vecino, la comunidad internacional observa con preocupación cómo el diálogo diplomático ha sido sustituido por una escalada de advertencias y demostraciones de fuerza.
El desafío para los próximos años será evitar que las percepciones de inseguridad mutua desemboquen en una carrera armamentista real que, como bien señala el comunicado, ponga en riesgo la estabilidad global.
