En cualquier democracia con dignidad, la imagen internacional de un país importa, en la España de Pedro Sánchez, esa imagen es algo que se mancha con spray y grafitis antisistema, se oculta tras pancartas mientras que, con actitudes llenas de odio, destrozan vías ante la impávida mirada de un presidente que aplaude.
La reciente edición de la Vuelta Ciclista a España ha sido -literalmente- secuestrada por el activismo violento disfrazado de pacifismo, con el consentimiento explícito de un gobierno más interesado en el show ideológico que en el deporte, la concordia o el sentido común.
Hemos llegado al punto en que los ciclistas, por una “estrategia de visibilidad en medios” son tratados como culpables de un conflicto armado que se desarrolla a miles de kilómetros. Ahora resulta que, el pelotón de deportistas profesionales, es una provocación colonialista. No sería extraño que los progres piensen que pedalear en silencio por las montañas españolas es una amenaza geopolítica, parecía que estaban convencidos que al detener la Vuelta, se detenía el mundo y con ello encajarían las fantasías y el fanatismo de la izquierda woke.
La España de Sánchez está sometida a la narrativa del movimiento político de izquierda radical Podemos, generador de los textos constitucionales -previo suculento pago- en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ahora en las calles de Madrid, el gobierno ha abierto la puerta a los profesionales de la protesta violenta -esos que no trabajan, pero siempre están disponibles para romper cosas- y ha permitido que la sociedad española aparezca como protagonista de las protestas en favor de los terroristas de Hamás en contra de Israel.

La manipulación política, la distorsión de la información a través de su maquinaria con Televisión Española a la cabeza, poco a poco se va transformando en un proceso de ideologización progre disfrazada de multiculturalismo, mientras los valores occidentales que hicieron a España grande, se esconden bajo la cama.
Los llamados “refugiados” no lo son, claramente son peones ideológicos de una orquestada estrategia de infiltración que pretende acabar con Madrid, ya casi lo consiguen en París y han hecho de Bruselas un verdadero califato. Los mismos que gritan “no a la guerra” mientras lanzan piedras a la Policía, son los que ven con simpatía a Hamás y culpan a Israel de defenderse.
Santiago Abascal, en su intervención en Europa Viva 25, lo dejó claro: “Lo peor no son sus balas, lo peor es el miserable cinismo con el que justifican los asesinatos, es el cobarde coro de la propaganda progre que culpa a las víctimas y disculpa a los criminales…”. Mientras tanto, Pedro Sánchez no solo calla, sino que consiente, no solo consiente, sino que alienta, no solo alienta, sino que celebra.
El Partido Socialista Obrero Español -PSOE- se ha desnudado de pies a cabeza, porque la izquierda siempre ha preferido la utopía de los oprimidos a la libertad de los individuos, todos sus representantes en Hispanoamérica son presas de contradicciones absurdas y rebeldías sin causa, eso sí, siempre con el correspondiente financiamiento, tras bastidores los cultores van por el Nuevo Orden Mundial, mientras tanto los peleles en el poder, desde sus sillones presidenciales, defienden a los opresores y encarcelan a la cultura e identidad de cada país.
Santiago Abascal, con la claridad que suele incomodar a quienes viven instalados en el relativismo moral, sentenció: “Y no ha llegado Europa hasta aquí para que la izquierda islamista con la complicidad del PP se la acaben entregando a los hooligans de Osama Bin Laden…”. Exactamente. No han resistido siglos de guerras, plagas y pandemias para caer rendidos, sonreídos y condescendientes ante la amenaza real de un burka que lo tapa todo, incluida la verdad.
La libertad de credo religioso e ideología política, no ampara al izquierdismo islamista, al fascismo ni al comunismo, a estas alturas -a los muertos reales como Villavicencio, Uribe o Kirk nos remitimos- la violencia que desde la siniestralidad se ejecuta, debe estar presente siempre en el análisis, el olvido es impunidad, hay que recordarlo.
El escándalo mundial de la politizada Vuelta a España dejó en evidencia a Pedro Sánchez que, no solo no lo evitó, lo promovió, lo financió y lo protegió. Ahora se vislumbra muchas Españas, todas foráneas e ilegales.
Y así va España, otrora una, grande y libre, con un gobierno que no solo entrega el deporte al delirio ideológico, sino que entrega España entera al caos y al separatismo, que se escandaliza más por un tuit de Abascal contra los bárbaros que por una agresión islamista, que criminaliza la bicicleta, pero justifica la yihad. España a punto de la ruina…

Un comentario
He seguido los hechos en contra de España por parte del gobierno de Sánchez un pelafustan del tamaño de su estupidez y su idiota acción debería la clase de basura podrida que son esos izquierdistas en el mundo entero, pura carroña pestilente e infecciosa de un peligro descomunal, hay que eliminarlos de faz de la tierra sin ningúna pena