Las campañas políticas forman parte de la dinámica del sistema democrático para la elección de dirigentes a cargos de elección popular. Y aun cuando se pueda estar a favor o en contra de este ejercicio democrático, la realidad demuestra que cada día se vuelven procesos más sofisticados y competitivos, en las que el tipo de dirección, estrategia y capacidad organizativa de los candidatos determina el éxito o fracaso.
La profesionalización del estudio o ejecución de las campañas electorales precisa abordar el modelo de gerenciamiento de campañas; el cual tiene como objetivo mejorar el nivel de competitividad y la eficiencia de los procesos políticos.
De acuerdo al Dr. Valdez:
“La gerencia de campañas es el proceso administrativo orientado a generar ventajas competitivas mediante un uso inteligente de técnicas, conocimientos, capacidades y recursos con los que cuenta toda campaña, planeando, dirigiendo, ejecutando, evaluando y controlando las acciones que se emprenden tanto por el o los candidato (s), el partido o los equipos de campaña”.
Por lo que la gerencia implica:
- Un uso racional y eficiente de los recursos:
o Humanos.
o Materiales.
o Tecnológicos
o Cognitivos.
o Económicos.
o Tiempo. - Planeación, organización, dirección y evaluación.
Es decir, que un gerente debe contemplar la metodología que le permita adaptar las diferentes etapas de una campaña, los objetivos y armonizarlos con el uso eficiente de los recursos disponibles.
Al hablar de los objetivos centrales de una gerencia de campañas, no debemos confundirlos con los objetivos de la campaña a trabajar, la diferencia radica en que los primeros obedecen a una base teórica derivada de una metodología y los segundos con base el fin que quiere alcanzar el candidato.
Los objetivos de una gerencia de campañas son cuatro:
- Imprimir cierto orden, coherencia y sentido de dirección profesional.
- Generar certidumbre, unidad, capacitación y motivación.
- Lograr un alto posicionamiento del candidato.
- Convertir las simpatías y preferencias electorales en votos reales.
En este sentido no debe haber espacio para el caos y desorganización en la planeación e implementación de la campaña electoral, por lo que el profesionalismo y la experiencia son de vital importancia y debe desplazar al compadrazgo o lazos afectivos que interfieran de manera objetiva con el desempeño de la campaña y con ello evitar cometer todos los errores posibles.
Desarrollar cada uno de los puntos mencionados anteriormente excede, por mucho, las posibilidades de este trabajo, pero, enmarcar uno de los puntos principales como lo es la planeación me parece pertinente por su importancia.
El Dr. Valdés deja claro al definir la planeación estratégica como:
“La identificación sistemática de las oportunidades y peligros futuros que combinados con las fuerzas y debilidades proporcionan una base para la toma de decisiones ventajosas en el presente para un aprovechamiento óptimo de las oportunidades, así como evitar los peligros o su transformación en oportunidades”.
Esta definición va reforzada por la integración de un análisis FODA como base del plan, por lo que debe evitarse caer en improvisaciones, esto no quiere decir que durante el proceso no haya desviaciones entre los objetivos y resultados trazados, pero es precisamente la planeación la que debe contemplar una evaluación para mejorar el proceso.
La idea central de una planeación es no perder jamás de vista el objetivo trazado, es un mapa que nos guiará en nuestro trayecto, principalmente al encontrar dificultades y evitando dejarnos a la deriva presa de consejos de charlas de café y cayendo en la improvisación.