Análisis estratégico de los recientes casos de cierre del legislativo y adelanto de elecciones.
El 5 de abril de 1992, se anunció la «disolución temporal» del Congreso de la República en el Perú por Alberto Fujimori. De forma más contemporánea en septiembre del 2019, Martín Vizcarra, utilizó la misma figura constitucional y disolvió el Congreso de la República.
En ese momento, se pensó que este tipo de acciones no se repetirían debido a las consecuencias políticas que tuvieron. Sin embargo, a mediados de mayo de este año 2023, nos llega la noticia de que el presidente de Ecuador ha disuelto la Asamblea Nacional y, antes de que termine el mes de junio, el presidente de España disuelve las Cortes. Esto plantea la pregunta: ¿Qué está sucediendo?
Para comprender la situación, vamos a analizar primero lo que ocurrió en Perú hace cuatro años. Para ser más específicos 2019. En ese momento, existía una confrontación abierta entre el ejecutivo y el legislativo, el legislativo acababa de obligar a su renuncia al mandatario electo en ese entonces Pedro Pablo Kuczynski y quien asume el mando fue su vicepresidente Martín Vizcarra. Para sorpresa de todos, una de sus primeras medidas fue disolver el congreso de la República. Luego del pánico inicial, el gobernante ganó mucha popularidad con esta medida dada la poca aprobación de la que gozaba el congreso. Entonces, llamó a elecciones legislativas y siguió gobernando hasta que el nuevo congreso lo vacó en noviembre del año 2020.
Esta lucha constante y polarización entre ejecutivo y legislativo parece haberse vuelto un problema general en Latinoamérica y otros países de occidente. Si bien la polarización ideológica en la población siempre existió, esta no solía reflejarse en los poderes del Estado o, como mínimo, no al punto de tener que cerrar uno de ellos. Los gobiernos de turno se ven obligados a formar coaliciones para poder gobernar y aun así eso no les garantiza una posición sólida de defensa (si quieres conocer un poco más sobre la posición de defensa te dejo este link), sin mencionar que se deben poner esfuerzos en la gestión y en la defensa contra la oposición al mismo tiempo o el descuido en la gestión se convertirá en motivo de más ataques.
En el caso de Ecuador y España, la historia es diferente. La disolución del legislativo incluye el adelanto de elecciones, lo que implica que el poder ejecutivo también debe abandonar su puesto, por lo que puede ser interpretado como “empezar de nuevo” a diferencia del caso peruano. Sin embargo, esto implica que el ejecutivo aún puede gobernar sin el contrapeso del legislativo por un tiempo determinado. Desde una perspectiva estratégica esto puede interpretarse como una movida para avanzar con la agenda sin obstáculos, dado que ambos casos también se trataba de un poder de oposición, sin embargo, sería más acertado decir que fue la respuesta ante un ejecutivo acorralado.
En el caso de Ecuador, que se denomina, muerte cruzada queda claro, luego de un año de lucha constante con el legislativo que no pudo manejarse de otra forma, fue el último recurso. En el caso de España es más difícil de decir, dado que se llamó a elecciones prácticamente el mismo día que dieron los resultados, ni siquiera le dio la oportunidad a las cortes de ser obstruccionistas. En este caso, podría hablarse de una estrategia de evasión. Quienes simpatizan con el gobernador apoyan la medida por “democrática”, pues al darse cuenta que el pueblo español ya no apoyaba su coalición, la medida correcta era retirarse y dejar que el pueblo decida, mientras otros lo interpretan como un gesto de “patear el tablero”.
¿Entonces así va a ser a partir de ahora? ¿Se va a cerrar el poder legislativo cada vez que se elija congresos/parlamentos/asambleas de oposición? No necesariamente, pero es una posibilidad. La política ha sido muchas veces a través de la historia víctima de efectos dominó que llaman la atención para cambiar las reglas del juego. Estas figuras constitucionales que otorgan a los mandatarios el poder de decidir sobre estos temas han estado en las constituciones de la mayoría de países occidentales desde hace muchísimo tiempo, más de una manera simbólica que para su utilización efectiva, sin embargo, ya forman parte del menú de “medidas a tomar en caso de crisis”.
En este tipo de contexto político donde las opiniones están tan divididas es prácticamente imposible que la imagen de los mandatarios o sus partidos no se vean afectadas, pero es fácil decir cuando unas estrategias fueron pensadas con más detenimiento que otras. En el caso de Perú, por ejemplo, por opinión pública y panorama político estaba casi asegurado que el cierre del congreso iba a ser popularmente apoyado, el problema es que Martin Vizcarra no supo utilizar y mantener esa popularidad a lo largo de su corto gobierno, y se hizo más enemigos de los que le era conveniente.
Para el presidente Lasso en Ecuador, además de lo mencionado en la nota de análisis que publiqué la semana pasada, también está la temporalidad en la medida tomada. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que disolver la asamblea justo a tiempo para que no continuara su juicio político dejó ver de forma muy notoria sus intenciones y no ayudó a su imagen como mandatario, si bien tuvo apoyo, pudo haber hecho jugadas más inteligentes antes de llegar a ese punto.
Por último, considero que el caso de Pedro Sánchez es el más prudente en cuanto a estrategia, si bien también se le ha tachado de radical o de patear el tablero como mencioné anteriormente, muchos consideran su decisión acertada debido a los problemas de gobernabilidad que conlleva un congreso de oposición y le han aplaudido por tomar la medida a tiempo y aceptar rápidamente que su coalición ya no es la preferida por la mayoría y que, por ende, ya no les corresponde el gobierno.
Con esto terminamos el análisis de esta semana, espero les haya sido de interés y no olviden revisar constantemente nuestras redes sociales para enterarse de todas las novedades de Goberna.
R.