Imaginarios sociales y persuasión como efecto de campaña
En nuestra entrega anterior hablamos sobre la utilidad de los imaginarios sociales en política, posiblemente podrán preguntarse ¿Qué tiene que ver el tema de los imaginarios con los efectos de campaña y particularmente con la persuasión? Y esa es una pregunta que responderemos en esta entrega.
La mente es un proceso, no un órgano. Es un proceso material que se produce en nuestro cerebro con base en la interacción y experiencias que vivimos, desde el nacimiento, con nuestra realidad material, permitiendo así generar marcos de significado frente a diversas situaciones sociales que permitirán crear una unidad de sentido a la misma realidad.
La importancia de la comprensión de los marcos del elector, radica en la función de la comunicación, para comunicar efectivamente un mensaje es necesario activar la mente del receptor permitiendo compartir el significado, es decir que, no podemos presentar el mismo impulso informativo a un elector liberal, conservador o de centro y esperar que tenga el mismo efecto de campaña en cada uno.
Tradicionalmente se habla de 2 efectos de campaña: el de refuerzo y el de persuasión, entendidas como un cambio de preferencias del momento t-1 al momento t-2, es decir que un individuo persuadido puede modificar su decisión inicial, por ejemplo: supongamos que un elector quién inicialmente pensó en no salir a votar el día de la elección, pero después de escuchar y analizar las propuestas y mensajes del candidato “A” sobre la legalización del aborto ha decidido salir a votar a favor de dicho candidato.
En otras palabras, es la selección de información que presentado como impulsos en un mensaje comparte significado con el votante y permitió el aprendizaje o la recuperación de una creencia olvidada provocando la activación o conversión, lo cual hace evidente que si un votante no ha sido persuadido seguramente ha sido reforzado para realizar la acción que en un principio manifestó que haría.
De acuerdo a Martínez I. Coma, 2012, la persuasión es un sistema operacionalizado que debe producirse en una cadena de eventos.
- Se lanza un estímulo
- Los votantes prestan atención
- Los votantes aprendes y/o recuperan sus antiguas creencias
- Dicho aprendizaje los lleva a reevaluar su posición y como resultado se produce el cambió de intención.
La persuasión como efecto de campaña no es una herramienta, es un fin que podemos alcanzar sí y solo sí, logramos captar la atención del elector, mediante los impulsos adecuados, lo cual no es una tarea fácil en nuestros tiempos, donde la atención se presenta como un bien escaso y los ciudadanos se encuentran desencantados de la política.