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En carrera electoral: Israel elegirá Primer Ministro y Netanyahu es el favorito

«Después de tantas elecciones hemos pasado de ser el pueblo del Libro al pueblo de la Papeleta» es uno de los comentarios irónicos en Twitter para expresar la resignación generalizada israelí ante el virus electoral que azota su país. Israel lidera la vacunación mundial contra el Covid-19pero no encuentra la dosis de estabilidad política por lo que este martes acude a las urnas por cuarta vez en dos años.

Los sondeos indican un Déjà vu que perpetúa por un lado el bloqueo en el que ningún candidato es capaz de formar mayoría de Gobierno (61 de 120 escaños) y por otro la gran cuestión de discordia en torno a la figura del primer ministro, Benjamín Netanyahu. Pero las apariencias engañan. La nueva cita electoral presenta factores inéditos en las de abril y septiembre en 2019 y marzo en 2020 que garantizan sorpresas y quizá desempate.

El primer elemento diferencial es que en esta ocasión nadie duda de la victoria del Likud debido a la exitosa vacunación (casi el 60% de la población) y a la colosal desintegración de su poderoso rival en las últimas tres elecciones, el bloque centrista Azul y Blanco que congregó el voto masivo de centro e izquierda para acabar con Netanyahu en el poder desde 2009. Si hace un año obtuvo 33 escaños, Azul y Blanco lucha ahora desesperadamente por los cuatro requeridos para estar en la Knésset. La espectacular caída se explica básicamente en la decisión de su líder Benny Gantz de romper en mayo su principal promesa de no formar coalición con Netanyahu en juicio por corrupción. El ministro de Defensa confiesa que se equivocó y recuerda que lo hizo «por el país que atravesaba una gran crisis por el virus» pero no logró evitar la huida de sus electores que aún se sienten traicionados.

«Netanyahu no solo me engañó a mi sino a todos los israelíes. No aprobó el presupuesto para evitar el acuerdo de rotación. Solo le interesa su juicio», denuncia Gantz. El ex jefe del Ejército cayó en la trampa del político más astuto de Israel dado que la mayoría de analistas opina que éste nunca tuvo intención de cumplir el acuerdo que le cedía la jefatura de Gobierno en noviembre del 2021. Yair Lapid, ex socio de Gantz en Azul y Blanco, se negó al pacto con Netanyahu y hoy es la principal alternativa al frente del partido centrista Yesh Atid (Hay Futuro).

El segundo factor diferencial es que Bibitiene tres duros rivales en la derecha: Avigdor Lieberman, que desde las elecciones del 2019 se ha puesto como gran objetivo echar a Netanyahu y los partidos ultraortodoxos del poder, Naftali Bennett que por primera vez pide la marcha del que fuera su jefe hace 15 años pero sin descartar estar en su Gobierno y Gideon Saar, que en diciembre provocó un terremoto político al abandonar el Likud del que era uno de sus líderes y crear un nuevo partido para desbancar a Netanyahu bajo la promesa que no pactará con él.

El ex cónsul en Nueva York, Dani Dayan, explica a EL MUNDO que aceptó entrar en la lista de Saar porque «Netanyahu no puede seguir como primer ministro ya que antepone los intereses personales a los del país. Netanyahu ha fracasado en la gestión del coronavirus y es el máximo responsable de la crispación y odio en el país». Tras llegar en sus inicios a los 21 escaños en los sondeos, su formación Nueva Esperanza obtendría ahora solo 10. La mitad que Lapid pero quizá con más opciones de formar Gobierno con la derecha y ultraortodoxos y sin el Likud.

Pero para que Lapid y Saar puedan soñar con una compleja negociación de coalición alternativa, necesitan que Netanyahu no alcance la mayoría con los dos partidos ultraortodoxos, un pequeño bloque extremista y Bennett si éste, como parece, le acaba permitiendo seguir en el poder. Hace tres meses, la irrupción de Saar y la grave crisis del coronavirus lo hacían imposible. Hoy, sin embargo, las estrellas, en forma de vacunas, se alinean con Netanyahu. La rápida vacunación ha acelerado la vuelta a la normalidad a un ritmo que ha sorprendido incluso a los rectores de Pfizer. La apertura de restaurantes, bares, salas de eventos y centros comerciales ha elevado la moral en la calle y las opciones del Likud aparcando el enfado por la mala gestión sanitaria y económica hasta la llegada de las vacunas.

La sorprendente aproximación de Netanyahu al electorado árabe, cuyo principal bloque no llega unido en estos comicios, la división de sus rivales (a diferencia de las últimas elecciones) y su táctica de retar a Lapid para centrarlo todo en el duelo entre derecha e izquierda le hacen rozar los 61 escaños de un Gobierno muy conservador y que no sea interino.

«La elección es clara: Lapid que fue el peor ministro de Finanzas al frente de un Gobierno de izquierdas o yo que he traído millones de vacunas y he firmado acuerdos de paz con cuatro países árabes al frente de un Ejecutivo de derecha auténtico», declara Netanyahu que ha aprovechado la desescalada para hacer numerosos actos electorales mientras realiza directos sin pausa en sus populares redes sociales.

El tercer factor diferencial es que cuatro listas se encuentran al borde del umbral del 3,25% de los sufragios necesarios. «Son las elecciones más inciertas que recuerdo. No solo por el coronavirus sino porque cuatro pequeños partidos rozan la cuota necesaria de votos. El resultado será radicalmente diferente en función de si uno u otro cae», admite el encargado de sondeos del Canal 12 Mano Geva en alusión a dos partidos antiNetanyahu (izquierdista Meretz y centrista Azul Blanco), uno proNetanyahu (nuevo bloque ultraderechista Sionismo Religioso) y uno aún no alineado (el árabe islamista Raam). El veredicto dependerá del alto porcentaje de indecisos -que abarca unos 12 escaños- y la participación bajo la sombra de nuevos comicios en verano.

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