Publicaciones

LOS PUNTOS SOBRE LA ÍES | NAVIDAD ENTRE VILLANCICOS Y CORRUPTELAS: -Crónica de una región que no aprende- | Opinión

Tabla de contenidos

La Navidad llega cada diciembre con el aroma familiar de los pristiños y el rompope, los villancicos desafinados pero tiernos, pesebres improvisados y artesanales que reflejan las costumbres que sobreviven incluso al caos del tránsito, todo anuncia la carrera para cerrar el año…o talvez para huir de él.

Es un mes en el que la nación parece detenerse, no por la paz espiritual, sino porque la burocracia entra en modo “regresamos en enero” se ocupan, apurados, en justificar contratos y adendas tan urgentes como sospechosas.

Entramos a la temporada donde el milagro navideño aparece repentinamente. Si usted tiene algún familiar funcionario público que, llega con regalos a manos llenas -cuando no gana lo suficiente para ello- está frente a dos posibilidades: se ganó la lotería o es un corrupto sin nombre, pero, si llega vacío aparece la tercera probabilidad, es un tacaño incorregible.

Sin embargo, diciembre también nos recuerda que la tradición tiene un peso moral que continúa desafiando la ligereza de la política contemporánea. “La libertad consiste en ser dueños de la propia vida”, escribió Platón, y cuesta admitir que hemos renunciado a esa libertad cívica permitiendo que la corrupción marque el calendario con más fuerza que cualquier festividad. El robo y el despilfarro de los corruptos han provocado que, en el mejor de los casos, los ciudadanos se indignen un par de horas antes de seguir haciendo fila en el  Centro Comercial más cercano, aprovechando descuentos que, ni el mismísimo Niño Dios podría frenar.

La región no anda muy distinta ni ofrece mejores aguinaldos, en Lima los presidentes caen más rápido que los adornos de un árbol mal instalado. Bogotá y México sufren avergonzados los absurdos desvaríos de sus mandatarios en medio de luces, brillo y humo. En Caracas, no hay tiempo para pensar en estos temas, porque la Navidad revolucionaria, decretada en octubre, ya pasó, por el momento se espera la huida de Herodes para que realmente sean unas felices y verdaderas pascuas.  

En Quito, mientras tanto, su alcalde empeñado en la ideologización de la ciudad, ya no tendrá ni fiestas ni Navidad, todo por culpa de la ley. La temporada se vuelve excusa para que, en los discursos, la palabra “paz” aparezca más que en el Nuevo Testamento, aunque en la práctica, las pugnas, agravios y demás peleas indiquen lo contrario. La capital ecuatoriana esta de mal en peor, las luces navideñas brillan tanto que, casi logran ocultar los baches, los conflictos, la ineptitud y el eterno fantasma de la inseguridad.

La Navidad obliga al optimismo, incluso cuando las cuentas son opacas y dudosas, diciembre también es eso, un espejo satírico de lo que somos y permitimos.

Pero la Navidad y diciembre siguen siendo necesarios, no por el gasto, sino por la pausa que nos invita a repensarnos como sociedad, nos pide recordar algo elemental, ningún país se sostiene sin un mínimo de verdad, sin un puñado de decencia, sin un respiro de humanidad. En cualquier caso, la Navidad no es la cura ni la salvación, pero sí el recordatorio de que se puede rescatar la conciencia y la fraternidad.

Por eso me gusta diciembre, no como temporada de tarjetas de crédito agonizantes, sino como una invitación a reconstruir el país desde sus valores más simples: familia, honestidad, comunidad. El árbol puede estar lleno de luces, pero ninguna brillará más que la de personas que se tomen en serio lo que se predica en estas fechas: Paz, Justicia, Amor y Fraternidad.

Si diciembre logró sobrevivir a Judas, Herodes, Nerón, Chávez, Castro, Evo, Cristina, Claudia, Petro, media docena de ex presidentes peruanos, Correa y Fito juntos, podrá sobrevivir a lo que venga, hay que ser optimistas, María Corina en Oslo y José Antonio Kast en La Moneda, alimentan la esperanza, por ahora empecemos a pensar en los buenos propósitos y declaraciones de amor universal, aunque en enero se nos olvide la contraseña de la cordialidad y la sensatez…

navidad

Mauricio Riofrio Cuadrado

Abogado-Periodista & Consultor Político

2 respuestas

  1. Una reseña con apuntes de ironía y clara certeza sobre el comportamiento humano y la fecha más representativa y anhelada donde la palabra amor ay paz especialmente suena con música alegre y un espíritu animado, encuentro en estas reflexiones parámetros claros para entender los momentos en que debería fundirse lo mejor del ser humano para que permanezca sin tambalearse en sus buenos propósitos ! Felicidades!

  2. Muy interesante el análisis, pero para la corrupción, la Navidad es todo el año, aunque en esta fecha hay mensajes de esperanza. Gracias Dr. Ríofrío.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *