Actualmente se dan constantes cambios de paradigmas tanto en lo económico como en lo político, ante esta realidad es necesario una evolución de pensamiento en torno a las instituciones del Estado a cargo de la gestión de los recursos y decisiones políticas en general, que más allá de generar recursos el objetivo final es la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos.
Siendo la gestión pública una práctica imprescindible en la labor del Estado, requiere del trabajo coordinado de las entidades públicas con el objetivo de gestionar de manera eficiente los recursos del territorio y población, en las últimas décadas se ha buscado el trabajo conjunto con el sector privado. Esta práctica se encontraría enfocada en la administración eficaz de los recursos con los que cuenta el país.
El objetivo final de la gestión pública es el desarrollo del país de la mano con la satisfacción de las necesidades que su población pueda presentar, apelando al buen desempeño y el fortalecimiento de las instituciones del aparato estatal mediante los cuales diseña e implementa las políticas públicas.
Se busca además la modernización de la gestión pública, como proceso de transformación constante con el objetivo de mejorar las entidades públicas para generar valor público, por lo que es necesario gestionar las intervenciones públicas, optimizar la gestión interna, entre otros. Para de este modo crear las condiciones necesarias para que las entidades se modernicen orientándose a establecer rigurosos estándares y ejercer puntos de control administrativo, tomando en cuenta siempre la diversidad de organizaciones y encargos, regulando la mayor cantidad de entidades y reconociendo las variaciones de mayor trascendencia. Entonces la modernización de la gestión pública se basa en pilares como la simplificación administrativa, calidad en las regulaciones, el gobierno abierto, articulación interinstitucional, mejora en la productividad, evaluación de riesgos de gestión, entre otros importantes factores.
Por lo que, la gestión pública se ocuparía del uso de los medios pertinentes para lograr objetivos colectivos, teniendo por herramientas principales a las instituciones, los mandatos por medio de políticas públicas, tecnología, procedimientos y el liderazgo.
La formación y labor de los líderes involucran el total de los elementos de la organización con el objetivo de dejar atrás la imagen de ineficiencia o bajo rendimiento de las organizaciones públicas. En Latinoamérica sobre todo existe una confusión respecto a la noción de liderazgo, donde se considera líder a quien resuelve los problemas, siendo que el liderazgo va más allá, pues las organizaciones del Estado poseen una visión y una misión definidas, con metas claras y objetivos debidamente planteados, así como la estrategia a utilizar, esto no permite un liderazgo enfocado complejizando el contexto.
En una entidad pública el líder posee la obligación de actuar bajo un marco normativo, perdiendo libertad, lo cual muchas veces desmotiva y refrena los esfuerzos de los líderes en la búsqueda de los objetivos. Por lo que los líderes son sometidos constantemente a grandes retos para realizar de manera efectiva su labor y mejorar su capacidad de dirección para gestionar los cambios requeridos, dependiendo sus resultados básicamente del manejo y direccionamiento de un grupo de personas, enfocando su labor hacia el trabajo en equipo y generando estrategias pertinentes, por lo que resulta importante capacidades como el manejo y dirección global, creación y desarrollo de grupos humanos eficientes, organización y control de procesos productivos que permitan optimizar los recursos económicos, humanos y materiales, todo ello sumado a la responsabilidad social respecto al contexto en el que operan.