Columna de opinión sobre los ganadores declarados por adelantado
Hace unos días estaba almorzando con unos colegas y surgió el tema de las elecciones estatales en México, en ese momento, un consultor muy amigo mío me comenta que “de seguro Morena gana las presidenciales” a lo que le pregunto el porqué de su afirmación, y su respuesta me dejó sorprendido. Al parecer, hay una teoría popular que afirma que el partido que gane las estatales en Estado de México, es también el partido que se llevará las presidenciales posteriores.
No me malentiendan, predecir resultados electorales es de las actividades más entretenidas para nosotros los consultores, especialmente si estamos asesorando a uno de los partidos que compiten. Sin embargo, como profesional siempre voy a sostener que toda afirmación se haga con evidencia o desde la experiencia empírica, por ende, y ya que cambió la conversación y no pude preguntar más, decidí investigar un poco sobre esta teoría y traer este pequeño artículo para ilustrar mi posición sobre las predicciones electorales.
En los últimos 30 años, el Estado de México ha sido gobernado ininterrumpidamente por el PRI, mientras el gobierno federal ha cambiado de partido en repetidas ocasiones, por lo que las únicas dos veces donde coincidió el partido en las presidenciales y las estatales fue a finales de los 90 con Ernesto Zedillo y en 2012 con el gobierno de Peña Nieto. Si bien el Estado de México tiene una enorme importancia para el país y Morena ha tomado el reciente triunfo como el final del PRI en ese territorio, podemos afirmar que su resultado no determina las presidenciales y que habría que tomar estas afirmaciones con mayor escepticismo.
La creencia de que el partido ganador en alguna ciudad grande de un país tiene grandes posibilidades de triunfo en las elecciones presidenciales es popular en Latinoamérica, sobre todo con capitales, aunque este no sea el caso. Se argumenta que, debido a que estas ciudades suelen ser más pobladas y poderosas económicamente, su resultado electoral determina el resultado nacional. No obstante, la realidad demuestra que los intereses de los estados, regiones o provincias no siempre están alineados con los de la capital o las ciudades más grandes y urbanas. A pesar de esta evidencia, la idea persiste, lo cual resulta sorprendente.
En este tipo de contexto electoral, también se debe cuestionar la confiabilidad predictiva de las encuestas. Estas herramientas, tanto manipuladas por intereses económicos privados como por conveniencia del mismo estado desde su posición de defensa, pueden sesgar los resultados y crear percepciones engañosas. En numerosas ocasiones, el candidato que lideraba las encuestas no ha logrado llegar a la presidencia. Podemos poner el ejemplo de Lescano en Perú. Además, estar en el primer lugar de las encuestas puede exponer a los candidatos a ataques y perjudicar sus posibilidades de victoria. Esto último es algo que no dejo de repetir en mis conferencias, estar primero no garantiza la victoria ni mucho menos da ventaja, al contrario.
Si bien existen modelos más sofisticados como el de Lichtmann que han logrado predecir con cierta precisión los resultados electorales en países como Estados Unidos, incluso estos modelos tienen limitaciones. Este fue diseñado siguiendo pautas de predicción sísmica, es decir, reconocimiento de patrones, pero en la población, lo cual le daba cierto rigor científico. Sin embargo, los resultados no fueron precisos en el año 2000 con la victoria de Bush por diferencias con el colegio electoral, donde Bush no ganó en las votaciones pero de todas formas le fue otorgada la presidencia (algo parecido a Hilary vs Trump, aunque ese año Lichtmann sí acertó con la respuesta).
La dinamicidad y la volatilidad de las sociedades dificultan que los modelos matemáticos predigan con exactitud el comportamiento humano, en contraste con la predecibilidad de otros cambios más sistemáticos como el clima. Es esencial comprender que las sociedades son entidades complejas y cambiantes. Los sistemas de predicción basados en el reconocimiento de patrones son difíciles de replicar, ya que cada grupo poblacional tiene sus propios patrones específicos. Por lo tanto, es necesario realizar estudios específicos para obtener resultados con cierta validez, especialmente en ciudades tan diversas como las latinoamericanas. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que la fórmula de Lichtmann funciona en USA, pero muy probablemente no funcione en México o Argentina.
Las elecciones multipartidistas complican aún más las predicciones electorales. En muchos países de América Latina, la contienda política está caracterizada por la presencia de múltiples partidos políticos, no solo dos como en USA. Aunque muchas veces se formen coaliciones para reducir el espectro y llevar a la polarización, difícilmente la lucha es entre dos antes de la segunda vuelta. Esta diversidad de opciones dificulta la precisión de las predicciones, ya que a medida que aumentan las opciones disponibles, se reducen las posibilidades de acertar en los pronósticos.
Ya para finalizar, aunque aquellos con experiencia en procesos electorales pueden realizar un análisis general y formar sus propias predicciones, estas deben considerarse más como apuestas que como certezas absolutas. No existe una fórmula infalible para conocer los resultados electorales por adelantado. Al final, tanto para consultores como para cualquier otro ciudadano interesado en los resultados políticos, solo nos queda especular y esperar los resultados reales de las elecciones, reconociendo que las predicciones electorales son una combinación de análisis y conjeturas que no garantizan la certeza.