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Elecciones en Honduras 2025: ¿Qué se espera?

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El 30 de noviembre de 2025, Honduras vota en una sola vuelta para elegir Presidencia, renovar los 128 escaños del Congreso y representantes al Parlacen. Es una elección grande (más de seis millones de electores) que llega con expectativas de cambio y presión por resultados rápidos y creíbles: un verdadero barómetro regional sobre gobernabilidad y confianza electoral.

El contexto operacional es tenso: el árbitro electoral acelera licitaciones de conectividad satelital y ajustes de cronograma para asegurar la transmisión de resultados la noche del 30-N, tras unas primarias con retrasos logísticos que ya encendieron alertas. Lo que se espera —y medirá— es la capacidad de procesar y comunicar cifras sin demoras que alimenten disputas.

Reglas del juego y calendario clave

Honduras elige presidente en una sola vuelta por mayoría simple; en paralelo, renueva los 128 escaños del Congreso por representación proporcional departamental y elige representantes al Parlacen. La fecha oficial es el domingo 30 de noviembre de 2025, convocada por el CNE. Estas reglas favorecen campañas que maximizan primer lugar y estructura territorial más que segundas rondas o pactos prebalotaje.

El calendario operativo incluye hitos cerrados por el CNE: publicación/actualización del cronograma, fechas máximas de licitaciones para servicios críticos y adjudicación del sistema de transmisión de resultados (TREP). Por primera vez, el CNE explicitó en el cronograma las ventanas para llamados públicos a ofertar, buscando transparencia y competencia entre proponentes.

En la logística electoral, el padrón definitivo supera los 6.5 millones de habilitados (con casi medio millón en el exterior), lo que obliga a priorizar conectividad y capacidad de carga la noche del 30-N. Tras retrasos en las primarias 2025, el énfasis oficial está en blindar transmisión y tiempos de conteo para evitar nuevas demoras.

Candidaturas y bloques en disputa

Tras las primarias de marzo, el tablero quedó nítido: Rixi Moncada encabeza al oficialismo (Libre), Nasry “Tito” Asfura va por el Partido Nacional, y Salvador Nasralla compite por el Partido Liberal. El CNE oficializó esas postulaciones después de un conteo accidentado que, aun así, confirmó a los tres como rivales centrales del 30 de noviembre.

Fortalezas y flancos: Moncada llega con la maquinaria de gobierno y voto duro de Libre, pero enfrenta desgaste y polarización; Asfura capitaliza estructura territorial y marca de orden, aunque arrastra el lastre del Partido Nacional tras 2021; Nasralla conserva alto reconocimiento y narrativa anticorrupción, con el reto de transformar notoriedad en organización y fiscalización de mesas. El mapa departamental de las primarias anticipó que Libre y PN dominaron la mayoría de departamentos, con el PLH competitivo en nichos urbanos.

Escenarios postelectorales: al definirse la presidencia por pluralidad en una sola vuelta, la gobernabilidad dependerá de la aritmética legislativa y de pactos tempranos. El desempeño de cada bloque en las listas al Congreso será tan decisivo como la propia competencia presidencial, abriendo la puerta a coaliciones mínimas o acuerdos por agenda (seguridad, economía) para evitar parálisis. En ese marco, la campaña se orienta a maximizar primer lugar y arrastre parlamentario más que a construir un balotaje inexistente.

Sistema frágil: riesgos operativos e institucionales

El primer talón de Aquiles es logístico-tecnológico. La adjudicación de conectividad satelital y del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) ha tenido ajustes y demoras que, si no se corrigen a tiempo, pueden ralentizar el conteo y abrir espacio a sospechas la noche del 30-N. El CNE publicó pliegos para el TREP y avanzó en la licitación, pero reportes recientes advierten rezagos en la contratación de conectividad, un cuello de botella crítico para centros sin internet estable.

El segundo riesgo es comunicacional y de narrativa. La autoridad electoral ha pedido a los candidatos evitar proclamarse ganadores antes de la declaratoria oficial, precisamente para no alimentar crisis de confianza; tanto Nasry Asfura como consejeras del CNE han remarcado esa línea de prudencia, mientras circulan contenidos manipulados que elevan la temperatura del debate. En un ecosistema así, cualquier retraso operativo se convierte en combustible para discursos de “fraude” o deslegitimación del resultado.

El tercer flanco es institucional: las primarias 2025 ya dejaron un antecedente de retrasos, materiales faltantes y aperturas tardías de centros, lo que tensionó la relación entre actores políticos y el árbitro. De repetirse fallas en la jornada general, la disputa podría migrar con rapidez a lo contencioso, forzando pactos parlamentarios bajo sospecha y dificultando la gobernabilidad temprana. De ahí la importancia de blindar procedimientos y cronogramas —desde la logística hasta la publicación oportuna de resultados— para evitar una secuela de la “noche larga” que describieron medios internacionales y locales en marzo.

Issues que mueven voto: seguridad, economía y migración

La seguridad y la economía concentran el malestar ciudadano: violencia persistente, empleo informal y costo de vida alimentan el voto por “orden con alivio económico”. En las primarias ya se vio esa mezcla de frustración y demanda de transparencia, con quejas por logística y centros tardíos que tensaron la confianza. Los tres principales bloques calibran su mensaje en ese eje —control del crimen + reactivación— porque es donde hoy se decide intención de voto.

El voto exterior puede volverse factor competitivo, pero sigue con nudos normativos y operativos: ausencia de reglamento claro, capacidad consular limitada y dudas sobre biometría abren riesgo de impugnaciones si la participación aumenta sin certezas procedimentales. A semanas del 30-N, el CNE no ha despejado todas las incógnitas y analistas advierten posibles conflictos si no se ordena la votación en el extranjero.

Conclusiones

Habrá tres semáforos para “leer” rápido el desenlace: (1) flujo del TREP y estabilidad de la transmisión en departamentos con conectividad débil; (2) brecha entre primero y segundo (legitimidad social del resultado); y (3) señales iniciales del Congreso (posibles pactos mínimos para destrabar agenda). Si el CNE logra ejecutar lo licitado (TREP + conectividad) y comunicar con orden, baja el riesgo de judicialización temprana.

Para campañas en América Latina, Honduras 2025 deja una lección operativa y narrativa: en sistemas de una vuelta, la victoria depende tanto de la logística creíble (materiales, transmisión, publicación oportuna) como de un relato económico y de seguridad que ancle expectativas. Con primarias recientes marcadas por retrasos, blindar procedimientos no es opcional; es la diferencia entre gobernar desde la noche uno o empezar atado a una disputa de legitimidad.

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