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Biden contra la dependencia económica de China

EE. UU. empezará a representar la autonomía estratégica para reducir la dependencia de China y otros competidores. La pandemia puso de manifiesto cuán dependiente es Occidente de la producción china y el presidente Joe Biden, en su afán por incentivar la industria local, tiene previsto firmar una orden ejecutiva para garantizar que, en caso de nuevas crisis, el país será capaz de dar respuesta a las necesidades. La interrupción de la producción en varias plantas automotrices por falta de componentes demuestra la urgencia de la medida.

El viejo proteccionismo, revestido en el caso de Donald Trump de un inflamado nacionalpopulismo económico, llevó a Biden a utilizar como mantra durante la campaña electoral el lema Made in America (Hecho en EE. UU.), en apoyo de la industria local. También impulsa su último decreto, que prevé la inmediata evaluación a 100 días de las cadenas de suministro de semiconductores, principios activos de medicamentos, baterías de vehículos eléctricos -otra apuesta de la Administración demócrata, que renovará con ellos parte de la flota oficial- y minerales extraídos de tierras raras que se usan en la fabricación de coches o armas, y en los que la dependencia de China es enorme. Estos son los cuatro objetivos urgentes.

La guerra comercial librada por Trump contra Pekín, y viceversa, está lejos de haber terminado, solo se han envainado las espadas, y el régimen chino ha propuesto un nuevo tipo de relación bilateral únicamente si Washington levanta las sanciones comerciales y deja de inmiscuirse en asuntos internos, como la represión de la minoría uigur o las protestas antigubernamentales de Hong Kong.

Varias plantas, incluidas las operadas por Ford y General Motors, se han visto obligadas recientemente a detener la producción por falta de componentes, con una reducción este trimestre del 20% del volumen de trabajo en la primera y la suspensión temporal en las fábricas de EE UU, Canadá y México la segunda. Un grupo de fabricantes de semiconductores solicitó a comienzos de mes a Biden incentivos para impulsar su producción, en el contexto de sus planes de recuperación económica. Las firmas estadounidenses del ramo venden el 47% de los chips en el mundo, pero solo representan el 12% de la producción global, a consecuencia de la deslocalización vigente desde los años noventa.

La intención del decreto ley es ambiciosa: se acabó la respuesta reactiva, es el mensaje; la apuesta, al mil por ciento, es anticiparse a las crisis y remediar la vulnerabilidad puesta de manifiesto por el vendaval del coronavirus. Pero también supone un repliegue en las deslocalizaciones, como las que han sacado del país en las últimas décadas el 70% de la producción de principios activos medicamentosos, el cálculo en que se basa la Casa Blanca para considerar prioritario ese mercado. No hay una fórmula mágica que resuelva las carencias a corto plazo, pero, según un alto funcionario de la Casa Blanca citado por la agencia Reuters, “no se trata solamente de solicitar informes, sino de cerrar los agujeros a medida que los identifiquemos”.

Para cortar amarras con China y otros competidores económicos, EE UU buscará desarrollar localmente parte de esa producción ahora deficitaria, y asociarse con otros países de Asia y América Latina cuando no pueda hacerlo en casa, añadió la fuente. La revisión de los sectores estratégicos también pretende reducir el número de importaciones a las estrictamente necesarias.

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