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ECUADOR: UN DEBATE PRESIDENCIAL DE FORMA Y NO DE FONDO

Los espacios de intercambio de ideas políticas para generar discusión ciudadana son, sin duda, uno de los ejercicios democráticos más efectivos que dinamizan el pensamiento de la gente a favor de lograr conclusiones cualitativas e interpretaciones mucho más apegadas a la realidad posible, sobre temas de coyuntura actual. Tal es así, que dicho intercambio no solo se genera en los niveles de discusión más sencillos, es decir, en donde participa activamente el ciudadano de a pie; sino que se reproducen de forma más elaborada y compleja en niveles altamente influenciables para el resto del tejido social. Por ejemplo, en los denominados debates presidenciales, cuyas exposiciones colocan sobre la mesa de discusión los principales ejes y las necesidades que aquejan a sus respectivas sociedades.

Los debates presidenciales se abren paso como un ejercicio de participación ciudadana en donde el espectador toma acción de forma pasiva y abre nuevamente su análisis personal para repensar sobre los puntos centrales que hacen decidirse por uno u otro candidato. De todas formas, es un ejercicio inclusivo que no solo da espacio para que un actor político exponga su proyecto de gobierno; sino que genera de forma alternativa, una discusión ciudadana para lograr mejores resultados al momento de concluir y decantarse por una sola opción presidencial.

Estos espacios son normas obligatorias de cumplimiento en varios países de la región y el caso ecuatoriano no es la excepción a este tipo de dinámicas democráticas. El organismo encargado de garantizar el cumplimiento de las actividades dentro del marco de las elecciones presidenciales es el Consejo Nacional Electoral. La realización de un debate se encuentra entre sus actividades del calendario electoral; donde participan todos los aspirantes al sillón de Carondelet y que, en un espacio de alrededor de dos horas y media, intercambian, analizan, discuten, defienden, atacan, ensalzan, minimizan y hasta polemizan sus posturas con el fin de obtener el voto ciudadano.

Tras los resultados de la primera vuelta electoral, los candidatos Daniel Noboa del movimiento ADN y Luisa González de la RC5 lograron pasar a la segunda vuelta con una leve ventaja porcentual por parte de la candidata de izquierda sobre el candidato de aire conservador. Esta no es la primera vez que las dos corrientes políticas se enfrentan en el terreno electoral, ya que previo a los sufragios del año 2006 el entonces candidato Rafael Correa (líder vitalicio de la Revolución Ciudadana) y Álvaro Noboa (líder del entonces partido PRIAN y padre de Daniel Noboa) se enfrentaron de forma vibrante en el debate presidencial previo a los comicios de ese año en el país. Cabe mencionar brevemente que, en ese momento, Correa logró la victoria presidencial sobre Noboa en una segunda vuelta electoral, siendo un joven y nuevo candidato dentro del escenario político ecuatoriano; mientras que, Noboa se fraguaba una tercera derrota electoral de forma consecutiva, pero que sería el inicio de una corriente política fuertemente posicionada a largo plazo en Ecuador.

El pasado 1 de octubre del 2023, se llevó a cabo el debate presidencial previo a la segunda vuelta electoral entre Noboa y González, un debate que según un sinnúmero de analistas tuvo un componente tibio y monótono. Las problemáticas en los ejes: económico, seguridad, social y político; fueron expuestos pero la forma de solucionarlas no fue aterrizada de forma coherente. Se habló de presupuestos, pero no de su origen; se habló de normativas y leyes, pero no de cómo aprobarlas; por lo tanto, el contenido fue pobre y falto de argumentación.

Sin embargo, lo que se busca ahora es determinar los elementos comparativos de fortaleza y de debilidad por parte de los presidenciables con intenciones de dar a conocer la importancia que les dieron a sus formas antes que a su contenido. La comunicación no verbal fue evidente por parte de los dos candidatos y, hasta cierto punto, un elemento protagonista con fines persuasivos. Daniel Noboa quien se ha caracterizado por tener un perfil no confrontativo y más propositivo, desarrolló un debate muy técnico apoyado en cifras y comparativas económicas que ilustraron de forma coherente sus ideas. Por su parte, González, apeló fuertemente a las emociones trayendo a su discurso, la familia, la seguridad ciudadana, el empoderamiento de los jóvenes, etc. Una diferencia abismal entre discursos; sin embargo, Gonzales generó mayor sensación de calado en su oratoria por sus componentes emocionales que, en instancias electorales, son altamente efectivos para cautivar las audiencias.

Si bien es cierto, que Noboa fue el único candidato que se presentó con chaleco antibalas en el debate de primera vuelta, dándole una imagen más humana y más cercana al padecer lo que la gente más sencilla percibe de la inseguridad, esta vez no lo hizo a pesar de que en territorio lo usa permanentemente, he aquí un cambio de estrategia visual que quizá ya no genera ningún efecto. Lo de cajón si fue evidente, traje de color azul (comunicando sobriedad y tranquilidad) y corbata con colores connotantes a los de su partido. Un elemento a destacar es el acompañamiento de su esposa Lavinia Valbonesi y de su madre Anabella Azin, cuyas figuras refuerzan una imagen de familia, la cual siempre acompaña al candidato desde su inicio político. Su imagen predomina más como un padre de familia, esposo y empresario; ese perfil lo posiciona en cada momento que puede aprovecharlo. Una combinación de joven promesa en el espectro político que siente las necesidades de la gente por el uso de su chaleco antibalas y, a su vez, el apoyo permanente de miembros de su familia en actividades en territorio. Sin embargo, sus debilidades son notorias, su postura muy rígida en el debate comunicaba tensión y, hasta cierto punto, arrogancia. Una emoción que estuvo complementada con sonrisas fingidas al momento de percatarse que era ponchado por la cámara; por ende, su gestualidad no estuvo prolija con el mensaje de unidad que promulga habitualmente en campaña.

Por su parte, es evidente, que Luisa González ha mejorado notablemente su expresión; ya que, existe una diferencia notoria sobre su participación en el debate de primera vuelta. Los elementos que más destacan son la entonación de su voz a un acento mucho más neutral dejando de lado uno muy marcado hacia su origen costeño, que podía incluso no generar simpatía de potenciales votantes de otras regiones del país. También, su movilidad, la forma de manejar las manos al expresarse fue más lenta y no tan agresiva. Esto acompañó su traje color blanco que denota transparencia y cercanía. Sin embargo, su mayor debilidad fue su fuerte incapacidad de adaptación al espacio en los primeros quince minutos del debate y a las preguntas que generaron expresiones faciales de nerviosismo al momento de escucharlas. Como elemento suplementario se puede mencionar sus lentes que usualmente no los usa; sin embargo, para momentos en donde quería enfatizar ciertas ideas se los retiraba en señal de reforzamiento de sus líneas discursivas, estrategia que, si bien es cierto es bastante conocida, no fue muy efectiva en este espacio.

La agilidad mental también fue determinante en este debate, mientras Noboa se refugió de forma exagerada en apuntes para sustentar su discurso, González también lo hizo, pero de forma puntual transformando su narrativa inmediatamente a líneas emotivas que “adornaron” su respuesta.

Noboa ha sido un político de escaza confrontación directa con sus adversarios, pero su estrategia esta vez constó de un ataque leve a González en temas de drogas y obras mal ejecutadas en el gobierno de Correa, lo que lo distancia de su imagen inicial de un candidato alejado de la vorágine de la discusión política.

González, por su parte, respondió de forma rápida y contrargumentada a los ataques de su adversario, es decir sin alimentación de tensiones; pero con emociones y aprovechando su participación para nutrir sus participaciones previas de forma inteligente. Por tanto, es evidente una mayor preparación de la candidata del correísmo ante su contrincante.

La dinámica ilocucionaria venia llena de una mística interesante sobre una candidata correista que porcentualmente venía con desventaja en las encuestas. El debate presidencial, a través de la forma y no del fondo, ha logrado capitalizar parte de un voto indeciso que es posible que comprometa la comodidad que venía teniendo Daniel Noboa y su delantera.

Andrés Loja Correa

Magíster en Periodismo y Gestión de Comunicación por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Con Máster en Comunicación y Marketing Político por la Universidad Internacional de la Rioja. Especialista en Gestión de la Comunicación Política por la Universidad Internacional de la Rioja. Con Diplomado Experto en Comunicación Política por la Universidad Indoamérica. Comunicador Social y Periodista de Investigación por la Universidad Politécnica Salesiana. Fundador y CEO de Vizzore Comunicación

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