DEFINIENDO NUEVOS CUADROS POLÍTICOS, HACIA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DEL 2025
Cuando la insistente palabra de “unidad” devela problemas internos de un partido político, surge el 29 de marzo del 2022, fecha en la que el Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP)-partido oficialista de gobierno en Bolivia- celebra 27 años de su creación. Se podría decir que el masismo inicia su etapa más crítica interna en su historia, o que se trata de un proceso evolutivo necesario, dentro del tipo de política que vive en andino país desde inicios de siglo XX.
En alguna ocasión la socióloga Moira Zuazo definió en un estudio al movimiento del MAS-IPSP, como la “Ruralización de la política en Bolivia”, con ejes constitutivos como la construcción del instrumento político de los campesinos indígenas originarios, un ciclo de protesta social que abrió en los conflictos del 2000 (pasando desde la Guerra del Agua, a la del Gas y la Asamblea Constituyente y Nacionalización de recursos nacionales), concluyendo en la consolidación de la unidad bajo el liderazgo cocalero de Evo Morales Ayma.
Para cumplir el tercer eje constitutivo del MAS-IPSP se puede decir que mucha sangre paso debajo de ese puente, y literalmente vimos por medios internacionales un Evo Morales Ayma huyendo de su país (luego de tres períodos de gobierno intactos ganados en urnas), cuando pretendía mantenerse en el poder, abogando a un derecho humano para una reelección. La respuesta derivo en conflictos y renuncias masivas de autoridades, un gobierno transitorio de una oposición que políticamente era pequeña, un orgullo herido.
Para las elecciones del 2020, el triunfo del Luis Arce Catacora parecía devolver la esperanza de quienes salieron de su país, y un camino de retorno a casa; sin embargo, la historia de Ecuador cuando eligió a Lenin Moreno, ganador en Ecuador y presidente de 2017 al 2021, sucediendo a su aliado Rafael Correa parecía hacer sombra a este nuevo proceso político.
Por primera vez, un líder de gobierno boliviano estaría no coincidiendo con el líder partidario, quien, si bien mantiene un fuerte dominio en su partido político, empieza a mostrar que perdió el control del Estado y a la par existen tensiones con el Poder Ejecutivo boliviano. Ese marzo del 2022 mostraron las pugnas internas por el poder.
El 55% de votos ganados para la dupla Luis Arce Catacora y David Choquehuanca, era un arco de triunfo para quien retornaba del exilio Evo Morales Ayma, y con el tiempo se volvió en la fortaleza de quienes fueron posesionados representando a un histórico partido socialista, que cambió el rumbo de un país con un alto índice de pobreza y poco desarrollo tecnológico.
Su aplanadora legislativa fue la primera en mostrar en ciernes las grietas, y mostrar dos bandos que hicieron temblar el hemiciclo, la aprobación de la Ley del Censo puso denominación a estos bandos confrontados, entre los “renovadores” (arcistas) y los del “ala evista”, ganando la aprobación de esta norma surgiendo denuncias de prácticas de etapa neoliberales y pago de prebendas o maletines negros entre renovadores y opositores.
El sector evista acusa de persecución política a los renovadores de Arce, quienes aseguran los implican en audios de tráfico de influencias, corrupción y otros, en pocas palabras una prostitución por una “pega” o un voto, como se veía en los corredores parlamentarios décadas atrás. En un sentido de parecer una historia cíclica que tras más de tres décadas de democracia, parece estar ensartada en las venas de quienes entran a la política.
La masacre blanca de funcionarios públicos “evistas” a inicios de este 2023 es otra muestra de esta ruptura, que a conveniencia puede simular unidad, como para la forma en como afrontaron el conflicto en la capital de la región oriental, y zona de mayor productividad como es Santa Cruz, que acudió como presión a un Paro Cívico de varios días, y respondieron con la detención de su gobernador, Luis Fernando Camacho, partícipe de lo que llamaron Golpe de Estado el 2019, y dio poder a Jeanine Añez, senadora de oposición en ese entonces.
La Dirección Nacional del MAS-IPSP ha devanado las formas de actuar antes esta situación, determinando que el ejecutivo se ha distanciado de las bases, y se evaluará si corresponde o no expulsar de sus filas al hermano “Lucho”, al igual que sucedió con seis diputados, entrando a la lista encabezada por Arce otros 30 legisladores oficialistas.
Divide y vencerás, dice un antiguo adagio que tal vez aplica ahora a la nueva visión del líder cocalero y ex presidente Evo Morales Ayma, quien su visión integradora regional implica indefectiblemente volver a sentarse en la silla presidencial el 2025, ya no como parte “de” si no como una nueva oposición, a falta de líderes opositores aplacados en casi dos décadas por el masismo.
El proceso del MAS es símil a otro registrado a inicios de los 70´s cuando otro partido político (hoy extinto) como fue el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) ve a tres grandes cuadros salir de sus filas, esto se repite en 1984 salen de su estructura principal el “MIR Masas”, y en 1985 se funda de su vientre el Movimiento Bolivia Libre (MBL). Un partido político que creció tanto internamente, que las correlaciones de fuerza fueron imposibles de moderar, surgiendo una necesaria “implosión” política.
Parecería estar todo fríamente calculado, sin embargo, la parte del MAS que logró hacerse del poder tampoco está quedando inerte, todo lo contrario, buscarán ser representantes de los sectores oprimidos, buscando las raíces y levantar aves fénix, como acusa el MAS, cuando detecto un acercamiento de Arce con el Partido Socialista 1 (PS-1), del extinto líder Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado en 1980 en época de dictadura. Con ese panorama, existen cuadros políticos que empiezan una carrera hacia las próximas elecciones, que parece será dura y encarnada.
LMFG/2023