La tensión política entre los demócratas y republicanos se intensificó a partir del fraude proclamado por el actual presidente Donald Trump en las elecciones de este año. Cualquier ciudadano que ha estado al tanto de los últimos acontecimientos en el país podía predecir posibles manifestaciones en un escenario como el que vive EE.UU. en estos momentos.
El caos de este miércoles en el Capitolio ha generado mayor incertidumbre y mayores argumentos, que el partido demócrata puede usar para sustentar una posición de victoria frente a los republicanos. Para diferentes analistas y políticos el caótico asalto ha sido el punto de quiebre para el movimiento de Trump. Lo último que se esperaba era una movilización violenta en momentos de inestabilidad política y social. Sin embargo, para otros estas manifestaciones evidencian y reafirman el fraude en las elecciones.
El discurso presentado por el presidente de EE.UU., el cual ha sido tomado como la causa del conflicto, ante miles de simpatizantes en Washington D.C. no se presentó de manera violenta. El problema surgió cuando cientos de seguidores rodearon el Capitolio, donde estaba el vicepresidente, Mike Pence, recibiendo los votos de un supuesto fraude. De alguna u otra manera, los simpatizantes de Trump esperaban atentos al accionar de Pence, quien indirectamente tenía la responsabilidad de no aceptar esos votos.
Los medios en ningún momento registraron a los manifestantes armados. Se percibió golpes, vidrios rotos y violencia, pero sin armas. Sin embargo, se debe afirmar que la violencia por parte de los manifestantes y los policías manchó la protesta. Se habla de la presencia de posibles infiltrados. Sin embargo, no se ha probado hasta ahora su participación en el acontecimiento.
El movimiento de Trump, solo tiene como opción esperar el 2024 para volver a lanzar a su candidato, quien tendrá que irse antes del 20 de enero de la Casa Blanca. El giro radical que tomará Estados Unidos el día de la inauguración refleja la cruda división que existe en el país. No se debe olvidar que los valores de la democracia como la justicia, la paz, la libertad, deben preservarse y estar por encima de cualquier ideología, candidato o partido político.