Goberna Reports presenta un análisis profundo sobre la crítica situación interna del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido político que ha marcado el rumbo de Bolivia en las últimas décadas. Hoy, dividido en facciones irreconciliables, el MAS atraviesa su momento más frágil desde su fundación.
El senador Pedro Benjamín Vargas, representante del bloque de andrónico, confirmó que la exministra Mariana Prado ha sido retirada como posible candidata a la vicepresidencia dentro de la fórmula presidencial que impulsa al senador Andrónico Rodríguez.
Vargas fue contundente al señalar que Prado «ya está con un pie afuera» de la fórmula y que se espera su renuncia formal ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en las próximas horas. Según el legislador, la decisión se debe a una falta de aceptación de Prado entre sectores sociales clave y entre simpatizantes del propio Rodríguez. “Es una señora muy dinámica, influyente en redes y entre la población, pero como compañera de fórmula de Andrónico no ha generado el respaldo esperado. Ha habido una especie de rechazo que ella misma ha valorado”, explicó.
Este movimiento refleja las tensiones internas en el bloque androniquista, que intenta consolidar una propuesta alternativa tanto al evismo como al actual gobierno.

Evo Morales y su retorno: ¿unidad o ruptura definitiva?
La figura de Evo Morales continúa siendo un punto de polarización dentro del partido. Su anuncio de buscar nuevamente la candidatura presidencial en 2025 ha profundizado la crisis de representación en el MAS.
Desde enero de 2024, esta intención ha paralizado las negociaciones internas y ha desencadenado al menos 55 días de bloqueos y protestas promovidas por sectores afines al expresidente.
El pasado viernes, Morales difundió un video en redes sociales en el que insinúa que podría reactivar las movilizaciones si no se viabiliza su candidatura, enviando un claro mensaje de presión tanto al Tribunal Supremo Electoral como a sus rivales internos. Su estrategia ha sido interpretada como una advertencia directa al gobierno y como un intento de recuperar el control total del MAS, que hoy está más fragmentado que nunca.
El arcismo responde: defensa del proceso electoral
Desde el oficialismo, el presidente Luis Arce y su entorno han rechazado abiertamente las acciones del evismo. Arce calificó las movilizaciones como una maniobra política para desestabilizar su gobierno y frenar el proceso electoral en curso.
“La medida de presión fue impulsada con la inequívoca intención de deponer al actual gobierno y obstaculizar el proceso electoral, generando caos, incertidumbre y zozobra en la población”, expresó Arce en un reciente pronunciamiento. Acusó a Morales y su círculo de poner “las ambiciones personales, políticas y electorales por encima de los intereses colectivos del pueblo boliviano”.
La crisis del MAS no solo se libra en las cúpulas del poder; también ha fragmentado a las organizaciones sociales que durante años fueron su columna vertebral. La Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Federación de Mujeres Bartolina Sisa y otros sectores tradicionalmente leales a Evo Morales, hoy muestran posturas divididas.
Mientras algunos respaldan incondicionalmente el retorno del líder cocalero, otros se alinean con la gestión de Luis Arce o incluso exploran nuevas alternativas políticas.
Esta falta de cohesión territorial y sectorial agrava la incertidumbre electoral y revela que, por primera vez en dos décadas, el MAS podría enfrentar un proceso electoral sin una base unificada ni una candidatura incuestionable.
¿Hacia una ruptura definitiva del MAS?
Con un bloque evismo que no cede en su intento de reinstaurar a Morales, un sector arcista que busca consolidar su legitimidad en el poder, y una tercera vía liderada por Rodríguez que no termina de consolidarse, el MAS enfrenta un escenario inédito de fragmentación política.
La pregunta que queda en el aire es si esta división terminará en una ruptura formal del partido o si aún existe la posibilidad de una recomposición interna antes de las elecciones de 2025.
Lo cierto es que, hoy por hoy, el Movimiento al Socialismo ya no es un bloque monolítico: es un campo de batalla político, ideológico y personal que parece encaminarse hacia una redefinición total de su identidad y liderazgo.

Conclusión
Lo que alguna vez fue un partido sólido y hegemónico, hoy se tambalea bajo el peso de sus propias ambiciones y contradicciones internas. El Movimiento al Socialismo ya no debate únicamente sobre candidatos, sino sobre su propia existencia y futuro político. Si las pugnas internas no encuentran un cauce democrático y unificador, el MAS corre el riesgo de desintegrarse antes siquiera de llegar a las urnas.
En un país históricamente marcado por la inestabilidad, la crisis del partido más influyente de los últimos 20 años no solo afecta a sus militantes, sino que amenaza con arrastrar a todo el sistema político boliviano a una nueva etapa de incertidumbre.
